Los esclavos del diputado

   La situación está bastante clara. Como hemos comentado a lo largo de esta semana, el madrugonazo de l.850.000 firmas en el CNE, descolocó por completo, fue un golpe muy duro para la alta dirigencia del régimen. Ya escuchamos y comentamos las palabras lastimosas, plañideras del propio presidente, reclamando que la oposición no le ha dejado en tres años ni un solo día de paz, y eso que había dicho que dormía como un niño. Además de las contradicciones entre las rectoras del CNE y, finalmente, las posturas arrogantes, retrecheras y prepotentes de Rodríguez, Istúriz y Cabello.

  En el panorama actual, ¿qué es lo que tenemos? 1.850.000 venezolanos que piden se active un revocatorio; valientemente firman porque hay una Constitución que los ampara para hacerlo. Del otro lado, un grupo de gobernantes inescrupulosos que, burlando la Constitución de la República, intentan todo tipo de trampas y malabares para que ese referéndum no se pueda producir. Por lo pronto, teniendo todo el poder -porque controlan no solo el Ejecutivo, sino también el Poder Electoral, el Tribunal Supremo de Justicia, el Poder Moral y, evidentemente, la Fuerza Armada- tratan de desmoralizar a la abrumadora mayoría de venezolanos que les adversan. Estamos, pues, ante una campaña psicológica terrible contra el país, contra el venezolano común, contra el venezolano de a pie.

  La señora Tibisay Lucena dice que hay una campaña en su contra, que no va aceptar chantajes ni presiones. Sin embargo, señora Lucena, aquí el único chantajeado y presionado es el pueblo venezolano; chantajeado y trampeado, entre otros, por ese Consejo Nacional Electoral que malamente usted preside. Dice usted que el proceso hay que llevarlo con calma porque esa es la garantía de paz. Rodríguez, su antiguo jefe, también habló de la paz de la república. Pero vaya absurdo si, precisamente, estas acciones de saboteo contra la voluntad popular y la Constitución son las que quebrantan y revientan la paz de la república.

  Pero hay que detenerse en la última conseja. Desmoralizar al firmante diciéndole, en primer lugar, este año no va haber referéndum revocatorio. La oposición está haciendo todo lo que tiene hacer para que sí lo haya en la fecha debida. Entonces, no queda otra que desmoralizar: “¡No, olvídate, no va haber referéndum este año!” Eso lo han dicho Aristóbulo Istúriz, vicepresidente de la república, y Diosdado Cabello. Pero éste ha ido más allá y, amedrentando, amenazando, resucitando una suerte de nueva Lista Tascón, de manera malévola, vil y cruel, ha dicho que el que firmó no merece estar en el gobierno.

  Aquí hay dos detalles interesantes que es prudente observar. Cuando Cabello suelta esta fanfarronada, pareciera que la administración pública es su propiedad, que toda esa inmensad le pertenece, que es el dueño de todos los puestos de trabajo de los empleados públicos, como si fuera su empresa particular, que, obviamente, no lo es. Pero más allá de esto, Cabello dice que deberían salir de la administración pública los que no están con la revolución. ¿Es que acaso son sus esclavos, señor Cabello? ¿Sus esclavos políticos, ideológicos? ¿Usted de verdad cree que es dueño de sus puestos de trabajo y por lo tanto de sus voluntades? ¿De verdad cree que los venezolanos no son más que marionetas inertes, sin voluntad ni dignidad, que usted mueve a su antojo y real gana?

  La posturas de Cabello, Isturiz, Rodríguez, Lucena y demás, lo único que evidencian es el inmenso desprecio que sienten por el venezolano, por el venezolano común, el venezolano de a pie, el venezolano que, a pesar de toda esta desgracia que le ha lanzado encima este régimen, trata de caminar y de seguir con la cabeza en alto y muy dignamente en medio de la desgracia.

  Ese desprecio, esa burla, eso de considerarlos esclavos, se pagará muy caro en esas urnas que la señora Tibisay Lucena se empeña en ensuciar.

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