Publicado en El Nacional
Por: Claudio Nazoa
Viajo en una pequeña y oscura cajita de madera. Las manos temblorosas de mi amada Coromoto me llevan al final de un destino incierto.
Siento esperanza en este viaje. Mi alma guardó motivos y recuerdos para seguir adelante, y como soy hijo de Dios en todas las religiones, sigo existiendo.
Un día fui una idea en las mentes y cuerpos de mis padres. No era planta, animal, hombre o mujer. Como ahora, no me preocupaba por ello.
Es como si mi cuerpo, hoy cenizas, se despidiera de mí, de lo que fui, de mis sueños, de mis logros, de lo que inventé, de lo que canté, de la gente a quienes hice reír, de mis hijos, de las mujeres a quienes amé y de mis buenos amigos. En fin, me despido y me reencuentro con todo lo que hice y fui.
Volando en cenizas sobre el mar, me doy cuenta del sentido de la vida. Del triunfo por haber alcanzado el milagroso y afortunado acto de haber nacido.
Doy fe de que luché por todo lo que soñé. Atrás solo dejo humor y amor. Agradezco ser parte del paisaje donde tanto tiempo pasé tratando de comprender el porqué de las cosas. Ahora lo entiendo todo.
Vengo de cenizas de estrellas y hoy regreso hacia ellas. Soy parte tangente del universo en donde un día maravilloso nació la idea de mi afortunada vida.
Soy y fui feliz. Lamento que otros sufran por mí. Viajo hacia un lugar desconocido y misterioso. Es como nacer pero en sentido contrario.
Como tantas veces soñé, vuelo al viento y con asombro veo mi cuerpo inexistente convertido en millones de briznas.
Presiento el mar. Comprendo su inmensidad y me gusta el vaivén del agua salada en el enorme oleaje al que ahora pertenezco.
Es de día y de noche a la vez. Me estoy yendo, pero algo me dice que no todo acabó, que, por el contrario, comienza.
Cada partícula de las cenizas que fui, y que ahora flotan en el mar, de nuevo son millones de espermatozoides en busca del óvulo que también algún día lejano fui. Otra vez tengo padre y madre pero no los conozco. El mar es la placenta y mi regreso es solo cuestión de suerte.
Volveré. No tengo apuro. Ahora soy luz, viento y agua. Formo parte del plácido océano que tanto amé.
Regreso al inexistente y recóndito sitio de donde partí.
Soy cenizas mojadas.
Soy el susurro de una veleta que busca su rumbo. De nuevo, mi regreso depende del amor de otros.
Soy más que cenizas. Soy la esperanza y la prueba de que el amor existe.