Por: Héctor Silva Michelena
El 17 de febrero podría ser bautizado “el día del gatopardo” ¿Por qué? Porque ese día Maduro nos hizo recordar la paradoja expuesta por Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1896-1957) en su novela El gatopardo. Ese día, lo que en verdad hizo Maduro fue anunciar medidas chucutas para intentar alargar la vida del modelo económico que llevó a la crisis. Lo imperdonable es que lo hizo en medio de una emergencia crítica misma. A juicio de expertos y economistas, el presidente optó por algunos ajustes dentro del modelo heredado de Hugo Chávez, pese a que el deterioro económico se ha acelerado desde 2013.
En el Avance Diario Las Américas (23/02/16), el periodista Roberto Deniz publicó un preciso análisis de las medidas anunciadas. Escribió: “Nicolás Maduro está atrapado en la crisis. Semanas de incertidumbre y expectativa se derrumbaron al término de la transmisión televisiva de cinco horas empleada por el presidente venezolano el pasado 17 de febrero para anunciar las medidas económicas que diseñó tras perder las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre de 2015”. Luego, cita a Maduro: “Ha sido elaborada por mentes, manos y espíritus made in Venezuela, es una agenda criolla, hecha de la necesidad nacional, del nuevo pensamiento económico en construcción”; anotó que eso “argumentó el mandatario a modo de presentación. Los interesados nos tragamos un preámbulo de más de dos horas antes de comunicar las decisiones: devaluación de la moneda, alza del precio de la gasolina, incremento del salario mínimo, la promesa a los empresarios de que ajustarán los precios de los productos controlados, así como planes para minimizar la ‘evasión’ fiscal y ‘reestructurar’ las cadenas estatales de comercialización de alimentos”.
¿Un nuevo pensamiento económico en construcción? Ni neoclásico, ni keynesiano, ni marxista, ni socialdemócrata, ni neoliberal, ni el reformado Estado del Bienestar, sino todo lo contrario: se trata de una mezcolanza (mezcla extraña y confusa, y algunas veces ridícula) de ajustes dentro del modelo económico que heredó del fallecido Hugo Chávez y que ha causado ocho trimestres consecutivos de contracción económica, un desabastecimiento crónico de alimentos y medicinas, una inflación promedio de 180,9% y de 315%; es decir, hiperinflación, en la categoría de alimentos en 2015, así como un déficit fiscal de más de 20% del Producto Interno Bruto.
Hoy en día hemos vuelto sobre el tema y comprobamos con dolor que la situación es miserable: Venezuela se encuentra al borde de una crisis humanitaria y del impago (default) de sus obligaciones, grave situación en que nos ha colocado la irresponsabilidad de Maduro y adláteres.
Los economistas siempre sostuvimos que la base de todo estaba en el modelo económico obsoleto que se estaba imponiendo a juro a los venezolanos, ya que la reforma constitucional de 2007, que contenía artículos orientados a la implantación de un socialismo no democrático, fue rechazada. En el presente se cosechan tempestades. El pan y el circo se acabaron.
No voy a proponer cuáles hubieran sido las medidas a tomar ni a cuantificar nada. El conjunto está claro y lo hemos advertidos desde 2012. Solo señalaré que Maduro ignoró la primacía de las instituciones en el crecimiento equitativo con respeto ambiental.
Los últimos trabajos sobre las instituciones y el crecimiento económico se han centrado en la importancia de las que protegen los derechos de propiedad y garantizan el cumplimiento de los contratos. Podríamos llamarlas creadoras de mercado puesto que, en su ausencia, los mercados no existen o funcionan muy mal. Pero el desarrollo económico a largo plazo exige algo más que impulsar la inversión y la empresa; habrá que tratar de construir otros tres tipos de instituciones para mantener el ímpetu del desarrollo, lograr flexibilidad ante las conmociones y facilitar una distribución socialmente aceptable de la carga frente a dichas conmociones, a saber:
• Reguladoras de mercado: es decir, las que se ocupan de las externalidades, las economías de escala y la información imperfecta; por ejemplo, las entidades reguladoras de las telecomunicaciones, el transporte y los servicios financieros.
• Estabilizadoras de mercado: es decir, las que aseguran una inflación baja, minimizan la volatilidad macroeconómica y evitan las crisis financieras; por ejemplo, los bancos centrales, los regímenes cambiarios y las normas presupuestarias y fiscales.
• Legitimadoras de mercado: es decir, las que proporcionan seguro y protección social, se ocupan de la redistribución y controlan el conflicto; por ejemplo, los sistemas de pensiones, los planes de seguro de desempleo y otros fondos sociales.
Ninguna de estas instituciones funciona en Venezuela; por el contrario, desde hace 17 años se inició un proceso de su destrucción que Maduro ha llevado a su cúspide. Sin instituciones sólidas no hay economía que funcione ni sociedad organizada: reinará el caos.
• En el aspecto político: cambiar al gobierno en un contexto en que haya consenso político de equidad e inclusión; es decir, oposición y chavismo. Este es un tema muy duro, la nuez del problema porque, según se sabe, y así lo afirma Felipe Pérez Martín en el PSUV, si bien hay corrientes dispuestas a hacer renunciar a Maduro porque lo ven como un lastre para su futuro político, hay un sexteto absolutamente intransigente: Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, Cilia Flores, Jorge Rodríguez, Héctor Rodríguez y Tareck el Aissami, los intransigentes que están beneficiando a quienes se perjudicaran con un cambio, afirma Felipe Pérez Martín (Tal Cual 12-18/02/2016) y yo lo comparto.
Todos estos poderes requieren renovación. ¿Cómo lograrla? Hay que estudiar la vía más rápida, apegada a la Constitución. Un revocatorio podría destituir a Maduro y podría nombrarse un presidente de transición que, según FPM, podrían ser Henri Falcón o Ramos Allup, sin aspirar al 2019 propone FPM; yo opino que la decisión debería tomarse después de unas primarias o un consenso amplio civil, nunca militar.
Lo que queda claro para el chavismo crítico y la oposición es que la crisis es atribuible, primero a Chávez, y luego a Maduro, quien la agravó. Conclusión: las medidas son simples, pero Maduro debe salir por cualquiera de los medios democráticos dispuestos en la carta magna.