Hace ya unos cuantos años, una emisora de radio muy popular soltaba los temas musicales en pareja bajo el lema: “Los dos ligaditos”. Pues bien, las dos personas más importantes en la jerarquía gubernamental, cual dos ligaditos, soltaron ayer sus peores ocurrencias. Comencemos con el de menor categoría, el vicepresidente Istúriz, el mismo que cobró notoriedad por la frase aquella de “haberse fumado la lumpia”. Pues ayer se la fumó completita. Según El Tiempo, de Valera: “La guerra económica está a punto de extinción. El gobierno nacional “está punto de partirle la columna vertebral a la guerra económica”. Pues considera que “hay un mejoramiento progresivo del abastecimiento” y eso preocupa y desespera a sectores de la oposición”. En los próximos meses habrá una disminución progresiva de las colas y un mayor control de la inflación.” Estoy seguro de que a medida que incrementamos la producción y la cosecha, que se inicia a partir de la primera quincena de septiembre, eso nos va a reducir las importaciones y nos va a ayudar mucho”.
¿Cómo se puede mentir con tal descaro? Algo lo delata: “El mejoramiento progresivo del abastecimiento –cosa que no existe en ningún rincón del país– preocupa y desespera a sectores de la oposición”. Aquí los únicos que están desesperados son los altos personeros del gobierno, y el mejor ejemplo es, precisamente, Istúriz. En Últimas Noticias le citan: “Venezuela está en la mira de la ofensiva imperialista. Estima que pese a los ataques de Washington habrá un despertar en América Latina”. Eso lo dijo en un acto de conmemoración del 11 de septiembre de 1973, cuando fue derrocado Salvador Allende, y la cogió nada menos que con Kissinger. El gobierno tiene un desfase temporal agudo. El gobierno solo habla del futuro –“En los próximos meses vamos a tener esto resuelto…”-. Todo es siempre para los próximos meses, nunca en el presente. Pero sus referentes son anacrónicos, siempre del pasado. Cuando Istúriz habla de que se va a solucionar el abastecimiento en los próximos meses, no da ningún tipo de precisión porque sencillamente no la tiene, solo vocifera para una galería cada vez más escuálida e incrédula. Los próximos meses de Istúriz pueden ser 300 meses. Pero, aludiendo siempre al pasado, habla de Allende: “El Chile de Allende es un espejo para el país que acompaña a Maduro a defender la patria.” Y suelta esta perla: “Vamos a gobernar sin parlamento”. El fujimorazo a todo dar. El gobierno ya decide, por boca de su vicepresidente, declarar abiertamente la dictadura. Más, como bien lo apunta Carlos Raúl Hernández, esas nefastas decisiones de Allende le trajeron a Chile una terrible dictadura de diesisiete años. ¿Es eso lo que está buscando el régimen?
Y, mientras Istúriz anda en estos delirios, el primero de la jerarquía, el presidente de la república, ¿en qué anda? Ayer convocó a un gran evento para la inauguración de una revistica. Así estará la penuria comunicacional de este régimen. El Correo del Orinoco, parafraseando nada menos que a Lenín, titula: “Todo el poder para los CLAP en la batalla comunicacional”. Maduro se desató: “El pueblo debe romper la hegemonía oligárquica, burguesa e imperialista construyendo sus propios medios de comunicación. Esta publicación será “el eje de un gran movimiento comunicacional del pueblo (…) La burguesía siempre dedica el 90 por ciento de sus inversiones a la publicidad para influir en las mentes e imponer sus antivalores. La lucha comunicacional forma parte de la guerra no convencional. Seamos los mejores comunicadores, utilizando los talentos de la Revolución. Vamos a hacer murales, vallas, a hacer arte y cultura revolucionaria alternativa, bella, nacionalista, popular, antiimperialista, cristiana y socialista.” ¡Qué habladera de pendejadas! Si algún gobierno ha tenido periodistas y comunicadores ha sido este. Pero uno más pirata que el otro, por lo visto. Ninguno de sus medios ha logrado calar en ningún lado. Mas, ojo avizor, la revistica de los CLAP no es una opción ingenua. Entendamos, los CLAP son la manera de racionar la comida. De manera que estos ya desmienten abiertamente el abastecimiento que pregona Istúriz. Y, según leo en Crónica.Uno: “La revista realizará la vigilancia revolucionaria sobre la distribución.” Y detalla las nueve tareas para los CLAP. Una de ellas es “la identificación de las unidades productivas, activas u ociosas, que existen en la comunidad o en su punto y círculo, así como las tierras ociosas que pueden ser cultivadas”. Esto, de nuevo, no es más que la amenaza abierta a la empresa privada que produce.
Por otra parte, Maduro, un hombre sobradamente incapacitado para gobernar, según lo han evidenciado sesudos análisis recientes, ayer volvió a insultar a los venezolanos con otra lamentable ocurrencia: “La dieta de Maduro te pone duro”. “La dieta de Maduro” se ha convertido en una expresión popular: ¿por qué estoy más flaco?, porque “la dieta de Maduro” me tiene así.
“La dieta de Maduro” es para que usted se preocupe de verdad, presidente. No para hacer chistes soeces al estilo de: “La dieta de Maduro te pone duro sin necesidad de viagra”. Una evidencia más de que quien nos gobierna es un hombre bajo, ruin, falta de respeto; un insulto a los valores ciudadanos; un hombre que de ninguna manera representa ni está a la altura de Venezuela y los venezolanos.
Dice el análisis en El Estímulo: “En la Alta Guajira venezolana “la dieta de Maduro” fue sentida en carne propia por dos de los hermanitos González, que murieron por no haber probado bocado en días.” ¿Leyó Maduro? “La “dieta de Maduro” también mató a Royer Augusto Machado, el bebé de 18 meses en el sector de las Trinitarias, de Maracaibo, luego de tres días sin comer.” ¿Leyó Maduro? “ “La dieta de Maduro” además desmayó como pines de bowling a los estudiantes en las aulas de Fe y Alegría en Ruiz Pineda. No tener nada para comer es sentido por millones. Un estudio elaborado por More Consulting, para la Asamblea Nacional opositora, asegura que más de 53% de los venezolanos se ha acostado una vez sin probar alimentos gracias a “la dieta de Maduro”.
Venezuela se merece alguien más serio, más decente. Alguien más digno del país y de nosotros.