El fin de semana El Nacional publicó este titular: “Se han reunido en secreto en República Dominicana representantes del gobierno y representantes de la MUD”. De inmediato, en las redes, estalló un escándalo. Los más radicales acusaban de traición el supuesto diálogo. Leyendo con calma, entendemos que el diálogo no fue tal y que tampoco fue en secreto. A instancias de los ex presidentes, encabezados por Rodríguez Zapatero, representantes del gobierno y de la MUD viajaron a República Dominicana para establecer las condiciones para un eventual dialogo.
Veamos en qué contexto estamos. En una reunión en Japón, el G7 -los líderes de los países industrializados, los líderes del mundo en otras palabras- instan, exhortan a que el gobierno de Venezuela encuentre la salida pacífica a la terrible crisis que vive el país. Por otra parte, John Kerry, Secretario de Estado de los Estados Unidos, dice, en ese mismo contexto y quizá como consecuencia de la declaración anterior, que están de acuerdo y autorizan a que Rodríguez Zapatero hable en nombre de ellos. Además, están todas las diligencias llevadas adelante por la Comunidad Europea en general, y, muy en particular, España cuyo gobierno declaró una suerte de emergencia por el caso venezolano. Es en este cuadro donde se da esta reunión para preparar un dialogo eventual.
Ahora, ¿qué ocurre? La noticia la filtra de manera tramposa Telesur, y la Canciller Delcy Rodríguez dice que se han reunido con la oposición. Por cierto, la Canciller y su hermano Jorge Rodriguez estaban entre los voceros por parte del gobierno. Ellos dos más Héctor Rodriguez y Elías Jaua, radicales pues. Por la oposición asistieron Luis Aquiles Moreno, de Acción Democrática, Alfonso Marquina, de Primero Justicia, Timoteo Zambrano -quizá el político venezolano con más experiencia en estos asuntos internacionales-, por Un Nuevo Tiempo, Carlos Vechio, por Voluntad Popular y también de este partido Roberto Marrero, Secretario de la Asamblea Nacional. En ningún momento se dio un encuentro directo entre estos enviados. Listín Diario de Republica Dominicana, citado hoy en El Nacional, informa: “Se reunieron en ocasiones diferentes en el Hotel All Sol y Eden Rock de Cap Cana.”
¿Qué ocurre ahora? Se trata de la posibilidad de sentarse a dialogar y para ello se ponen condiciones. Si usted dice de entrada, yo no voy a dialogar, es porque usted sencillamente se va a enfrentar. No, yo no dialogo. Dialogar es por las buenas, pero yo me voy de una por las malas. ¿Al gobierno le conviene que se vayan por las malas? No me cabe la menor duda. ¿A la oposición le conviene irse por las malas? ¿Cómo? ¿Con qué? ¿Los radicales del twitter van a salir de esa trinchera cómoda y segura de su hogar y de sus seudónimos para irse a caer a plomo en la calle o van a dejar solos una vez más a los estudiantes?
Ahora bien, ¿cuáles son las condiciones que ha puesto la MUD? En primer lugar, el Referéndum Revocatorio no es sustituible. Revocatorio este año, punto. La libertad de los presos políticos. La reinstitucionalización del país, que pasa por respetar las decisiones de la Asamblea Nacional. El tema de las medicinas y los alimentos. Son condiciones que no son negociables.
¿Qué dice el gobierno? Su principal vocero, Jorge Rodríguez, actúa haciendo trampas. Le vemos hoy en declaraciones en Últimas Noticias: “Esperamos que la MUD no patee la Mesa”. ¿Cuál mesa, Rodríguez, si ni siquiera se ha instalado una? Y dice además, citado en El Universal: “Esta es una iniciativa de Maduro”. No, Rodriguez, si alguien se ha negado al dialogo precisamente es Nicolás Maduro. E insiste en que: “no se puede hacer revocatorio este año porque 40% de las firmas recogidas por la oposición son falsas”. ¿Cómo que falsas? Sospecho que el falso aquí es usted, Rodríguez. En primer lugar, ¿cómo tiene usted acceso a esas firmas? Si en efecto lo tiene, sin estar investido usted de autoridad alguna para ello, entonces fue delinquiendo. Usted ya no es autoridad electoral para estar afirmando lo que supuestamente conviene y es correcto y lo que no lo es.
De manera que es el gobierno el que está obligado, por circunstancias nacionales e internacionales, a sentarse en una mesa. Pero hasta ahora no ha habido tal dialogo y, honestamente, dudo que lo haya. Mas deberíamos insistir sin cansancio en la posibilidad de hablar y de negociar, porque si no los muertos, para variar, serán de nuestro lado.
El dialogo es nuestra virtud. El don de la palabra es nuestro privilegio, lo que nos separa de las bestias. Y es preferible una, cien, mil, un millón de palabras inútiles a una sola bala útil en mi cuerpo.