Si una mayoría política pierde puntos, revisa su estrategia y cambia lo que tenga que cambiar. Sin complejos. Si una minoría política pasado un tiempo sigue siendo minoría, pues revisa su estrategia y corrige lo que le impidió convertirse en mayoría. Sin complejos. Mayoría y minorías deben buscar acordarse, encontrar espacios en común y desarrollar sinergia. Les viene bien. Pero hallar ese común denominador le conviene todavía más a la minoría.
El león es un animal muy inteligente. Aprecia, cuida y acicala su cola. Ella le sirve para muchas cosas, pero le es importante para mantener el equilibrio lo cual lo hace más eficiente en la cacería. Pero si por cualquier percance la pierde, el león se adaptará. Sabrá compensar con el uso de otros músculos el desequilibrio de no tener cola. Y seguirá cazando. Pero la cola cercenada quedará ahí, en donde la perdió, como alimento de aves de rapiña, de insectos y de toda suerte de carroñeros.
El próximo 5 de enero habrá votación en la Asamblea Nacional. Se elegirá autoridades. Cualquier diputado de las minorías que ocupara la presidencia de la AN quizás tendría grandes virtudes, buenas ideas y magníficas intenciones, pero empezaría de cero en materia de liderazgo. Y eso, que pudo ser bueno en el medio de los cinco años de legislatura, en un año electoral es un error, una torpeza estratégica y táctica.
Juan Guaidó cuenta ya con la mayoría simple que lo reeligirá en la presidencia. Unos grupos minoritarios han expresado que no lo apoyarán con su voto parlamentario. Pero es tonto conformarse con un “no hacen falta”, aunque aritméticamente sea cierto. Hay algunos votos indeseables. Los de los diputados sospechados de actos impropios. De esos es mejor librarse. Pero hay diputados que por ahora no desean ofrecer su respaldo. Eso no es bueno, por varias razones. Sea que voten “No”, se abstengan o no asistan a la sesión, su negativa generará disgusto y muy probablemente mella en relaciones que deben ser lo más armónicas y cooperativas posible. Pero hay ver más allá. Esos grupos de minorías quedarán debilitados. Su poder de negociación con la mayoría parlamentaria quedará mermado y eso, en un año electoral (habrá selección de candidatos sea por consenso o por primarias) no es asunto de poca monta. Perderán también poder de arbitraje, que en política es algo muy valioso. En el archipiélago quedarán como islas menores. ¿Quién no pierde en ese escenario? Pues la bancada oficialista. Queda exactamente igual como está pero con la ventaja, en un año electoral, de tener contendores divididos y disgustados.
Yo entiendo que los diputados de las minorías estén preocupados por perder la buena pro de sus electores. Es comprensible que eso les angustie. Pero hay dos puntos a resaltar. La gente no reconoce liderazgos porque éstos hagan lo que se les pide. Y ese mismo conglomerado que un día puede quejarse al tiempo reconocerá el mérito de quién tomó la decisión acertada aunque ésta no fuera popular. El buen liderazgo no trabaja para el aplauso (asunto muy pasajero), trabaja para el apoyo (que aguanta los embates de las circunstancias). Esas minorías parlamentarias pueden escoger entre influir desde adentro (incluso logrando cambios estratégicos y tácticos) o convertirse en piedras en el camino que molesten aunque no disuadan a la mayoría de continuar el camino.
Dividir es malo cuando se necesita el poder que da la unidad. Pongamos ejemplos de perversos y también de “buenos”. Pablo Escobar no se hubiera enfrentado a sus propios socios, su historia hubiera sido muy distinta. El mismo destruyó su hegemonía. Por suerte para todos se equivocó. Si Hitler no hubiera cometido el error de enfrentarse a Stalin quizás sus fuerzas le hubieran alcanzado y sobrado para mantener su dominio y aumentarlo. Afortunadamente cometió ese error. Si los aliados hubieran cancelado Overlord porque las condiciones no eran perfectas, la guerra hubiera tomado un rumbo muy diferente y el triunfo, de haber ocurrido, hubiera sido más tarde. En buena hora, los aliados desoyeron las consejas de varios británicos y del grupo francés de Petain.
Este 5 de enero (a la vuelta de la esquina) es un punto de decisión. Hay que aspirar a que quienes deciden lo hagan sin capuchas en los ojos. Tienen que mirar de cerca, de lejos y para todos lados.
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