Siempre me ha llamado la atención la idea de ciertos urbanistas que plantean que la calle vacía es una invitación para que el hampa haga de las suyas a discreción. Es una idea poderosa. Si la comunidad toma los espacios abiertos, circunscribe el crimen, lo arrincona, lo reduce. Como suena.
Sé también que esta idea puede sonarle naif a mucha gente que vive en Venezuela hoy. Con niveles de criminalidad desbordados, la mera idea de tomar la calle suena a suicidio colectivo. Quizás eso es lo que quieren que pensemos muchas fuerzas que hoy interactúan sobre la sociedad venezolana para mantener a la gente encerrada y pasiva. Habría ver.
Lo que me interesa destacar son las ideas de Francesco Tonucci (Italia, 1940), organizadas en una entrevista que le hizo la periodista española Anatxu Zabalbeascoa en El País. Psicopedagogo de fama internacional, es el artífice de que muchos niños aprendan en el trayecto que va de su casa a la escuela más de lo que muchas vecen reciben en sus clases.
Tonucci es el creador del proyecto “Camino seguro’’: apela a la organización de los niños para ir juntos caminando a sus colegios. De esta manera, piensa este especialista, se obliga a los adultos a tener cuidado. Es la seguridad más económica. Estas y otras ideas se encuentran en su libro La ciudad de los niños, que en España publicó la fundación Germán Sánchez Ruipérez. Una forma poderosa de recuperar el espacio público.
Pensemos por un momento como funcionan las cosas cerca de nuestra casa. Pocos niños caminan a clase. Son trasladados por sus padres o por guardaespaldas o choferes en carros. No hablan con nadie.
Tonucci plantea algo sensato: “La seguridad producida a partir de medios defensivos es una manera de delegar nuestra responsabilidad. Se la cedemos a la cámara de vídeo o al guardia al que pagamos y la asumimos cuando cuidamos de los niños. Si yo fuera delincuente, sabría que un lugar en el que cuidan a los pequeños no es un buen territorio para actuar. El bandido necesita descuido, abandono, desconfianza, oscuridad y miedo. Por eso siempre recomiendo a los padres que dejen a los niños solos en la calle’’.
Reconozcamos que se trata de una idea a contracorriente del miedo y la paranoia que nos invaden a diario. Somos víctimas de sociedades atemorizadas, sin disfrute social, que sueñan con viajar a otras ciudades donde la gente camina sin miedo y vive de manera normal.
¿Qué dice Tonucci? La autonomía de los niños es “fruto del amor, no del abandono’’. El miedo nos vuelve vulnerables. ¿Suena conocido? No hables con nadie, no te detengas, cuídate de tu sombra… Un discurso que busca la seguridad, pero que construye niños atemorizados y sin felicidad.
¿Quien crea un sociedad con miedo? “La televisión y los políticos’’, afirma Tonucci. Los medios transforman la excepción en norma. 90% de los accidentes contra niños y mujeres proviene del entorno cercano, donde supuestamente se convive con la afectividad: familiares, educadores o parejas, lejos de las calles.
Para este incansable defensor de los espacios abiertos para los más pequeños, el lugar más peligroso es la casa y el carro de sus padres. Llamativo, ¿no? “El automóvil es un apéndice de la casa. Pero si va a urgencias y hace una encuesta verá que 90% de los niños llegan por accidentes de carro y domésticos’’.
Cómo actuar? Si un niño se encuentra solo en la calle y necesita algo, que llame a un adulto. Es primero que encuentre, sin pensar demasiado. Para evitar criterios de selección. Si uno discrimina, y dice a quién se le puede preguntar y a quién no, comienza la paranoia.
Francesco Tonucci ha difundido estas ideas por diferentes países del planeta. Hoy muchas comunidades que siguen sus ideas y los datos explican que ha bajado la inseguridad y los niños son más felices. No es poca cosa.