Publicado en: El Cooperante
Por: Ricardo Sucre
La oposición G4 hizo una encerrona en Bogotá durante los días 19 al 26 de febrero organizada por los Estados Unidos, para definir una estrategia que busca movilizar a la sociedad con la bandera de elecciones libres. Bienvenido el encuentro, pero mientras la oposición G4 se mantenga en su paradigma de la presión y el quiebre, el éxito político lo tendrá lejos. Es mejor tener los pies sobre la realidad venezolana para comprenderla
En tuit con fecha 22-2-21 Jorge Rodríguez publicó una agenda que detalló un encuentro entre la oficina de asuntos externos de Venezuela de los Estados Unidos que encabeza James Story, y una delegación del G4 la que el papel llama “Comisión presidencial venezolana”. El cónclave se llevó a cabo durante los días 19 al 26 de febrero en Bogotá. La reunión fue confirmada tanto por Story como por Guaidó.
El fin del encuentro es consensuar una estrategia para el G4. La agenda se definió con cinco tópicos: la construcción de un movimiento “civil-político”, la unidad de la oposición en el tema electoral, la negociación con el gobierno, las alianzas internacionales, y lo que el documento llama “la comunicación estratégica”.
La extinta MUD tenía las llamadas encerronas cada cierto tiempo, que eran reuniones de los partidos de la Mesa y la Secretaría Ejecutiva para analizar escenarios políticos y definir estrategias. La primera encerrona fue en agosto de 2009 en la Colonia Tovar, luego de la formalización de la MUD en junio de ese año. Hoy ya no existe la MUD pero el G4 hizo su encerrona en Bogotá.
Que se hayan reunido me parece necesario, pero lo que echo de menos es que esta encerrona no haya sido en Venezuela -la represión del gobierno contra dirigentes del G4 lo explica en parte- y patrocinada por Estados Unidos. Tal vez haya sido inevitable buscar un tercero de otra nación porque no es posible que el G4 haga su encerrona por sus propios medios. El fracaso de la estrategia del quiebre catalizó en el G4 diferencias inter e intrapartidistas que a veces se notan, a veces se manejan de forma elegante, como si no existieran. Pero están, y reunirlos solo podía hacerlo el principal aliado del G4: EE. UU.
Un punto muy importante es saber si este encuentro es iniciativa del nuevo gobierno de EE UU., y el trabajo de Story es preparar al G4 para reuniones con agencias y congresistas de ese país, hoy con un clima más crítico hacia las sanciones y hacia la oposición que lidera Guaidó. Pero también cabe la posibilidad que sea una iniciativa de Story y del G4 en solitario para organizarse y cabildear ante el gobierno de Biden y salvar la estrategia que definió Trump, centrada principalmente en sanciones generales y personales, para lograr una transición definida desde los EUA. Todavía el gobierno de Biden no ha definido con claridad su política hacia Venezuela, pero no parece que seguirá la línea unilateral y de imponer una transición que buscó Trump. La solución y el diseño tiene que ser de los venezolanos. Los EE. UU. de Biden serán una suerte de “bróker” para buscar una negociación con resultados entre el gobierno y la oposición.
A partir de lo que dice la agenda, la estrategia para el G4 que se quiere alcanzar apunta a lo que Guaidó llama “construir las capacidades internas”. Cambió el eje de la acción política: de lo externo a lo interno. No es casual que el primer tema de la agenda sea, “¿Cómo construir un movimiento de presión cívica-política para poder negociar una transición desde un punto de fortaleza? ¿Cómo expandir la coalición democrática –quién nos falta y cómo llegamos a ellos? ¿Cuál es el papel de cada sector?”. Tampoco que el segundo tema sea “¿La oposición puede unificar en la lucha para condiciones electorales?”. Luego vienen los tópicos vinculados a lo externo: negociación, países, y el último sobre las “comunicaciones estratégicas”.
Lo central es lo interno en dos vías que pueden ser paralelas o combinarse más adelante. Por un lado, el movimiento social; por el otro, un blanco para ese movimiento que canalice los agravios: son las condiciones electorales.
Si bien la agenda no especifica los asistentes de la oposición G4, Jorge Rodríguez tuiteó que son López, Borges, Rosales, y Vecchio. Si esta información es cierta, llama la atención que no estuvo una representación de AD, sino solo de PJ, UNT, y VP.
Que la demanda del G4 se concentre en pedir elecciones libres no es mala estrategia, pero es tardía. Esa debió ser la demanda desde 2017 en vez de una estrategia insurreccional. Se pasó de la “etapa Ucrania” de 2017 al “quiebre militar” y “todas las opciones están sobre la mesa” durante 2019-2020. El planteamiento electoral debió hacerse mucho antes, cuando la estrategia de la presión mostró sus grandes limitaciones. Hoy el G4 tiene que construir la legitimidad de esta demanda electoral pero, lo más importante, cómo la piensa conseguir. La agenda lo que sugiere es un cambio de la consigna del “mantra” a las “elecciones libres”, pero sin cambios en el paradigma. Es el mismo de 2019-2020: la presión y los incentivos (la agenda habla de “la zanahoria y palo”). Curiosamente, no mencionó a las FAN o a las sanciones.
Mientras el paradigma no se revise ninguna encerrona podrá resolver la falta de eficacia política de la oposición G4. Tampoco la demanda por elecciones libres tendrá credibilidad en el gobierno, al que se dirigen los incentivos. La oposición encabezada por Guaidó está atrapada en esquemas de transiciones de los 80-90, tal vez algunas de principios de Siglo, pero la expectativa es una transición tipo Venezuela 1958 en una realidad que ya no lo hace posible.
Para emplear la manida frase de Bauman de la “modernidad líquida”, la política hoy también es líquida. No solo por la mayor incertidumbre que acarrea, sino porque la política fluye en tanto fluye la información que es instantánea. Ya no hay compartimientos rígidos como durante la Guerra Fría, sino realidades movibles y adaptables. Quizás por esto la crítica a las sanciones, también ancladas en el Siglo XX y por eso sus magros resultados. A los países que las imponen solo les queda algo como la “focalización de la focalización” en personas para ver si cambian su “conducta política”.
Pero la oposición G4 privilegia ese paradigma que desde 2014 no ha producido el cambio prometido, que no es el “reconocimiento de 60 países” o la dolarización. Lo ofrecido fue la salida de Maduro del gobierno mediante un quiebre (preferentemente militar).
Sin embargo, la encerrona en Bogotá tiene un efecto positivo para los grupos que no están dentro de la órbita del G4. Es poner al descubierto que tampoco son alternativa frente al gobierno y frente a la oposición que encabeza Guaidó. Que la UE con sus sanciones a 19 funcionarios quiera imponer al G4 como la única y legítima oposición de Venezuela, también es responsabilidad de los grupos que quieren ser alternativa a los 4 partidos.
La oposición que está en la AN no ha hecho una diferencia con respecto al gobierno de Maduro. No me refiero a entrompar con el lenguaje de la dignidad, que ahora tiene mucha fama y da prestigio en redes sociales, pero también es una arenga a destiempo. No la necesita para su dialéctica y diferenciarse en el parlamento. Tan grande es el silencio de la oposición que está en la AN, que Francisco Rodríguez escribió un tuit en el cual afirmó que Avanzada Progresista había votado a favor del acuerdo aprobado por la AN que declaró a la representante de la UE “persona non grata”, y tuvo Henri Falcón que escribirle un tuit para decirle que su partido no votó ese acuerdo. Pero la responsabilidad de informar es de Avanzada Progresista, no de Rodríguez.
La oposición en la AN es un grupo en silencio, sin ninguna idea o propuesta. Al menos pública. Si la oposición G4 sigue en el discurso de la “corporación criminal” que solo da aplausos en tuiter pero es ineficaz en el campo político; la oposición que está en la AN quiere manejar un discurso tan, pero tan “de la oposición responsable y moderada” que no se diferencia en nada de la bancada del GPP, y no por ser “moderados”. A lo mejor la UE ponderó esto cuando emitió sus sanciones. Aclaro que no favorezco las sanciones ni personales ni globales desde que Obama firmó la famosa orden ejecutiva de 2015.
Mientras las alternativas al G4 no se diferencien en términos dialécticos, políticos y programáticos, la oposición Guaidó será la oposición reconocida fuera de Venezuela. Así que bienvenida la encerrona del G4 en Bogotá, pero lástima que fue para discutir sobre el mismo paradigma que ahora se quiere condimentar con la ropa de la sociedad civil para darle la legitimidad de una lucha social. En criollo, el mismo musiú pero con diferente cachimbo.
Sería útil una encerrona que cuestione el paradigma de la presión y el quiebre. Eso ayudará más a la oposición G4 que aferrarse a una estrategia que no da resultados, a pesar que se ha ensayado de diferentes formas desde las municipales de 2013. No le vendría mal dejar a un lado por un momento, las prescripciones normativas de la política comparada y poner los pies sobre la realidad venezolana cuya comprensión es la que definirá el desenlace político en nuestro país.