En política hay una expresión fuerte, elocuente: “Rodar cabezas”. Esto suele aludir a un cambio, cambio dentro de un partido político, cambio de un gobierno, de un régimen, en fin. Se trata, en efecto, de una metáfora; bajo ninguna circunstancia, al menos en los tiempos que corren, se trata de decapitar a nadie. Hugo Chávez, por ejemplo, en su campaña electoral de 1998, habló de “freír las cabezas de los adecos”. Pero fue sólo una metáfora porque nunca le frió la cabeza a nadie.
Pero se da ahora la paradójica circunstancia de que es el propio Hugo Chávez el que ha rodado -después de muerto- y de una manera penosa. Elizabeth Fuentes escribe una reseña magnifica en Konzapta.com donde nos cuenta el incidente:
“Ni dos meses duró la cabeza de Hugo Chávez en su sitio, un busto de bronce que inauguró el Alcalde de Camaguán, José Vásquez, el 28 de julio pasado, para conmemorar el natalicio del mandatario “como muestra del profundo agradecimiento y del inmenso amor que tiene el pueblo camaguanense hacia el presidente Chávez, dado el interés que el mandatario nacional mantuvo hacia esta localidad sur guariqueña que encontró su despertar con la revolución”.
Pero apunta la periodista que, como resultado de lo que algunos han comenzado a llamar el “efecto Susana Barreiros”, el busto colocado en el recién inaugurado Paseo Turístico Hugo Chávez -“para honrar la memoria de este gran hombre que ha dejado un legado imborrable en los venezolanos y muy especialmente en los llaneros”- amaneció sin cabeza. Y precisa Fuentes: “No sólo amaneció sin cabeza, sino que ésta rodó de su sitio y quedó semidestruída en el piso.”
Por lo visto la derrumbaron a mandarriazo limpio. De hecho, la cabeza que quedó en el piso evidencia los efectos de los golpes: la boina está rota, la nariz igual, la quijada destrozada. Y Elizabeth, con la agudeza que la caracteriza, llama la atención sobre varios detalles importantes: “Nadie se responsabilizó por el acto, pero más aún llama la atención que nadie escuchara el sonido, seguramente fuerte, de los madarriazos contra el busto presuntamente sagrado para la población de Camaguán. Ni que nadie avisara a las autoridades y, más raro aún, que nadie quisiera quedarse con la cabeza en ruinas, como hacían los fanáticos peronistas con todo lo que concernía a Evita, o ni siquiera para fundirla y venderla luego. Nada. La dejaron allí, sola y abandonada, como ocurre en las encuestas.”
Esto dice muchísimo. Es sabido que cuando caen los regímenes lo primero que se derriban son las estatuas, ellas simbolizan el oprobio, lo peor, la personificación de los males, la sumatoria de todos los pecados de las tiranías. Y cuando empiezan a caer las estatuas es porque ya nada queda en pie. Es bueno reflexionar sobre lo que sucedió en Camaguán.
Eso sucede cuando nuestras acciones no se corresponden con la equidad, sino con la complacencia. Gracias Señor Cesar Miguel por deleitarnos con sus visiones, apreciaciones y bien observar al ser humano y su entorno.