Por: Andrés Cañizález
Son tiempos duros los que se viven en Venezuela y casi con seguridad vendrán peores momentos. La crisis económica, con la secuela social que va de su mano, apunta a manifestaciones realmente hiperinflacionarias, mientras que la represión y el autoritarismo sigue siendo la respuesta oficial favorita. Vivimos en Venezuela en tiempos de dictadura. Mi papá, con 91 años, nos aconseja: hijo hable bajito.
Van las lecciones del anti-manual que he detectado en los últimos tiempos:
No le hable claro al pueblo, dígale que de ésta vamos a salir fácil. La idea del inmediatismo, de esto se arregla rápido es tal vez la peor de las fantasías políticas que vende cierto liderazgo en Venezuela. En realidad alcanzar nuevamente la democracia en Venezuela no será ni fácil ni rápido. Salir de una dictadura no sólo es cuestión de objetivo, que es claro, sino de método y éste debe ser democrático. Apostar a la salida rápida de que unos militares institucionalistas harán el trabajo, que en verdad le compete al liderazgo político que apuesta al cambio, es posiblemente la peor estrategia del anti-manual.
En un mismo día dicte tres acciones que no sean coincidentes. La perla que se reflejó hace poco en Venezuela. Un dirigente político decía que debían cerrarse las calles por 2 horas, otro por 10 y peor, aún, una de las principales voces de la oposición democrática le dice a la gente hagan lo que quieran. Si algo dicen las experiencias exitosas de transiciones a la democracia es que hubo un frente, mesa o quiera llamársele genuinamente unitario. La riqueza de que no tengamos uno, sino varios líderes debe aprovecharse, se multiplican las audiencias, y no es para lanzar flechas sin coordinación previa.
Antes de discutirlo en el seno de la coalición haga públicas sus posiciones.Es tal vez la más reciente adquisición de este anti-manual de cómo no salir de una dictadura. No espere que el frente unitario discuta y haga saber públicamente la estrategia a seguir. Juegue adelantado y en solitario, eso le garantiza el aplauso del dictador. El resto de los dirigentes no llame a discutir una posición común, sino que ataque en público la posición del compañero avispado. No hay nada que ayude más a una dictadura a que se hagan públicas las fisuras de los adversarios.
Alcance logros y no los celebre, eso será de mucha ayuda… para la dictadura. El frente unitario tiene capacidad de movilizar cívica y democráticamente a millones de venezolanos, éstos le dan un espaldarazo a la opción de que haya una salida constitucional a la crisis. El mundo entero admira la acción, pero usted ese día no muestra un brindis, una celebración y ni siquiera estalla un cohetón. Peor aún, al día siguiente de la gesta tampoco lo celebra. No hay mejor adversario que aquel que habiendo triunfado no tiene capacidad de reivindicar tal victoria.
Conviértase en la voz de la conciencia, el que ya todo lo dijo antes que nadie. Cierto liderazgo en Venezuela, y no lo hace por ser femenino, nos recuerda a cada paso que eso ya lo había advertido. La frase habitual es “se los dije”. Les recuerda a todos los otros sus errores, pero no tiene capacidad de hacerse autocrítica. Esa voz de la conciencia sería importante en las discusiones internas de la coalición, pero su expresión pública genera ruidos en no pocas veces innecesarios. Para la dictadura esto resulta provechoso, líderes de gran calibre en el seno opositor le dedican tiempo y esfuerzo en ver quién tuvo, tiene o tendrá la razón, en lugar de estar construyendo estrategias unitarias para el cambio.
No sea transparente y deje que la dictadura hable por usted. Si hubiese un manual de cómo hacer frente a una dictadura aquel comenzaría diciendo que haga uso de cualquier espacio que le deje la dictadura y si el régimen se abre a negociar no desperdicie la oportunidad. Bajo la lógica del anti-manual, en cambio, se hacen reuniones y se permite que sea la dictadura el que le dé el marco comunicacional al tema, cuando debería ser lo contrario. Si usted se reúne con un emisario de la dictadura no sea usted el primero en decírselo a sus seguidores, así la dictadura le plantará un relato al que después usted, de todas formas, tendrá que responder.
Estamos en tiempos duros, de dictadura ya sin ambages. ¿Sabrá la dirigencia opositora (toda ella) conducir el descontento mayoritario que hoy se respira en Venezuela y alcanzar con éxito el anhelado cambio democrático? Les confieso que a veces tengo dudas.