Todos somos venezolanos, pero…

  “Mami, cuando te pregunten qué necesito, diles que barajitas para llenar el álbum”. La frase la puede haber dicho cualquier niño del planeta. Una frase habitual en julio del 2014, en pleno clímax del Mundial de Fútbol. Sólo que, esta vez, quien la dice es Marco Coello, joven venezolano de 18 años quien ya cumple cinco meses preso. ¿Su delito?: Haber participado en la marcha del 12 de febrero, día de la juventud, en protesta por los estudiantes detenidos en Los Andes. El candor de la petición, que refleja el nivel de aspiraciones de alguien que aún sigue atado a los entusiasmos lúdicos de la vida, contrasta escandalosamente con el dictamen de la juez 16 de control, Adriana López, quien ratificó los cargos impuestos por el Ministerio Público contra el joven: incendio, daños, instigación a delinquir y agavillamiento.

  Así, de esta manera, comienza la crónica “En el lugar equivocado”, que ayer en El Nacional publicara Leonardo Padrón. Lo que sigue a continuación es el recuento desgarrador de la conversación de Padrón con la señora Doris de Coello, la madre de Marco. Él debería graduarse de bachiller en estos días, pero no sólo perdió el año sino que ha perdido también la libertad. Y es terrible, produce una indignación inmensa, una profunda impotencia, muchísima rabia ver el caso. Sobretodo, porque al lado de esta circunstancia las personas que han sido responsables, supuestamente, de asesinatos en estas manifestaciones están en libertad.

  Hoy El Carabobeño leo: “Medidas cautelares para la Guardia Nacional no se ajustan a derecho. La decisión emitida por el Tribunal Sexto en funciones de control del Circuito Judicial Penal del estado Carabobo, que concedió medida sustitutiva de libertad con régimen de presentación cada siete días a los sargentos de la Guardia Nacional Bolivariana, Franklin García y Paola Barroso, implicados en la muerte de la estudiante Geraldine Moreno durante una manifestación en Tazajal, en Naguanagua, no está ajustada a derecho.

  “El abogado penalista Antonio Marval explicó, que el Código Orgánico Procesal Penal establece que si existe un peligro de fuga procede una medida privativa de libertad por tratarse de un homicidio. Recordó que la joven murió a consecuencia de un perdigonazo en el rostro. Consideró además que el hecho de que sean efectivos militares es un motivo para que obstaculicen fácilmente la investigación, debido a que pueden amedrentar e intimidar a otros.”

  Este es un país donde no hay justicia, y estos dos casos lo evidencian. Porque junto a estas circunstancias de los dos Guardias Nacionales, tenemos también a los funcionarios del Sebim implicados en circunstancias parecidas, quienes también están en libertad. Coello no lo está.

  ¿Por qué la juez Adriana López procedió de esa manera? ¿A qué le teme ella? ¿Teme verse retratada, reflejada en el espejo de la jueza Afiuni, por ejemplo? ¿Qué clase de país es este donde la justicia no pasa de ser una trampa?

  La MUD reclamó el fin de de semana, por ejemplo, que en su programa de televisión “Con el mazo Dando”, el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, hubiese pedido la orden de detención contra  Gustavo Tarre y Henrique Salas Römer por el disparate del magnicidio. La MUD observó: Y de inmediato salió esa orden de detención.

  ¿Quién es la justicia en el país? ¿Diosdado Cabello desde un programa de televisión?

  Este es un país raro, un país donde no todos somos venezolanos, por lo visto. O donde algunos son de primera y otros somos de tercera, o de  cuarta.

  ¿Puede un país con semejantes fracturas sobrevivir?

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