El Gobierno del presidente Nicolás Maduro camina como pato, nada como pato y hace cuac, cuac. Politólogos, descansen tranquilos. Ya no tienen que devanarse los sesos para caracterizar el “proyecto” madurista. Liquidan a la Asamblea Nacional. Destituyen y encarcelan a alcaldes para imponer a fichas del oficialismo. Los cuerpos represivos del Estado pasan por encima de Fiscalía, Defensoría del Pueblo y tribunales para perseguir y mantener tras las rejas a dirigentes de la oposición. Acosan a los medios. El ciudadano solo tiene derecho a comer lo que le entregan en una bolsa. Los fondos públicos se manejan sin ningún tipo de control. Los partidos de la disidencia están a punto de ser ilegalizados. Y el chavismo decide suspender elecciones y bloquear cualquier mecanismo que permita al soberano expresar su voluntad. ¿Cómo puede catalogarse a un régimen de este tipo? La respuesta es absolutamente clara: una democracia vibrante.
¿Alguien sabe cómo se llama el ministro de Finanzas? Ni siquiera hay un Jorge Giordani a quien insultar. Los expertos advierten que Venezuela enfrenta la peor crisis económica del último siglo y los principales voceros del Gobierno son dos generales: el titular de Relaciones Interiores, Néstor Luis Reverol Torres, y el director del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), Gustavo González López. Plomo y plomo. No bajan los precios, pero aumentan los “abatidos” por la OLP. Algo es algo. Los sabuesos del Gobierno advierten que la oposición pretende “conseguir de forma imperativa el referéndum revocatorio por medios coercitivos”. Nada más golpista que una consulta electoral. En su última incursión televisiva para denunciar las actividades terroristas de la ultraderecha fascista, el jefe del Sebin reveló que gracias a sus investigaciones detectaron que el núcleo desestabilizador “funcionaba en la academia de artes visuales Chaplin”. Pantalla grande. La revolución en blanco y negro con El gran dictador.
La hendija electoral sigue abierta gracias al esfuerzo de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). De los actores en pugna, queda claro que la MUD es el único que cree en el voto como mecanismo para resolver los conflictos de manera civilizada y evitar la violencia. Maduro asegura que si las elecciones fueran mañana, el chavismo arrasa. Pero a toda costa evita comprobarlo. “La prioridad no es hacer elecciones. La prioridad en Venezuela es recuperar la economía, atender al pueblo, seguir desarrollando la educación, la vivienda, no estar haciendo elecciones”, insiste el Presidente. El diputado Pedro Carreño llegó a la misma conclusión: “las elecciones no son un derecho fundamental, el derecho humano fundamental es la alimentación, las medicinas, es la salud”. El voto es un asunto prescindible, repiten todos. Como loros. O como patos. ¡Cuac, cuac!
No permitir el RR para que el pueblo decida y se le ponga fin a esta crisis, es declarar oficialmente la DICTADURA. Si están seguros que si hay una nueva elección de la AN el chavismo ganaría,entonces cual es el miedo? o es una mentira más a lo que tienen acostumbrados a sus seguidores.