Últimamente hemos visto cómo venezolanos en el exterior, en el Sur de la Florida, España, Francia, Australia han acosado a prominentes personajes del régimen o a sus familiares. Esto, de buenas a primeras, luce como una manera de desahogar años, lustros de rabia, frustración, penurias, dificultades. Pero una cosa es manifestar frente a una embajada que es representación del gobierno opresor; o, digamos, abuchear a la “Almiranta en Jefa” que sale de una lujosa zapatería en Madrid, y otra meterse con los hijos y familiares de los funcionarios corruptos y represores. Los padres son responsables de las acciones de los hijos, hasta cierta edad. Pero la inversa no funciona.
A propósito de esto, Paulina Gamus, en artículo reciente (publicado en esta misma página), recuerda los nobles versos de Andrés Eloy, víctima de dos dictaduras: “Por mí ni un odio hijo mío/ ni un solo rencor por mí./ No derramar ni la sangre que cabe en un colibrí/ ni andar cobrándole al hijo/ la cuenta del padre ruin”.
¿Mas estos tiempos tan crueles y difíciles dejan espacio para una nobleza como esa, tan vertical? Explica el destacado sicólogo social José María Cadenas: “Estamos ante un gobierno que tiene 18 años negando a parte de la sociedad. Por ello el otro ha reaccionado con esas expresiones, que indudablemente son explicables aunque no se compartan, porque la gente se ha sentido arrinconada”.
Pero en los días que corren no se trata de un asunto meramente moral, como puede desprenderse de lo dicho por Andrés Eloy. Y más allá de la dinámica social que esto implica, como lo apunta Cadenas, el problema, en los actuales momentos, es de pertinencia política, de estrategia polítíco. En un momento donde el régimen hace aguas y lo que se pretende es dividir, acciones como estas amalgaman, unen a los muy diversos y fracturados sectores que se cubren bajo el paraguas chavista.
Otro elemento importante lo asoma Luis Vicente León: “No caigas en el peine de desviar la atención de los graves problemas del país con eventos estrambóticos que deterioran la imagen de la oposición”. Tanto denunciar trapos rojos para que ahora sea la oposición la que los saque a lucir. En definitiva, es mucho más grave que Maduro haya entregado, bajo cuerdas, nada menos que 11 millones de dólares, en efectivo, para financiar parte de la publicidad de la campaña presidencial del 2012 de Hugo Chávez, ya en ese entonces moribundo. Pero de las oscuras acciones del entonces canciller poco se ha hablado. Es insólito, pero los escandalosos acosos de los venezolanos en el exterior le han robado protagonismo a los ilegales y misteriosos pagos del ahora presidente.
Sergio Dahbar en un interesante artículo -“Sacar lo peor de cada uno” (también publicado en esta página)- escribe a propósito del uso de las “Puputov”, esa bomba de heces que también se ha convertido en noticia en estos días: “Devolver esa materia oscura a la calle es lo que este gobierno quiere para que las cosas monstruosas que ellos hacen no llamen tanto la atención”. Así, terminamos hablando de las Puputov y no de los millones de dólares, escondidos y prohibidos, que le pagó Maduro a la publicista brasileña a espaldas de los venezolanos.
Terminamos, pues, embarrándonos en el mismo pantano. En el artículo citado, Paulina Gamus colocó como epígrafe esta sentencia de Jorge Luis Borges: “Hay que saber elegir a los enemigos porque tarde o temprano terminamos pareciéndonos a ellos”.
Yo, en lo personal, no me quiero parecer a ninguno de ellos.
¿Y usted?
Este es un pensamiento que ha estado conmigo desde que comencé a ver esos videos. Que bueno es leer artículos donde prevalecen los valores que aprendí hace tanto tiempo en aquel país que tanto representé y además que venga de un compañero santiaguero. Gracias!
bello el vverso, no lo voy a negar; Sin embargo viene a mi mente eso ue dice la Biblia, donde los pecados de los padres serán pagados por sus hijos y los hijos de los Hijos hasta la tercera generación… además, como hacer la vista gorda con la tarrajada de millones de dólares nuestros ue estos hijos usan., tienen y esconden y ue pertenecen a los venezolanos? No podemos ser tan simplistas ni tan “honorables”. Ue dejen de disfrutar lo ue no es suyo …