Todavía a esta hora no salimos del estupor. Flota en el ambiente una mezcla incomoda, desagradable, de indignación, rabia, incertidumbre e impotencia. La voz corrió rápido: “Apresaron a Antonio Ledezma”. ¿Cómo va a ser? ¿Por qué lo apresaron? Las redes se incendiaron transmitiendo la información. Al principio todo era confusión, confusión que llegó hasta ya bien entrada la noche. Mitzy Capriles, su esposa, se apareció en la sede del Sebin, donde decían que lo tenían detenido, allí en Plaza Venezuela. “Responsabilizo a Nicolás Maduro por la vida de Antonio Ledezma”, recuerdo claramente sus palabras. Luego pudimos ver, en el video de la cámara de seguridad del edificio donde está la oficina de Ledezma, que le sacaban a empellones, esposado cual delincuente, cualquier cantidad de funcionarios armados hasta los dientes.
Cuando Nicolás Maduro antes del carnaval dijo que se había develado una plan golpista que involucraba, una vez más, a oficiales de la aviación y a Antonio Ledezma y Julio Borges, más de uno ya empezó a sospechar que, tras esta nueva denuncia del enésimo golpe de estado, vendría la intención de apresar a los prominentes dirigentes de la oposición. Esa intención es lo que ahora se ha concretado. Pero detenerlos, detener a Ledezma, no es más que una muestra de pavor, de terror inmenso, de nerviosismo por parte del régimen ante la dura realidad que lo desborda.
A poco de caer preso Ledezma de manera -repetimos- arbitraria e ilegal, Nicolás Maduro entra en una cadena y lo primero que hace es saludar al Alto Mando Militar que lo acompaña. Empezó hablando de los carnavales, de lo felices que habían sido los carnavales, de cómo se movilizó la gente en los carnavales, como si ese fuerra un tema crucial para el país. Sólo después, poco a poco, entró en el tema importante: la prisión de Antonio Ledezma.
Hoy la prensa nacional le cita de manera abundante. El Nacional, por ejemplo: “El señor Ledezma por orden de la Fiscalía fue apresado para que responda por los delitos contra la paz, la seguridad y la constitución”. Sin embargo, cuando le apresan no muestran ninguna orden de allanamiento ni de aprehensión. Dice Maduro que la Fiscalía es la que da la orden. ¿Si la Fiscalía da la orden por qué el anuncio no lo hace la Fiscal General? ¿Por qué tiene que explicarlo, a posteriori, el señor presidente? Pero en el 2001 leemos algo interesante: “El Presidente de la República asegura que la captura se produjo por orden de la Fiscalía, por documento publicado en la prensa que pedía transición. CNN dijo más temprano que en el Ministerio Público no sabían nada del procedimiento contra el dirigente opositor”. ¿Orden de la Fiscalía y la Fiscalía no lo sabía?
Ahora bien, en el deliro golpista se acusa que el delito es haber publicado un documento para la transición. Ayer un tuit muy inteligente, cargado de ironía, decía: “Antonio Ledezma ha de pasar a la historia por ser el único que intenta un golpe de estado anunciándolo previamente por la prensa”.
El presidente, desmesurado en su hablar, advirtió, se le cita en la página de Unión Radio: “A Ledezma lo llaman el vampiro varias generaciones de venezolanos”. Vampiro. Curioso insulto en boca de un presidente; era como escuchar una camorra callejera de muy bajo nivel. A un empresario, como cita hoy El Correo del Orinoco, le espetó: “O te decides a trabajar por el país o te vas, pelucón”
En fin, hay demasiado hueco en esto, demasiada fragilidad, es un argumento levantado sobre palillos. Y, para no faltar a la costumbre, acusó directamente a Estados Unidos. “Estados Unidos está detrás de esto, detrás del golpe”. Jen Psaki, portavoz del Departamento de Estado, no tardó en responder:
“Los alegatos hechos por el gobierno venezolano de que Estados Unidos está involucrado en la intentona golpista de desestabilización no tienen base alguna y son falsas (…) Estados Unidos no está promoviendo ningún tipo de descontento en Venezuela ni intentado socavar la economía venezolana o su gobierno (…) El gobierno venezolano debería dejar de distraer la atención de los problemas económicos y políticos del país y enfocarse en encontrar soluciones reales a través del diálogo democrático entre los venezolanos.
El gobierno también debería considerar que hay 36 instituciones e individualidades, incluyendo Naciones Unidas, grupos de trabajo sobre detención arbitraria, el Comité de Naciones Unidas contra la Tortura, Amnistía Internacional, la OEA, el Parlamento Europeo que piden la libertad de Leopoldo López quien ahora ha entrado en su segundo año de prisión, y de otros que participaron en la manifestaciones pacíficas del año 2014.
Lamentamos que el gobierno venezolano continúe culpando a los Estados Unidos y a otros miembros de la comunidad internacional por eventos internos en Venezuela. El gobierno venezolano necesita enfrentar la grave situación que tiene por delante.
A pesar de esto, Estados Unidos permanece como un firme aliado y esperamos que nuestros vínculos sean duraderos con el pueblo de Venezuela.”
Un tuit muy inteligente ayer decía: “Si Nicolás Maduro tiene palabra y es consecuente con lo que dice y acusa, debería de inmediato romper relaciones con Estados Unidos y además declararle la guerra”.
Obviamente eso no ocurrió. Ni ocurrirá.