“Vamos sin cartas bajo la manga a Quito”. ¿Palabras de Nicolás Maduro? No. Palabras de Diosdado Cabello. ¿También va él a Quito? ¿Es representante del gobierno nacional? ¿Es él quien va hablar con Santos?
Diosdado Cabello encabezó la sesión de la Asamblea Nacional en Guasdualito, Estado Apure. El parlamento aprobó el Estado de Excepción en otros 10 municipios. “La propuesta de Venezuela es la paz, pero no nos vamos a calar el contrabando”. Así, con su lenguaje habitual, Diosdado Cabello dio su sentencia. Cuando hablamos de su lenguaje habitual, y recordamos la foto de ayer con el mazo a lo Trucutrú en Tal Cual -foto tomada, no es ningún montaje, de su programa de televisión, que a la sazón se llama “Con el Mazo dando”-, nos preguntamos, si su discurso estuviera bajo el análisis de la “experta” Rosa Amelia Azuaje, la lingüista cuyo testimonio fue el de mayor peso contra Leopoldo López, si a éste le condenaron a casi 14 años, ¿a cuántos condenarían entonces a Diosdado Cabello por su discurso? Las palabras tienen su peso, es verdad, y deberíamos cuidarlas y medirlas, empezar a bajar el tono para tratar de entendernos, tratar de conciliar. Sería lo ideal.
Pero mientras el gobierno no baja el tono. Mientras los más altos representantes del chavismo lo suben, el país sigue cayendo en picada en un abismo infinito. En Efectococuyo.com citan las cifras de Ecoanalitica: “Los datos inexistentes del Banco Central de Venezuela (BCV) sobre el comportamiento macroeconómico del país sólo toman en cuenta escenarios formales para calcular el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) y por consiguiente la inflación. Por su parte, la inflación subyacente toma en cuenta los mercados ilegales pero existentes y los precios subsidiados que influyen en la economía. De esta forma, Ecoanalítica estima que la inflación subyacente superará 400% en diciembre.”
Esa es la realidad, porque cuando se hacen las estimaciones, por ejemplo, de la la Cesta Básica, estas se levantan sobre el precio estimado por el gobierno, y sobre productos que, se supone, se consiguen habitualmente, con facilidad. Pero la verdad es que muchos de esos productos no se encuentran en los anaqueles y sólo aparecen a través de terceros (bachaqueros) pagando por ello un precio muy superior. Eso es lo que en Ecoanálitica llaman “inflación subyacente”.
Por ello, el estimado publicado ayer por el Cenda de BsF 65.013,54 para la Cesta Básica, puede ser, efectivamente, el doble. Si nos parece escandaloso tener que padecer una inflación de 200% -calculada según los estándares convencionales-, imagínese usted lo que significa que la realidad nos la duplique. La inflación más alta del mundo, algo inaceptable para un gobierno irresponsable que, durante lustros, manejó la mayor bonanza petrolera que conozca nuestra historia.
Pero de esto el gobierno no se ocupa. Prefiere pelear con Colombia. O, mejor dicho, para tapar lo anterior, el verdadero problema que ni sabe ni tiene el arrojo suficiente para resolverlo, es que pelea con Colombia. Eso sí, con un lenguaje cada vez más subido de tono, altanero y jaquetón.