El titular no deja de ser escalofriante, digno de algún paraje en el infierno. Diario 2001: “Chamitos matan a dos militares en Sabana Grande. Los menores, en supuesta situación de calle, apuñalaron a los sargentos Yohan Miguel Borrero Escalona (22) y José Andrés Ortiz (23) cuando salían de un local nocturno a las 3 am. La policía detuvo a dos de los agresores, una adolescente de 15 años y un niño de 10”.
¡Una niña de 15 y un niño de 10!
Según la reseña que firma Deivis Ramirez Miranda en El Universal:
“Los militares estaban de civil y desarmados. Habían pasado la noche dentro de la tasca El Colosseo, ubicada en toda la esquina de la avenida Los Jabillos del bulevar.
“De acuerdo con la versión policial, cuando salieron pasados de tragos, los jovencitos se acercaron y los rodearon, luego forcejearon con ellos para dominarlos y llegó otro grupo de niños y adolescentes con cuchillos en mano.
“Todo ocurrió en diagonal a la sede del 171 de la zona.”
Un detalle para la estadística, con estas dos muertes se eleva a 31 el número de funcionarios de seguridad asesinados este año en la Gran Caracas.
Imagine usted la situación. Es el boulevard de Sabana Grande, Municipio Libertador, bajo la égida de Jorge Rodríguez. Salen dos individuos de un bar, y, repentinamente, son rodeados por un grupo de niños, niños agresivos que van al asalto con ferocidad. Van armados de cuchillos porque, como acota la crónica, un cuchillo de cocina quedó junto a uno de los cadáveres.
Esta es Venezuela en 2017. Muy temprano en su gobierno, Hugo Chávez dijo, hablando de los niños de la calle, que si en un año no desparecían estos, él dejaba de llamarse Hugo Chávez. Pues murió varios años después, lo enterraron con honores y está allí, en el Cuartel de la Montaña, para que un pueblo –supuesta u obligadamente “agradecido”- le rinda tributo a su memoria. Y allí está con su nombre completo, sin modificación alguna, como siempre lo llevó en vida: Hugo Rafael Chávez Frías.
Nunca tuvo la decencia, la hidalguía, la responsabilidad y menos la honorabilidad de cumplir su promesa. Los niños de la calle se han multiplicado por miles, sin reparo ni contención, como si de una maldición primitiva se tratase; como si, en efecto, no le importasen a nadie y mucho menos al poder. Si hablamos de una niña de 15 y un niño de 10, estamos hablando de niños que nacieron durante esta nefasta revolución. Son hijos directos de este régimen que está asesinando, y no solo a cuchillo, a la Venezuela de hoy. Y agréguele a este hecho infernal la circunstancia de que las víctimas también son jóvenes de escasos 22 y 23 años. Pero de esto no hay una palabra en el discurso oficial, como si no existiera.
Para cerrar, me remito a El Estimulo.com: “Extraoficial: 1.193 cadáveres registrados en la morgue de Caracas en 2017. En los 19 días del mes de marzo y hasta la mañana del domingo, un total de 284 muertos fueron trasladados hasta el recinto forense, en su mayoría presentan heridas por armas de fuego y por arma blanca. El promedio de muertes diarias se mantiene en 15, aunque el Observatorio Venezolano de la Violencia asegura que son 23”.
Según esto, solo en la capital, cada hora prácticamente asesinan a un caraqueño.
Triste..triste…triste…TRITE !!!!!!!!!
Nos jodimos totalmente César, no hay futuro , por ahora”