Declara Néstor León Heredia: “En ningún momento (Maduro) cedió funciones como Jefe de Estado a Istúriz; como gerente delegó responsabilidades (…) El Psuv no le teme a elecciones. Estamos preparados, como revolucionarios, en caso de que se presente cualquier escenario. No buscamos candidatos. Maduro es el líder. No hay otro, llegará a 2020. En su momento tendremos un relevo extraordinario”.
Tales declaraciones las da a Hernán Lugo-Galicia, quien las publica en El Nacional en un reportaje a propósito de las tendencias que se pelean dentro del chavismo la sustitución de un ya virtualmente decapitado Nicolás Maduro. No tiene sentido detenerse en la ilimitada ristra de mentiras del ex diputado León Heredia, oscuro personaje de tercera o cuarta categoría en la jerarquía chavista. “Maduro buen gerente… Maduro único líder”. En fin, cada quien adula o se guinda según sus posibilidades. Sí resulta más interesante, sin embargo, detenerse en la condición que se atribuye el declarante de marras: “revolucionario”.
Mucho se ha escrito sobre la gran frustración que supuso para Hugo Chávez haber llegado al poder por vía electoral y no insurreccional. Perdió, para la historia, el carácter épico que necesitaba su gesta. Bien lo describió Alberto Barrera: en lugar de guerrillero terminó siendo un simple funcionario. Pero sus seguidores –como él en su momento- todavía se ven urgidos de cubrirse con tan falso manto, o mejor debería decir “guerrera”.
Por eso León Heredia se dice un revolucionario “preparado para cualquier escenario” (¿fusil en mano a defender la revolución?). Y si él es revolucionario, me pregunto, ¿Wilmer Ruperti también lo es? No en balde, sus razones para pagar los costosos abogados de los sobrinos son “patrióticas”. ¿Y Hermán Escarrá también es revolucionario? ¿Cómo cabe el voluminoso y jabonoso personaje en esta definición? ¿Y los bolichicos y sus millones y sus yates y sus aviones? ¿Se saludarán al grito de ¡Camarada!, cantarán Belachau? ¿Y cómo se define un oficial graduado en la Academia Militar? ¿Es capitán o es revolucionario? ¿Roy Chaderton lo es? ¿Acaso Rafael Ramírez? ¿Luisana Melo y todas las irresponsables ministras de salud que le antecedieron lo son? ¿Y qué de los militares que administraron Cadivi, Cencoex, Pdval y Ministerio de Alimentación? ¿Qué los hace revolucionarios? ¿Cómo se llama la causa –si existe- que han defendido? ¿Y dónde dejamos a Miguel Pérez Abad o a Nelson Merentes, y Bernardo Álvarez y Eulogio Del Pino, por citar solo un póquer adinerado y exclusivo?
¿Qué es, pues, a estas alturas de un calendario fracasado, ser revolucionario? ¿Cómo se viste, qué defiende un revolucionario de hoy?
Pueden abstenerse en la respuesta los bachaqueros –no importa su monta-, los integrantes de los colectivos y los pranes de nuestras cárceles.