El jueves amanece idéntico al martes. Tensión, mucha tensión en el ambiente. Sube la temperatura. Los accesos a la ciudad de Caracas vuelven a estar trancados. Barricadas de la Guardia Nacional Bolivariana o de la Policía Nacional Bolivariana aquí y allá. Además, otra vez cerradas las estaciones del Metro. Y otra vez el régimen llama a una marcha para contrarrestar la manifestación convocada por la oposición en la autopista Francisco Fajardo.
Así funciona la lógica del regimen, al menos la lógica de Diosdado Cabello: “Si ellos llaman para mañana, mañana estaremos en la calle. Cada vez que ellos salgan nosotros saldremos también”. Lo dijo en su programa de televisión donde, por enésima vez, volvió a denunciar una “conspiración de la derecha”. Pero enfatizó: “Ni uno solo de ustedes va a pisar Miraflores más nunca, ni invitados a tomarse un café”, según le cita Contrapunto. Mas una advertencia: “La oposición no tiene bolas para dar un golpe de estado”. Como si el asunto fuese un problema testicular. No, no es testicular, Cabello. El asunto es un problema constitucional. Es el respeto a la democracia que está consagrada en nuestra Constitución nacional. De hecho, aquí los únicos golpistas verdaderos son los que integran el régimen, los mismos que en 1992 pretendieron derrocar, en una cruenta intentona golpista, el gobierno legítimamente elegido de Carlos Andrés Pérez.
Esa es la situación prevista para hoy en Caracas. Más ayer hubo situaciones de calle en Valencia, donde la Guardia Nacional Bolivariana y la Policía Nacional Bolivariana arremetieron duramente contra estudiantes en la Universidad de Carabobo. También se presentaron sucesos en San Cristóbal, en Maracaibo y en Puerto Ordaz.
Y cuando hablamos de la Guardia Nacional Bolivariana, llama la atención la información que publica en primera página El Nacional: “GNB prohíbe a los funcionarios que hablen de política. Aunque exigen lealtad a Hugo Chávez y a su proyecto político, le ordenan al personal de abstenerse de emitir conceptos y opiniones políticas en lugares públicos y privados, dentro y fuera de las instalaciones militares, y de enviar mensajes, imágenes y videos relacionados con temas políticos”. Si lo prohíben es porque los Guardias Nacionales están hablando de política. Y lo que dicen, seguramente, es incorrecto para el régimen. No les gusta. La conclusión, entonces, es sencilla: a los Guardias Nacionales que ordenan reprimir en las calles no les gusta el régimen Si este espíritu crece, no tardará en llegar el ansiado día en que, por más que lluevan órdenes superiores, la Guardia Nacional Bolivariana se negará a seguir reprimiendo.
Por lo pronto, se impone la lógica de Cabello: “cada vez que ellos salgan nosotros saldremos”. ¿Pero qué pasa con las otras manifestaciones que, por lo visto, a Cabello y al regimen les resbalan? Ayer, por ejemplo, según reseña El Nacional: “70 mujeres con cáncer de mama salieron a la calle a manifestar”. Para el diario 2001: “Los nefrópatas claman por su medicina”. Estas gentes no tienen respuesta de ningún tipo por parte del regimen. Esas marchas no les importan a los jerarcas de la revolución.
En la foto que ilustra la noticia en El Nacional, distingo entre las manifestantes a Mildred Varela, quien estuvo en nuestro programa de radio el 8 de abril del año pasado, cuando conversamos con pacientes que estaban en situación crítica. A Mildred, un año después, no le queda sino salir a la calle a manifestar porque todavía su situación crítica no ha sido resuelta; agravándose, como es fácil pensar, con el paso de los días. Pero ella no importa. Para ella no hay una respuesta. No es digna de recibirla. No la merece porque ella no entra en la lógica del régimen.