Por: Baltazar Porras
El 27 de abril, el papa Francisco canonizará en Roma a los papas Juan XXIII (1958-1963) y Juan Pablo II (1978-2005). Fue voluntad del actual pontífice canonizar a ambos en una misma ceremonia. Así se lo manifestó a los cardenales, apenas elegido, saltando la norma de la aprobación del segundo milagro del Papa Bueno. De ambos se pueden señalar sendos motivos para valorar e imitar sus virtudes y ejecutorias.
Angelo Giuseppe Roncalli nació en la localidad italiana de Sottoil Monte, el 25 de noviembre de 1881, en el seno de una familia campesina. Ordenado sacerdote ingresó al servicio diplomático vaticano, correspondiéndole diversos cargos en la primera posguerra, primero en Bulgaria (1925-1935), en Turquía y Grecia (1935-1944), durante la Segunda Guerra Mundial, para pasar luego a la nunciatura de París (1944-1953). Creado cardenal en 1953 pasó a ser patriarca de Venecia hasta su elección como el 261 sucesor de San Pedro, en octubre de 1958. Sucedió a Pío XII, con el nombre de Juan XXIII, siendo escogido por sus pares por su edad avanzada, a fin de que fuera un pontífice de transición, según lo confesó él mismo meses antes de morir, el 3 de junio de 1963.
Pasa a la historia como uno de los grandes papas del siglo XX, pues para sorpresa de muchos, convocó el Concilio Vaticano II (1962-1965) que cambió el rostro de la Iglesia con la puesta al día, el aggiornamento, a las exigencias y expectativas del mundo moderno. Para los venezolanos, fue, además, el papa que regaló a nuestro país el primer cardenal, en la persona de José Humberto Quintero Parra. Además, bajo su pontificado se llevaron con éxito, las conversaciones que culminaron con la firma del Convenio entre el Estado venezolano y la Santa Sede que puso fin al patronato eclesiástico.
Hombre sencillo y bueno, se ganó el aprecio del mundo entero por su cercanía y preocupación por la paz del mundo y la actualización de la enseñanza social en su encíclica Madre y maestra. La experiencia que vivió en sus años de nuncio, dando cobijo y salvando vidas de judíos, refugiados y perseguidos, lo hizo sensible a los problemas de la justicia y de la paz. Sobran, pues, razones para sentirnos orgullosos de su ejemplo y testimonio.
Juan Pablo II, el primer papa no italiano después de más de cuatro siglos, es uno de los pontífices que más tiempo ha ocupado dicho cargo después de San Pedro y Pío IX. Elegido en octubre de 1978, gobernó la Iglesia hasta su muerte en abril de 2005. Karol Josef Wojtyla, nació en Polonia en 1920. Vivió de joven las vicisitudes de la guerra, aficionado al teatro y a los deportes, fue ordenado sacerdote en 1946, obispo auxiliar de Cracovia (1958) y arzobispo de la misma sede desde 1962, participó en el Concilio Vaticano II. En el cónclave de octubre de 1978 fue elegido Papa y escogió el nombre de Juan Pablo, en homenaje a los dos pontífices protagonistas del Concilio: Juan XXIII y Pablo VI.
Son muchas las facetas a destacar en el papa polaco. Viajero empedernido, recorrió el mundo entero en más de un centenar de viajes apostólicos fuera de Italia. Entró en contacto con todas las religiones y todos los sistemas políticos, económicos y sociales, predicando la igualdad, la justicia y el amor de Dios. Contribuyó a la caída del comunismo en la Europa oriental, promovió diversas iniciativas de carácter social y religioso, incentivó el turismo como una actividad humanizadora, canonizó a un nutrido número de santos, la mayor parte de ellos de tiempo reciente, promulgó el Código de Derecho Canónico (1983) de la mano de su colaborador el cardenal Rosalio Castillo Lara, entre muchas otras iniciativas que desbordan el espacio de una crónica.
Los venezolanos estamos muy agradecidos por sus dos visitas a nuestro país (1985 y 1996), dejando honda huella en la actividad misionera de la Iglesia entre nosotros. Elevó a los altares a las dos primeras santas venezolanas, la madre María de San José y la madre María de Candelaria; durante su largo pontificado se crearon varias diócesis (Acarigua-Araure, Carora, Carúpano, El Vigía-San Carlos del Zulia, Guarenas, Ordinariato Militar, Puerto Cabello, Punto Fijo), y se elevaron a arquidiócesis Calabozo, Coro y Cumaná.
Dos nuevos santos que incentivan en los creyentes la creatividad, el coraje, la lucha por la defensa de la vida humana, el respeto a la pluralidad y la convivencia de todas las razas y religiones, son un motivo de alegría, pero mucho más. Son huellas en el camino bisecular de la Iglesia al que somos invitados a ser sus seguidores. San Juan XXIII y san Juan Pablo II, intercedan por el mundo y por Venezuela, sedienta de perdón, reconciliación y paz.