“La historia vuelve a repetirse”, cantaba Felipe Pirela. Era un lamento, una queja melancólica. El bolero se titula “Por la vuelta”, y cuenta la pena de una pareja que no logró superar sus diferencias. Todo para ellos quedó en un vacío. Hace un año se vieron, alzaron la copa de champán y la historia volvió a repetirse sin que ocurriese absolutamente nada. La memoria y sus caprichos me hicieron evocar la pegajosa melodía tan pronto vi la fotografía en la que Julio Borges y Henrique Capriles le entregan un documento al rector Luis Emilio Rondón en la Avenida Libertador. ¿Cuántos documentos le han entregado los dirigentes opositores al rector Rondón en la Avenida Libertador, o en la Plaza Venezuela, o en todo caso nunca en la sede del Consejo Nacional Electoral?
La marcha de ayer no fue como la de septiembre, como bien apunta el diario 2001, ni fue tampoco tan escuálida como habrían deseado algunos, pero igual terminó en un documento en medio de una avenida y del cual muy poco se puede esperar. Dice 2001: “La decepción pasa factura. En comparación con septiembre, la concurrencia a la marcha para exigir comicios fue “de regular hacia abajo”. La oposición entregó un documento al rector Rondón porque, “para variar”, no los dejaron pasar de Plaza Venezuela. Además denunciaron bloqueo de vías y cierre del Metro, por lo cual Capriles dijo que “la próxima será sorpresiva”. Según Luis Vicente León, la MUD tiene el reto de superar la pérdida de motivación.”
Son muchos los retos que tiene la MUD en particular, y muchos más los de la dirigencia opositora en general. A propósito de esto, El Nacional publlica hoy un interesantísimo artículo firmado por el politólogo Ángel Oropeza. “El numeral 14 como clave”, es su título y parte de un punto fundamental: hacer oposición democrática frente a una dictadura militarista, armada y corrupta es muy difícil. Pero por ser difícil hay que ser ingeniosos. La respuesta es calle, la calle es la que manda, se escucha con obstinación. Pero acota Oropeza: “…calle no es solo ocupar con gente metros cuadrados de asfalto, ni presión popular es llamar sin más a la expresión catártica de legítimas indignaciones. Para que la protesta y la presión social tengan el éxito que de ellas se espera, se requiere dotarlas de tres componentes esenciales: organización, disciplina y direccionalidad política. Sin ellas, la calle no podrá alcanzar la necesaria eficacia para convertirse en el elemento clave de una estrategia de presión sistemática, inteligente e insoportable que socave las bases institucionales y de soporte del régimen autoritario, y le obligue, buscando para sí el menor daño, a permitir que el pueblo pueda finalmente expresarse por vías electorales.”
La lucha es difícil, pero por algo hay que ser líderes. Es imperativo ser realmente ingeniosos y originales. Ya veremos.
Mientras los opositores eran detenidos por el piquete policial, otra marcha, como también ha sido fastidiosa costumbre, sí pudo cruzar la ciudad, la de los oficialistas. En esta oportunidad para llevar al Panteón Nacional a Fabricio Ojeda. Algo que nunca se le consultó, como exíge la Constitución, a la Asamblea Nacional. Hoy la prensa oficialista le dedica grandes titulares. Ultimas Noticias: “Rindieron homenaje a Fabricio Ojeda”. El Correo del Orinoco: “Fabricio una historia de dignidad que reposa en el Panteón Nacional”.
En ese acto Maduro habló de la resistencia política a comienzos de la década de los 60, y mencionó a Simón Sáez Merida. Su viuda, Inés Castillo, de inmediato, muy alterada e indignada, se puso en contacto con nosotros: “Maduro hizo uso indebido del nombre de Simón, cuando Simón fue un férreo opositor de Hugo Chávez y crítico de todo que representa Nicolás Maduro en este régimen negador de los derechos humanos y corrupto”. Incontrolable la indignación de la señora Castillo, y tiene razón.
Pero más contundente aún fue el artículo “El Panteón”, de Fabricio Ojeda, hijo. Dice Ojeda que está en desacuerdo con que se hayan trasladado los restos de sus padre al Panteón Nacional:
“No estoy de acuerdo, no porque crea que no es una gran honra el hecho de que los huesos de mi viejo vayan a reposar a la tumba de los héroes, si no porque quien imparte ese honor, es el mismo sepulturero que ha despilfarrado nuestra enorme riqueza y enterrado al país en la más grave crisis de su historia, en tiempos que según el eufemismo debemos llamar “de paz”.
“(…) El 23 de enero se cumplen 58 años de la caída de la dictadura perezjimenista, violadora de los derechos humanos, por cuyo derrocamiento mi padre arriesgó su vida. Es curioso –o al menos hipócrita- que se elija esta fecha para hacer el traslado y la respectiva marcha hacia el Panteón, por un régimen cuyo “líder eterno” no solo mostró pública admiración hacia Marcos Pérez Jiménez y su modo de mandar, sino que además le pidió personalmente consejos en Madrid.
“Es irónico que quien organiza el acto sea el mismo gobierno antidemocrático que ha secuestrado a los poderes públicos; eliminado la soberanía popular -al desconocer a la Asamblea Nacional electa por voto directo y secreto en diciembre de 2015- y le ha arrebatado al pueblo el derecho que le otorga la Constitución de revocar a sus gobernantes.(…)
“Homenajes así, en vez de enaltecer, mancillan”.
En esas estamos, entre la indignación, la rabia y la impotencia de la calle opositora.
Quiero cerrar con esta nota que firma Mariel Lozada, en Efecto Cocuyo. Poco tiene que ver con lo anterior o quizá mucho tiene que ver con lo anterior, decida usted, estimado lector.
“En una casa de paredes roídas y con muebles de plástico viven 15 personas, nueve niños y seis adultos. Antes eran 16, pero a Keiner Iván Cardozo Millán lo mató el hambre. Solo tenía un año y cuatro meses, pero la vida no fue amable con él (…) La muerte ocurrió el domingo 15 de enero en San Félix, Estado Bolívar. Es el tercer niño muerto por desnutrición en la zona: entre julio y agosto Kennedy, de 14 años, y Aketzali, de sietes meses, perdieron la vida porque sus papás no podían alimentarlos.”
Para ellos no hay Panteón Nacional.