Por: Carlos Raúl Hernández
Cada devaluación lanza uno o dos millones de personas a la pobreza, de acuerdo a su magnitud
Está en marcha un paquete de aumentos de tarifas, precio de la gasolina y macrodevaluaciones. Cada devaluación lanza uno o dos millones de personas a la pobreza, de acuerdo a su magnitud. De tener las clases medias más poderosas del mundo junto a las norteamericanas, hoy en Venezuela casi no existen, de acuerdo con parámetros internacionales. El desarrollo de clases medias es síntoma de prosperidad. Una vendedora de 18 años en una tienda de NY, gana siete veces más que un profesor universitario titular en Venezuela y hace veinte años era al revés. Paquete fue el estigma comunicacional del programa de ajustes macroeconómicos, implantado aquí -y en el resto del continente durante los 80 y 90- para corregir un déficit de 8 mil millones de dólares en el BCV, cuando el precio del petróleo descendió a 7 dólares. Su aplicación impidió que se siguiera la autopista del Sur de hiperdevaluaciones e hiperinflaciones de miles por ciento.
El FMI condiciona la ayuda a los países botarates con un conjunto de medidas que regresan la sensatez administrativa a los que la han perdido. Hoy le toca a Europa enderezar economías débiles y con déficit fiscales gigantescos, tal como Latinoamérica en época de bajos precios de las materias primas y gastos públicos incontrolables. En la actualidad el problema en la región es la sobrevaluación de las monedas locales, es decir, que el dólar se devalúa por su abundancia en el mercado. Pero este paquete venezolano es caso insólito, ya que con descomunales ingresos en divisas, control abrumador del Gobierno sobre los poderes y las finanzas públicas, se ven en la necesidad de devaluar y hacer ajustes. Posiblemente sea el primer caso (tal vez Holanda en el siglo XVI) de una nación que en medio del mayor auge de ingresos de su historia, digno de las mil y una noches, en vez de bienestar, servicios gratuitos, calles perfumadas y aceras mecánicas, presente escasez de leche, harina, comunicaciones y medicinas.
Paquete para peor
Los historiadores se preguntarán cómo es que tanta riqueza no convirtió a sus poseedores en Dinamarca o Kuwait, sino en el menesteroso de la familia. Y el plan no se elabora con la asesoría técnica de los organismos internacionales, sino a la vera del gobierno chino, que no cree en ayudas revolucionarias, ni Alba ni Petrocaribe, y solo le interesa que si presta le paguen. Los programas del pasado estabilizaron las economías en los ámbitos cambiario, fiscal, de precios, y años más tarde la región caminó impávida sobre la actual crisis europea. Las fuerzas democráticas deben orientar a la ciudadanía sobre lo que el Gobierno hace, va a hacer y lo que debería hacer para evitar la caída en el abismo del que hasta ahora solo se han visto los trailers. Es difícil imaginar una inflación de 5 mil por ciento, cuando una de 70 por ciento es insoportable y parece el fin del mundo, ni que el dólar pueda costar tres mil bolívares.
Pero lo que no aparece en el paquete gubernamental es la solución y más bien amenaza profundizar el drama. Las brumas ideológicas y la falta de rigor técnico y espíritu democrático, hacen que este paquete solo indique que el año que viene todo será peor. Sin una reforma económica y administrativa estructural que ataque las raíces, los aumentos de tarifas no son más que parte del castigo inflacionario, el intento de apagar el incendio con gasolina. Y en vez de solicitar nuevos sacrificios a la gente (austeridad) hay que exigir que se racionalice el gasto, que ha hecho miserable a la ciudadanía. Poner el énfasis en que se gaste bien. Decía hace años Carlos Alberto Montaner que 40% del ingreso en divisas se va por caminos ocultos, y otra gran parte en financiar revoluciones y derroche.
Juventud perdido tesoro
Las dádivas no alcanzan para vivir decentemente y condenan a la población joven a la improductividad, la miseria, la buhonería y la delincuencia en el mejor momento de su existencia. A tener una vida desgraciada y una vejez indigente por carecer de oficio productivo. Hay que convertir el despilfarro en un megaplan de infraestructura y educación que genere empleo, y hacer reformas económicas e institucionales para incrementar la productividad y las exportaciones. Captar capitales internacionales y nacionales fugados. Deberían recordar que los únicos países de la región donde hay fuga de capitales son Venezuela y Argentina, los que padecen control de cambio.
Piensan que gobernar es empobrecer “para que no los tumben” (imagine a Mandela razonar así) y con control de cambio hay pobreza y no hay inversión. Habrá si se crean condiciones legales, institucionales y políticas y cesa el latiguillo contra la mitad del país. El desarrollo de China y la India en treinta años se debe a billones de dólares invertidos por EEUU, Europa y el resto del mundo, que les han permitido abandonar la categoría de naciones famélicas. Pero en vez de hipotecar la industria petrolera por una generación, hay que invitar a las grandes empresas a invertir en ella, como hace Brasil o cualquier país normal. Lula dijo hace años: “Brasil será en dos décadas uno de los primeros exportadores de petróleo del mundo”. Mientras, Pdvsa se desploma en el ranking mundial del que fue primera y se convierte en un Ministerio.
@CarlosRaulHer