Por: Carlos Raúl Heerández
A Leopoldo Castillo con un abrazo
El Premio Nobel de Física Niels Bohr, dijo a lo Groucho Marx que “es muy difícil hacer pronósticos, particularmente cuando se refieren al futuro”. Todo pronóstico supone intelectualmente en el mañana condiciones de hoy que para entonces no existirán y habrán cambiado en cursos de acción incognoscibles. Los neoyorquinos se angustiaban por los problemas del crecimiento de la ciudad, como narra Scorsese en Gangs de New York.
Elbert James, un futurólogo de la época, calculó que para 1900, la multiplicación del número de caballos para el transporte crearía un grave problema de salud pública en NY, pues se necesitaría un espacio de tres veces el Cañón del Colorado para desechar la gran cantidad de bosta. Vinieron el automóvil, el ferrocarril, y problema zanjado.
La planificación estratégica es un hallazgo contemporáneo que ilumina con nuevas luces la acción humana. A diferencia de la planificación tradicional, incorpora como fundamento de cualquier plan la irrupción de imponderables, elemento importado específicamente de la política a las ramas del saber. Mientras la ingeniería, la economía o la sociología positivistas se basaban en la planificación “normativa” o “indicativa” a partir de “datos duros”, “tendencias demostradas”, la acción política es lo contrario.
Un ingeniero, y la gente en general, tienen certeza que si se aplican estrictamente las conclusiones de los estudios y los cálculos, el edificio o el puente serán realidades que desafiarán la gravedad y el tiempo. En cambio, por muy bien planeado y ejecutado que esté un objetivo político, en todo momento está en peligro de desmoronarse.
En la lucha del poder se procede con altos niveles de incertidumbre, en el lenguaje de Bohr. Un político parte intuitivamente de que cualquier objetivo es difícil, también es posible, pero depende de múltiples factores incontrolables que intervendrán activamente en un sentido y en otro. Enjambres de factores que no entran en el plan, pues se desprenden de irrupciones de la realidad. Los “cisnes negros” del famoso libro de Taleb.
“Los rusos también juegan” dijo una vez Zagallo, el director técnico del equipo de Brasil. Esta frase resume mejor que nada la dinámica del combate por el poder. Hay que contar, naturalmente, con la preparación necesaria, y además con la maquiavélica diosa Fortuna, pero mucho dependerá de miles o millones de iniciativas y acciones impredecibles, y de los errores y aciertos propios y del adversario.
La secuencia es conocida. Chávez salió de la presidencia y hasta el 10-1-13, Nicolás Maduro la ejercerá de manera informal, no estrictamente apegado al art. 233 de la Constitución. Si el Presidente electo no se presenta a la toma de posesión en esa fecha, ejercería el cargo provisionalmente la cabeza del Poder Legislativo. Si el 5 de enero lo ratifican en el cargo, lo asumirá el hombre más poderoso de Venezuela, Diosdado Cabello, con el imperativo de convocar unas elecciones generales en plazo conminatorio y de acuerdo con las “posibilidades” del CNE.
Maduro recibió la unción y a pesar de que es el hombre de La Habana, su imagen es menos polémica que la de Cabello, quien hacía gala de que no había ido a la isla del Dr. Castro, -ya fue- pero se comporta como un teniente. Cabello maneja el Gobierno, la administración pública, la Asamblea Nacional, impuso candidatos a gobernadores y sus compañeros de promoción son hoy generales. ¿Repetirá el 5-1-13 como presidente de la Asamblea Nacional? ¿O será otro?
El PSUV no está formado en métodos democráticos para dirimir aspiraciones. Donde hay una sola voz, no existen diferencias legítimas. ¿Podrán armonizarse las tres fuerzas principales, Cabello, Maduro y Jaua, y aprenderán a convivir y a construir una organización democrática moderna? ¿O por el contrario, conservarán el caudillismo decimonónico, con planteamientos de las cavernas?
Astucia de los imprevistos, la alternativa democrática podría tener en sus manos la inesperada revancha, si actúa con sentido de la realidad, rapidez y eficacia. Si no aparecieran ambiciones insensatas que pusieran en peligro la unidad. Shit happens dicen los gringos y cualquier avilantez o impaciencia pueden poner en peligro lo que parecería -parece- al alcance.
Se plantea urgentemente la discusión de un plan de gobernabilidad con el chavismo, en virtud de que no será posible una conducción caudillista. Amarrar los doberman y crear una plataforma común para enfrentar la crisis económica que amenaza al país para el año que viene, en especial a los sectores populares.