El desánimo – Soledad Morillo Belloso

Por: Soledad Morillo Belloso

Como en la peste, muestra las protuberancias de las pústulas. Lamk9HMijk_400x400 enfermedad carcome. Al sistema y, claro, a los subsistemas. Vemos las protuberancias. No vemos las pústulas internas. Que son las peores.

Sembrar el desánimo es la estrategia escogida. Y también la táctica. Darle largas a los asuntos cruciales para que la gente tire la toalla. Sin la genialidad de Cantinflas, el régimen se mueve cantinfleando pero con truculencia. Pone a la gente a hablar de detalles técnicos. Que si los plazos no dan. Que si nos mandaron para el 17.

Desanimar es la consigna. Desanimar al hartazgo. Porque el hastío es poderoso y hay que quitarle energía. No vaya a ser que ese tedio pase del mascullar al crujir de dientes.

Pero su estrategia tiene grietas, enormes. Porque se basa en anuncios, no en soluciones. Y eso hace que el disgusto sea transversal. Hasta los bachaqueros están hasta el moño, aunque ganen plata, tanta como el equivalente a quince o veinte salarios mínimos.

El hedor de la corrupción inunda las calles y los campos. Contamina todo. Y asquea. Hace la vida invivible. La estrategia del desánimo es un error. Llega con tardanza. Y mal bañada, mal trajeada, mal maquillada. El desánimo no vence a la esperanza. Porque cuando se ha perdido tanto se siente que no importa la amenaza. ¿Qué me vas a quitar que no me hayas quitado ya?

Como quien pinta el piso de afuera para adentro, el error del régimen con todo este asunto del RR es conceptual. Fue precisamente el régimen quien convirtió al RR en una épica, en un lugar de un trámite  burocrático sin pena ni gloria. Con sus errores, desató la rabia. Así, cada estación del RR ha sido una prueba superada, ganada. Y le ha restado al régimen. Hoy el CNE y sus reptoras no sólo no tienen el cariño o el aplauso popular. No tienen ni tan siquiera respetabilidad y nadie les teme. Así las cosas, la estrategia del régimen ha sido marcada desde el principio como hacer todo lo posible para impedir y evitar el RR y no en ganar el RR.

El RR, insisto, es un camino. No un fin. Imaginemos que en efecto el régimen profundiza y engorda en los errores. Que lanza para la última semana de octubre las tres fechas de la recolección de manifestaciones de voluntad. Que en lugar de las 11 mil máquinas solicitadas ponen apenas 1000. En el escenario pongamos también que para ese momento ya el sistema de Internet y telecomunicaciones haya colapsado o esté disfuncional. Sumemos que el terror y obsecuencia de los medios prive y ese proceso no sea reportado de manera veraz y oportuna. Las cosas ocurrirán y no hay nada que indique que va a ser distinto a lo sucedido hasta ahora. La manada se mueve. Marca territorio. Sabe qué está pasando aunque “el RR no será transmitido”.

Cuando el CNE, a velocidad de pereza con sueño y con lenguaje rococó, anuncie que se han expresado en su manifestación de voluntad un total de 8 millones no sé cuántos miles de ciudadanos en favor de la convocatoria de un referendo revocatorio del mandato del ciudadano Presidente Nicolás Maduro Moros, en un búnker en el sótano de palacio unos y otros se mirarán en estado de pasmo. Este cuento sí ha cambiado. ¿Cómo se come eso?, preguntaría un memorable. Un trámite burocrático, que ha podido ser intrascendente, inocuo, insípido, incoloro e inodoro, que incluso ha podido ser derrotado, convertido en Waterloo. “Micomandanteeterno” se revuelca en su tumba. O ríe a mandíbula batiente. Ajá, y ahora, ¿qué hacemos?

El desánimo no cala. Para ello sería necesario que las cosas no estuvieran tan mal o que mejoraran ostensiblemente. Ni lo uno ni lo otro. Ay, error de errores. Torpeza. El desánimo necesita domesticación y ello supone alimentar a los domesticados y hacerles cariñitos. No ponerlos a pasar hambruna y penuria.

Y ante los hechos, innegables, algunos preguntan: ¿cómo se escribe la palabra negociación?

Soledadmorillobelloso@gmail.com
@solmorillob

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