Por: Carlos Raúl Hernández
El crecimiento económico retrocede, mientras la inflación y el dólar paralelo aceleran
Se acuerda Ud. del Premio Nobel Joseph Stiglitz, el asesor de cabecera de los Kirchner? El mismo que hace poco dijo que el único país latinoamericano que hacía lo correcto en materia económica era Argentina. El mismo que justificó ampliamente cuando el Gobierno prácticamente tomó por asalto el control del Banco Central. El que luego se vino a Venezuela a felicitar a Chávez. Sería interesante saber qué piensa ahora sobre lo que dijo hace apenas unos pocos años. El balance de su asesoría es: disminución de la actividad económica, caída del comercio internacional, devaluación de la moneda, inflación desatada y mayor déficit fiscal, que manchan de incertidumbre el futuro de la economía argentina y de los ciudadanos del país, nada prometedores a menos que el Gobierno cambie su rumbo. Ya en el año que termina, las variables macroeconómicas sufrieron un gran deterioro y los analistas esperan que esta tendencia se acentúe cada vez más con el paso de los meses. Las perspectivas están plagadas de amenazas.
Los análisis indican que en adelante empeorarán la producción y el consumo, y el estancamiento será mayor. De acuerdo con los resultados del año de diversos analistas, empresas consultoras y el FMI, la economía se desplomó rotundamente y arrastró con ella el nivel de empleo, la tasa de ocupación y las inversiones de capital. La industria automotriz sintió hondamente la baja de la demanda brasilera por los problemas comentados de ese país, de la construcción y la industria automotriz, deterioro del comercio con Brasil y menos exportación de soja. Eso coincide con la consultora Economía & Regiones. Sin un cambio profundo de políticas económicas que modifique radicalmente las expectativas, que no aparece en la agenda pública hasta ahora, no habrá mejora del escenario macroeconómico en ciernes. Ojalá Stiglitz los aconseje, esta vez en sentido contrario.
Siempre el mismo error
El crecimiento económico retrocede, mientras la inflación y el dólar paralelo aceleran. Se requiere, como en la Latinoamérica de los 80, incluida la propia Argentina, implantar un programa de reformas en las áreas fiscal, monetaria, cambiaria y, al mismo tiempo, modificar la política de financiamiento y erradicar el pago de deuda con reservas. El Gobierno tendría que modificar sus concepciones populistas con audacia para recuperar capacidad fiscal. Sobre los datos económicos hay amplias dudas sobre los números que emanan de los organismos oficiales y se ha extendido un cuestionamiento general sobre ellos. Los números proporcionados por el Gobierno en cuanto al PIB son desconfiables y los actores económicos reticentes a ellos, a pesar de que el Gobierno hizo algunas correcciones metodológicas a la medición de variables y la manera de obtener indicadores. Argentina es el país que comete siempre los mismos errores.
Los análisis realizados sobre datos oficiales pronostican una inflación de 28%, pero los sindicalistas del kirchnerismo, que se apoyan en sus propias empresas consultoras, economistas y en los datos regionales, calculan que será de 37.4%. Como ocurre en general con los proyectos políticos populistas, el kirchnerismo, se basó en la expansión del consumo, que permitió al Gobierno mantener un alto crecimiento en la época de vacas gordas. Ese consumo cae en 2014 en 1,5%. Se derrumban catastróficamente las inversiones en 3,5%. Los agentes económicos se niegan a confiar sus capitales en un país que marcha de manera dislocada. El repliegue de las inversiones conduce a que la producción industrial merma en 2,4% y multiplica el desempleo que se remonta de 7,1% a 7,8% (FMI, 2014).
Hacia la parálisis
Esto lo determina la contracción de la industria automotriz, que se desploma por el descenso de la demanda interna y por la ralentización de las compras brasileras, víctimas de sus propios problemas. El volumen global de exportaciones desciende 4,5%, tanto por lo que pasa con la de automóviles por la disminución de soja, pues el 50% de la cosecha de 2014 no se ha vendido con la cotización internacional más baja de los últimos cuatro años. Las importaciones desde Argentina disminuyeron 6,7% en 2014 porque el Banco Central restringe la venta de divisas a la ciudadanía para frenar la fuga de divisas y que se declare con más intensidad el proceso inflacionario. El dólar se dispara de 8.43 pesos a 9.61 al cierre del año. Un aumento en las tarifas de servicios públicos cercano al 70%, mientras las reservas internacionales terminan reducidas a 22.000 millones de dólares.
La economía decrecería en torno a 2%. El superávit fiscal estaría en apenas 10.000 millones de dólares pero los observadores independientes piensan que estará por debajo de ese límite. Según la publicación LatinFocus Consensus Forecast se considera que para la fecha (diciembre 2014) el superávit se ubique en 8.600 millones de dólares y otros en apenas 5.500 millones. Pese al desprecio que el Gobierno ha evidenciado sistemáticamente por la soya y por los cultivadores en sus declaraciones, la economía depende cada vez más de esa oleaginosa y del maíz, en un país que llegó a ser una gran potencia industrial en el pasado. Pero las industrias, como consecuencia de las políticas proteccionistas y el control de cambio, ha perdido competitividad, junto con la producción de energía.
@CarlosRaulHer