¿Reventó el reloj de arena?

Todos conocemos la línea editorial del diario El Nacional. Es una línea dura, fuerte, en tono si se quiere radical en contra del gobierno de Nicolás Maduro. Sin embargo, pocas veces se llega, a pesar de esa dura línea editorial, a un extremo tan fuerte como el del editorial del pasado sábado -30/1/16- bajo el titulo: ¡Good Bye, Nicolás! En este, El Nacional plantea, sin ambages, la salida lo antes posible de Nicolás Maduro del poder.

¿Qué hacer con Maduro? ¿Dónde colocamos esta especie de jarrón chino en que Nicolás se ha convertido?” Se preguntan al comienzo del editorial. Y luego continua: “No se trata de romper el hilo constitucional y pasar por encima de las leyes de la república, sino que es demasiado peligrosa la insistencia del presidente en no querer darse por enterado de que los ciudadanos le retiraron la confianza el 6 de diciembre, y que la superación de la demoledora y mayúscula crisis económica que toca a las puertas de Venezuela es una tarea que sobrepasa, de lejos, su capacidad intelectual.”

Fortísimo, sin duda. Y aluden, entonces, a las palabras de Henry Ramos Allup, quien días atrás dio una rueda de prensa ante corresponsales extranjeros. En ella, el de la agencia española EFE le preguntó por qué le daba un plazo de 6 meses a Nicolás Maduro. Según se cita en el editorial: “Ramos Allup precisó que él no había fijado un período de seis meses para encontrar esa vía de salida “sino un plazo dentro de ese lapso, por lo que esa iniciativa se podría llevar a cabo en cualquier momento”. Es decir, mañana, la semana que viene o quizá esta misma tarde. “Ramos Allup fue enfático al advertir que la MUD no ha optado aún por ninguna de las opciones posibles para la salida del presidente. “Pero no veo a Maduro llegar al final del periodo constitucional. Dejar tres años más al gobierno para que se achicharre en su propio aceite sería una irresponsabilidad”.

Pero no es solo Ramos Allup el que insiste en el tema. Leo esta nota referida al gobernador del Estado Miranda, Henrique Capriles Radonsky, quien se ha caracterizado por su ponderación a la hora de tratar estas asuntos -tanto que los radicales de la oposición le han llegado a tildar, inclusive, de “colaboracionista”-: “El gobernador de Miranda pidió a la oposición mayor velocidad para definir la vía pacífica, electoral y democrática que permita adelantar el fin del gobierno del presidente Nicolás Maduro. “Los venezolanos hemos aguantado mucho y tenemos que evitar que el país termine de hundirse. Nosotros tenemos la responsabilidad histórica de hacer y hacerlos juntos. La velocidad de la crisis obliga hoy más que nunca la unión.”

¿Qué ocurre? ¿Es este un mero desespero por parte de la oposición en boca de dos de sus más prominentes líderes? El detalle está en que el propio Nicolás Maduro y sus ministros parecen darles la razón. El gobierno ha caído en una inacción peligrosísima. Pareciera que el líder, el chofer de este autobús, lo dejó en neutro y sin frenos justo cuando entra en la bajada de Tazón.

Frente a la crisis alimentaria, ¿solución? El conuco en el balcón. Frente a la crisis económica: un palabrerío y una serie de decretos que lo único que hacen es ahondar la debacle económica en la que hemos estado inmersos a lo largo de todos estos años. Un artículo feroz en The Washington Post de este fin de semana afirmaba: “Venezuela al borde del colapso”. Y se planteaba, ya en la primera frase: “El dilema en Venezuela es qué colapsa primero, la economía o el gobierno de Nicolás Maduro”.

A todas estas, ¿cómo se defiende el gobierno? Con frecuencia escudándose en la fanfarronería y el desplante. El viernes pasado, por ejemplo, se instaló el Año Judicial, y en la sede del Tribunal Supremo de Justicia la presidenta del organismo, la magistrada Gladys Gutiérrez, expuso la “supremacía” del Tribunal Supremo de Justicia por encima de todos los demás poderes. Hablar de esa “supremacía” evidencia una prepotencia insólita y una ignorancia supina por parte de la magistrada. En su auxilio viene ahora, y es reseñado en la prensa de hoy, Tareck Willian Saab, el Defensor del Pueblo. Le cita el diario Vea: “En el país no puede haber una dictadura parlamentaria”. En fin…

Visto este cúmulo de absurdos y despropósitos, surgen algunas preguntas impertinentes: ¿A cuánto estamos de ese colapso definitivo? ¿Será que ya el reloj de arena reventó? ¿Cuándo nos darán las noticias definitivas?

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