Por: Mariapia Bevilacqua
Venezuela creó en 1976 el primer Ministerio del Ambiente en Latinoamérica, en una época donde las corrientes globales del pensamiento económico, social y ambiental convergían en postular que la planificación del desarrollo debe alcanzar como meta suprema la calidad de vida, a través de incrementos en la productividad y la conservación del ecosistema donde se localizan las actividades económicas.
El país hizo suya esa visión de concebir el desarrollo basado en las capacidades de cada ecosistema, considerando las necesidades económicas del desarrollo pujante de la nación, con los aspectos económicos y culturales propios de cada ecosistema, para optimizar su aprovechamiento y evitar la degradación del ambiente, así como las acciones depredadoras. De los Ministerios de Obras Públicas (1874) y Agricultura y Cría (1937), salieron los pioneros y prohombres que trazaron el camino hacia el desarrollo de la nación, impulsando la sustentabilidad ambiental en su modelo de desarrollo.
La venezolanización de ese pensamiento de vanguardia, llamado Ecodesarrollo, dejó huella profunda en el país y la región latinoamericana, gracias al tránsito de un equipo humano de excepción (profesionales, técnicos y obreros), comprometido con la misión encomendada al Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (1976) y su recién adscrito Instituto Nacional de Parques, reestructurado en 1978 para gestionar las joyas de la corona de la herencia patrimonial ambiental de Venezuela: los parques nacionales y los monumentos naturales.
Logros alcanzados incluyen el compendio técnico más comprehensivo de los Sistemas Ambientales de Venezuela hasta la fecha, la aprobación de la Ley de Ordenación del Territorio y la Ley Penal del Ambiente, la protección estricta del 15% del territorio nacional con excepcional belleza paisajística, cuencas hidrográficas estratégicas para campos y ciudades, hábitats de fauna y flora de valor universal y ecosistemas únicos con poblamiento ancestral y autóctono. Se logró también la protección del 40% del territorio nacional a través de un complejo régimen de administración especial, para salvaguardar paisajes socio-productivos con valor de conservación y mitigar el daño ambiental permitido por las actividades económicas, necesarias para el desarrollo del país.
Fue un ministerio no sin pocos intereses económicos y enemigos, impopular en el Consejo de Ministros y el Congreso de la República, por poner freno a los intereses y presión permanente hacia la productividad insostenible, fomentada en la ambición desmedida de los grupos de poder de turno.
En los últimos 25 años el Ministerio del Ambiente fue silenciado, debilitado, hasta quedar sin voz y en estado de coma. Al igual que Gustavo Cerati (ídolo del rock Latinoamericano) y Joan Rivers (comediante norteamericana del fashion show), un anuncio oficial decretó el fin de su coma, y fallecimiento el 2 de septiembre de 2014 al señalar la fusión de los restos del despacho Ambiente con la Misión Vivienda. Lo nombraron Ministerio del Poder Popular para la Vivienda, Hábitat y Ecosocialismo.
El componente Vivienda y Hábitat del nuevo despacho tiene trayectoria en los desarrollos habitacionales de Fuerte Tiuna, donde es flagrante la violación de variables urbanas y ambientales, con claro desprecio a los futuros habitantes y vecinos, así como pérdida de la calidad ambiental del entorno. La ausencia de control por la autoridad ambiental, nos da cuenta del dantesco futuro en pasivos ambientales y pérdida del patrimonio ambiental que dejará en herencia este nuevo Ministerio y el Gobierno Nacional que tiene 15 años de turno al bate: la construcción de viviendas en los Parques Nacionales Médanos de Coro y Henri Pittier; el desarrollo de infraestructura en el icónico Parque del Este de Caracas; el puente en el Parque Nacional Laguna de La Restinga; la contaminación inimaginable de aguas de consumo en el Lago de Valencia y cuencas vecinas; el crecimiento periurbano en el camino de los españoles, puerta histórica de entrada a la Caracas del siglo XVII en el P arque Nacional El Avila y la destrucción de la Zona Protectora de Caracas, a niveles sin precedentes, con la construcción de Ciudad Caribia en terrenos de bosques densos inexplorados por la ciencia en vertientes montañosas verticales de la Cordillera de la Costa.
La región Guayana se suma a la larga noche del abandono ambiental del país, en manos de los nuevos filibusteros, bucaneros, piratas y conquistadores del siglo XX, quienes en alianzas y con beneplácito de los locales, transforman la provincia en tierra de nadie y de todos, emporio para el delito, la arbitrariedad, el desamparo gubernamental, el crimen organizado, los enfrentamientos de sindicatos, el narcotráfico, las enfermedades endémicas tropicales, el saqueo de territorios indígenas y sus riquezas, y un largo etcétera de rapiña, desgracias ambientales y tragedias etnocidas, que cubren con oscuridad la espléndida provincia de Guayana.
Del Ecosocialismo (epíteto del nuevo ministerio) tenemos poca información, más allá del nivel discursivo reiterativo al cansancio que atribuye todas las causas de la crisis ambiental y civilizatoria al neoliberalismo, al imperialismo, a la globalización y al capitalismo, madre de todos los males. También sabemos de voces ilustradas en la cancillería que hacen campaña política de cumbre en cumbre para salvar el planeta, y atraer con pasión febril nuevos adeptos al modelo de país en revolución, que consolida a paso de vencedores el nuevo Virreinato de La Habana y su capitanía general en tierra firme venezolana.
Venezuela pasó a ser el primer país de Latinoamérica que eliminó su Ministerio del Ambiente, y nos dejó el eco de la cartografía de un territorio fantástico, convertido hoy en la provincia fantasma de la Guayana de los siglos XVI-XVII, en este regreso al futuro que nos trajo el Socialismo del Siglo XXI.
Mariapia Bevilacqua
Bióloga investigadora
Presidenta de ACOANA