Tiempos de desmesura e irracionalidad. El país se va en sangre. Las cifras de muertos son espeluznantes, se incrementan de manera ciertamente diabólica, infernal. Pero un muerto en particular levanta todo un escándalo en la opinión pública y especialmente en el sector oficialista. El asesinato de Robert Serra, un asesinato cometido con cruel saña, tiene indignada y conmocionada a toda la población.
Pero llama profundamente la atención el uso político que le han dado prominentes dirigentes del oficialismo a este asesinato. El Ministro Rodríguez Torres advirtió, en su rueda de prensa, que todavía se está investigando, no se ha llegado a nada puntual, concreto, ni el CICPC ni el Ministerio Público. Hay algunas evidencias interesantes, hay algunos videos de los seis asesinos, y se ha llegado a la conclusión de que fue un asesinato por encargo. Pero de allí a afirmar que es un asesinato de la derecha fascista, como ayer lo dijo Blanca Eekhout, hay todo un abismo.
Ayer, en la Capilla Ardiente en la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello llegó hasta estos extremos: “Si nos duele, señores fascistas, que nos maten a uno de los nuestros, nos duele en el alma pero no nos van a amedrentar, no nos van a chantajear. Dentro de 40 años los niños tendrán patria gracias a los sacrificios de unos mártires que siguieron el camino de la revolución bolivariana.” Además, Cabello critica las “condolencias hipócritas que llegan desde el fascismo: “Para ellos Robert era un estorbo y creen que ya no estará en la Asamblea, pero están bien equivocados porque Robert seguirá en la Asamblea, en la calle, con los jóvenes, con los trabajadores, este crimen no quedará impune”.
¿Por qué afirma este señor que le ha asesinado lo que él llama el fascismo o la derecha? ¿Por qué se adelanta a las investigaciones? ¿No es más prudente, señor Cabello, esperar a que los pesquisas del CICPC lleguen a las conclusiones decisivas?
Pero esto de las desmesura no se queda en el país. Este singular personaje llamado Ernesto Samper, desde Quito, en su rol de Secretario de Unasur, dijo ayer que “el asesinato de Serra es una señal de la infiltración del paramilitarismo colombiano”.
¿Recuerdan el asesinato de Eliécer Otaiza? ¿Recuerdan que hasta el mismísimo Nicolás Maduro salió a decir que fue planificado desde Miami, de nuevo por la derecha fascista, bla bla bla? Ahora el Presidente ha vuelto con el mismo argumento apresurado. Pero resultó que aquel asesinato fue obra del hampa común. Hampa común como en la inmensa mayoría de los asesinatos en nuestro país.
El general Rodríguez Torres dijo ayer que se descartaba el hampa común en el asesinato de Serra porque había sido un sicariato. Y uno se pregunta: ¿los sicarios no son hampa común?
Tiempos de confusión. Peligrosos tiempos de desmadre.