Ayer en el programa de radio, Fredy Ceballos, presidente de la Federación Farmacéutica Venezolana, denunció el guiso inmenso que se está haciendo con la importación, a dólar negro, de medicamentos. Estos terminan vendiéndose al consumidor a precios exorbitantes. Los antihipertensivos, por ejemplo, se venden entre 40.000 y 43.000 bolívares. Esto no solo es criminal porque afecta directamente a los enfermos –el hipertenso no puede dejar de tomar diariamente su medicamento-, sino que porque tras estos precios se esconde un chanchullo descomunal, una corruptela de inmensas proporciones.
En el gobierno, como dice un reportaje de Gitanjali Wolfermann en Tal Cual: “Todo lo hacen para robar”. Todo, absolutamente todo. Versión Final, en Maracaibo, en su gran titular de hoy destaca un escándalo que apunta en el mismo sentido: “Pastillas anticonceptivas cuestan hasta 42.000 bolívares. Las importadas de Colombia y Argentina son las más caras, y las jóvenes advierten que sus sueldos no les permiten comprar a estos costos. La protección sexual no escapa de la inflación y la especulación”.
¿Por qué se importan medicamentos a dólar libre si para ello hay uno preferencial? ¿O es que se importan al preferencial para luego venderlos como si fuesen al negro o libre? En cualquier caso, el tufo a chanchullo, el hedor nauseabundo, es fuerte.
Elizabeth Fuentes, en Konzapata.com, brinda cuentas interesantes y también sospechosas:
“Basta una simple operación matemática para calcular lo que, según dijo el Presidente, han costado las 5 millones 734 mil 705 cajas CLAP que repartió el Gobierno hasta febrero de este año. Según el economista José Guerra, “las Cajas de los Comités Locales de Abastecimiento y Distribución (CLAP) tienen actualmente un costo de 10 mil bolívares. Pero si divides esos 10 mil bolívares en el tipo de cambio que usa el Gobierno para comprar esos productos, que es el dólar a 10 bolívares, entonces cada caja de alimentos CLAP costaría 1.000 dólares. ¿Cómo va a costar 1.000 dólares? Con mil dólares come una familia de cinco miembros en un mes. Esa caja jamás puede costar mil dólares, ahí hay muchas irregularidades”.
Ahí, evidentemente, hay chanchullo. Sigue la periodista:
“Pero digamos que en efecto cada caja CLAP cuesta mil dólares que es el equivalente oficial a 10 mil bolívares. Mil dólares que se distribuyen en 2 kilos de caraotas, 4 de arroz, 1 de lentejas, 2 de harina precocida, 6 latas de atún, 1 litro de aceite, un frasco de mayonesa y un frasco pequeño de salsa de tomate. Un total de 18 productos que, divididos entre mil dólares, sale cada producto a un costo promedio de 55 dólares.”
Aquí están asaltando a mano armada. Aquí, disculpe la expresión, le están tomando por pendejo. Y usted no lo es.
“El asunto se pone aún más sospechoso –continúa Fuentes- porque sin vergüenza ninguna, el presidente de la república Nicolás Maduro anunció este miércoles, como una gracia, que “al 28 de febrero llegamos a la meta de 5 millones 734 mil 705 hogares. Rumbo a la meta de 6 millones de hogares”. Entonces, mediante una simple operación matemática, llegamos a la siguiente conclusión: Si cada caja CLAP cuesta 10 mil dólares y el presidente asegura que ya han repartido 5 millones 734 mil 705, eso implica que debemos multiplicar 5.734.705 cajas por 1.000 dólares.” La calculadora de Elizabeth arroja la bicoca de 5.734.705.000 dólares.
¡Eso es un escándalo!
Más cifras del hambre. Analitica.com:
“Un índice elaborado por la agencia Bloomberg revela cuántas horas de trabajo deben invertir las personas en distintas capitales del mundo para comprar un desayuno. La medición demuestra las disparidades y distorsiones que pueden existir entre las economías más desarrolladas del planeta y las más rezagadas, como la de Venezuela.
“Los residentes de Abu Dhabi (Emiratos Árabes Unidos), Osaka (Japón) y Zurich (Suiza) pueden ganar lo suficiente en menos de cinco minutos para comprar su primera comida del día, según el Bloomberg Global City Breakfast Index (Índice Global de Desayuno en Ciudades de Bloomberg). Los ghaneses, en Accra, necesitan cerca de una hora, y la gente en Caracas (Venezuela), donde la inflación está en alza, necesita casi nueve horas.”
Desde hace ya muchas décadas, uno de los grandes logros de los trabajadores es la semana laboral de 40 horas. 8 horas diarias durante cinco días de la semana. Pero si usted es caraqueño y trabaja solo ocho horas al día, usted, según este índice, no puede ni siquiera comprarse el desayuno.
Para cerrar con estas crueles cifras, acudo a ElPitazo.com: “Bebe fallecido por desnutrición en Aragua solo comía sopa de verduras. Según el diagnóstico del médico, que le dio los primeros auxilios, el bebe presentaba signos visibles de desnutrición severa. Según el testimonio de la madre, apenas se percató de que su hijo estaba desanimado lo trasladó de inmediato al CDI. El caso fue puesto a la orden del CICPC de la subdelegación de Mariño para averiguar las causas reales de la muerte”.
Ahórrense la investigación, señores policías, en casos como este la única causa real de muerte en Venezuela es el hambre.