El diario Notitarde en Valencia, nos da dos fotografías juntas. Son dos momentos, dos tiempos de lo que estamos viviendo. En una fotografía, vemos a los universitarios que caminaron 400 kilómetros desde Barquisimeto hasta la ciudad capital, para protestar por la situación universitaria. La segunda fotografía nos muestra un puñado de individuos, cobardes, evidentemente, porque se tapan la cara; es decir, son encapuchados, y les vemos con sus pistolas disparando. Estos encapuchados fueron los que recibieron, por decirlo de alguna manera, a la Marcha de la Dignidad, como se le llamó a la marcha de los larenses.
Son dos momentos de la crisis universitaria. El Gobierno no ha logrado resolverla. El ministro Pedro Calzadilla cada vez que habla, lejos de resolver, apaciguar, llamar a la concordia y al sosiego, más bien le echa más gasolina al fuego. Y, ahora, el Gobierno ha apelado a lo que suele ser una de sus salidas más frecuentes: la violencia pura y dura, la violencia abierta, salvaje, a plomo limpio.
El Nacional, en su primera página, nos da lo que ha resultado: la humareda de un autobús incendiado dentro del Rectorado. A estos encapuchados poco les importa lo que significa la universidad, lo que hay allí. Poco les importa que sea Patrimonio Artístico de la Humanidad. ¿Qué les importará a estos encapuchados? Uno no tiene ni idea. Pero ya el Gobierno, el régimen, sacó a la calle a sus perros salvajes, a plomo limpio, a resolver los asuntos.
Mientras, la marcha sigue, el problema universitario está allí, intacto, y uno sospecha que ni siquiera la violencia de los encapuchados logrará calmar la situación. Todo lo contrario, esto se enardecerá mucho más. Leo en un diario que el Vicepresidente Jorge Arreaza trató de disuadir, llama a los estudiantes a calmarse. El detalle está en ¿con qué cara puede escuchar un estudiante a Jorge Arreaza? ¿Cuál es la autoridad real, la autoritas, del Vicepresidente Arreaza? Por no hablarles de la autoritas real del Presidente Maduro para dirigirse a los universitarios. Quizás allí es donde está el problema. Quizás allí…
César, los perros salvajes no se merecen tal comparación. Obedecen su instinto solo para satisfacer su hambre pero no destruyen su entorno. Lo que usted expone es peor.
tiene mucha razon, no tienen cara para hablarles a los estudiantes de este PAIS. en la calle es donde se consigue el cambio.
Hay algo muy interesante en la actitud de los rojitos: No soportan a los que viven de la jodienda: Zapata, Laureano, Claudio, Benjamín, Mara, Rayma, y un largo etcétera. No soportan a los refinados e inteligentes; me imagino que se ata a una silla un ministro y se lo obliga a oír a don Rodolfo y al tipo le da una vaina grave. Aquí en el confín del País, la persecución a los que han osado obtener títulos de cuarto y quinto nivel, raya en lo ridículo. Como dijo el otro: “¡Abajo la inteligencia!”