La diplomacia, a diferencia de la vida cotidiana, está marcada por la lentitud. Por el extremo cuidado en las formas, en las palabras, en los gestos. A diferencia de la vida cotidiana, donde todo se resuelve con rapidez y brusquedad, en la diplomacia todo tiene que ser medido, pausado.
Vamos a utilizar un símil boxístico. Ayer hubo un primer round de lo que promete ser una larga pelea a quince o más episodios. Hoy leemos titulares como estos: “La OEA congela esa Carta”, según el Diario 2001; Últimas Noticias: “Venezuela triunfo en la OEA”. Lamentablemente, estos titulares son inexactos, ambos. El primero porque la esa reunión de ayer del Consejo Permanente no era para discutir la Carta. Esta se va discutir en la reunión que propuso Almagro para mediados del mes de junio. De hecho, y para seguir con el símil boxístico, según los especialistas lo de ayer fue una suerte de round de estudio o de medición. En un trabajo muy interesante de José Gregorio Mesa, en El Nacional, el Embajador de carrera Oscar Hernández afirma: “Podemos pensar que se está haciendo una evaluación para saber con qué fortaleza cuenta el gobierno de Venezuela luego de que Argentina y Brasil pasaron a posiciones más criticas. Tampoco está muy claro que tenga todo el Caribe a su favor, Venezuela ha perdido su influencia en la OEA y juega a la dilación, a retardar las cosas, a no llegar a resultados.” El ejemplo palpable de este intento de dilación fue el juego exasperante de Bernardo Álvarez, el Embajador venezolano, que prácticamente pedía revisar las comas del discurso. En el mismo trabajo citan a la internacionalista y profesora universitaria Giovanna de Michelle: “La reunión de ayer fue un termómetro que permitió medir la correlación de fuerzas, lo que lleva a deducir que cuando se discuta el informe elaborado por el Secretario General será aprobado por la mayoría de los miembros”.
En otras palabras, no se discutió ayer la Carta Democrática. De manera que este titular: “La OEA congela esa Carta, no es cierto. Y el otro titular -el de Últimas Noticias- “Venezuela triunfó en la OEA”, tampoco lo es. Porque ayer el gobierno sufrió una derrota importante. Bernardo Álvarez insistió fuertemente, hasta el final, para que se aprobase el informe planteado por Venezuela, donde se despachaba, de todas todas, la crisis que tenemos negándola de manera absoluta y radical. No hay tal crisis por lo tanto no hay nada que discutir. Esa es la posición que manejan en los escenarios internacionales los funcionarios del gobierno venezolano. A manera de ejemplo, Germán Saltrón, el representante del gobierno para los Derechos Humanos, aseguró que el país supera en calidad de vida a Colombia a Uruguay a Argentina y a Chile. Además tuvo el tupé de decir: “las colas son premeditadas”.
Pero, volviendo a lo anterior, Álvarez pretendía que fuese aprobado su documento, el del gobierno venezolano. Pero se aprobó el planteado por los mexicanos, que si bien no toca el tema del referéndum revocatorio, sí es duro y compromete a Venezuela. Claro, siempre con ese lenguaje diplomático frío, como de cristal, donde a la distancia pareciera que no se dice nada aunque, en efecto, sí se está diciendo mucho. En líneas generales, la mera reunión del día de ayer ya es un golpe al gobierno venezolano. Porque negar la realidad, decir las sandeces, por ejemplo, del señor Saltron, que es el discurso oficial del régimen venezolano, es una manera de quedar en evidencia como un gobierno mendaz, fanfarrón, que, trampeando la realidad, no es honesto ni con sus ciudadanos ni con la comunidad internacional.
En medio de todo esto, es comprensible que a muchos llame la atención el caso argentino; inclusive Ramos Allup se apresura y suelta un tuit destemplado contra Argentina. Pero veamos lo siguiente. En el diario La Nación, de Buenos Aires, se destaca: “El gobierno de Macri muestra fisuras ante la crisis venezolana. La casa Rosada – que es la sede del gobierno argentino- y la Cancillería se debaten entre el llamado a la acción que reclama Mauricio Macri y la actitud más dialoguista que plantea la canciller Susana Malcorra.” Ayer, a efectos de Argentina, se impuso la posición de Malcorra. Pero no olvidemos que el presidente Macri ha dicho: “Hay que hacer algo, pasar de la retórica a los hechos. Ante lo que está ocurriendo en Venezuela no nos podemos quedar de brazos cruzados”. Ya el gobierno argentino sabrá resolver su dilema.
De manera que Venezuela no triunfó ayer en la OEA. El gobierno no quedó precisamente bien parado. Y la discusión sobre la Carta Interamericana está intacta. Pero todo es lento y en la diplomacia las urgencias son más lentas todavía.
En medio de todo esto, Nicolás Maduro sigue asfixiado en su delirio. Le cogió el gusto a salir, a primeras horas de la tarde todos los días, a ese callejón lateral de Miraflores, donde un pequeño grupo de personas puede ser fácilmente convertido en una multitud. Allí mandaron ayer a unos jóvenes, y, ante ellos, Maduro soltó este desafío enloquecido: “Si nos toca tomar el fusil, ojalá y no llegue ese día, estemos preparados”.
No se equivocó Pepe Mujica.
Eso es lo único que hace bien el gobierno: mentir. Lo hace sin ningún tapujo y aún sabiendo que los demás saben que mienten. Ya la mentira llegó a ser una herramienta de trabajo.