La nacionalidad de Nicolás Maduro

  Con relación a Nicolás Maduro, mucho se ha comentado sobre su formación académica –en realidad escolar-. La interrogante es grande: ¿hasta dónde llegó su educación? La ausencia absoluta de respuestas incrementa la incertidumbre. La interrogante que queda en el aire.

  Por otra parte, también se insiste en otra pregunta sin respuesta: ¿de dónde es el señor Maduro? Llama mucho la atención que él nunca haya dicho de dónde viene. Todos los presidentes se han enorgullecido de su terruño. Así sabíamos, por ejemplo, de Capacho, de La Grita, de Rubio, de Michelena -¡qué de poblaciones del Estado Táchira!-. En el caso de los presidentes que no fueron tachirenses, pues, San Felipe, Guatire, Clarines, Acarigua, Sabaneta… Todos siempre se refirieron con afecto a su terruño natal, evocándolo con singular orgullo. Esto deja aún más de bulto el silencio, el desapego de Maduro con relación a su sitio de nacimiento: nada, no ha dicho nada; nadie sabe de dónde viene.

  Ante tal grado de incertidumbre, algunos han dicho que puede ser colombiano. Y no deja de sorprender que, ante semejante señalamiento, tampoco haya habido el desmentido de rigor. ¿Es tan difícil de decir dónde nació uno?

  Pero más allá de dónde usted haya nacido, recordemos, a beneficio del señor Maduro, la vieja conseja popular: no importa donde se nace sino donde se vive. Lo fundamental es lo que usted hace, el norte de su vida, sus intereses, sus acciones.

  Ahora, si analizamos al señor Maduro por las cosas que él hace, y si reparamos en que, por ejemplo, en escasos 100 días de Gobierno ha ido ya, que se sepa públicamente, tres veces a Cuba, dizque para “consultas”, entonces, usted podría concluir que Maduro es cubano, o de intereses cubanos. Es tanta su simpatía, su pasión por esa nación, que en acto público sorprendió a propios y extraños cantando de viva voz, completo, el Himno Nacional de Cuba.

  La presencia cubana en Venezuela tiene implicaciones severas, graves y delicadas. Al parecer todos nuestros servicios de identificación están en manos de los cubanos, se insiste en que las decisiones cruciales se toman no en el Palacio de Miraflores sino allá, en la Habana.

  Además del escandaloso caso de la presencia militar cubana en nuestros cuarteles. Recordemos que el General Antonio Rivero llevó adelante una campaña sobre esta materia y para muchos fue esa campaña, precisamente, la que le terminó llevando a la cárcel.

  Hoy en El Nacional se publica una crónica que recomendamos leer ampliamente, la firma Adriana Rivera: Coronel cubano confirmó colaboración militar con Venezuela, Nelsón Domínguez Morera, oficial retirado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, señaló en una entrevista que existen “colaboradores internacionalistas” cubanos dispuestos a defender la revolución bolivariana. Fuentes vinculadas con la Fuerza Armada Nacional Bolivariana insisten en que el servicio de inteligencia de la isla penetró la institución y el país.  Y señalan al General Ramiro Valdés, presidente del Consejo de Ministros Cubano, como responsable de la operación en territorio nacional. De hecho, Valdés despachó desde Venezuela durante varios meses, y también se ha dado el caso de varios ministros cubanos que han despachado directamente desde nuestro país.

  Todo esto sin dejar de lado la famosa grabación de Mario Silva, que no es más que la confesión, el rendimiento de cuentas de Silva a un jefe del espionaje cubano. Con esto Silva quedó públicamente expuesto como un espía, y los espías, en esos casos como este, son traidores a la patria, ni más ni menos

  Por lo pronto, ahí queda el asunto, sin respuestas y con múltiples interrogantes. Sin embargo, creo que, vistas las circunstancias, ya poco importa dónde nació el señor Maduro; importa cómo actúa, donde está su norte, su proceder, sus verdaderas pasiones e intereses. Y nada de eso está en Venezuela. Todo está en Cuba.