La altura del cargo

  Anoche, cuando había amainado un poco la lluvia, me tocó el honor de presentar el más reciente libro de Edgardo Mondolfi, “El día del Atentado”, a propósito del atentado que sufriera Betancourt en el año 60. Cuando estábamos Mondolfi y quien les habla disertando con los asistentes, empezó a sonar un corneteo realmente estruendoso, en los automóviles que bajaban por la avenida San Juan Bosco. A las cornetas de inmediato se le sumó un cacerolazo no menos escandaloso. Y ya, pues, era evidente para los que estábamos allí: ¡Hay cadena!

  Luego, al llegar a casa, entiendo por qué la cadena esta vez fue tanto o más indignante. Por una razón muy sencilla: Henrique Capriles apareció declarándole al país, y por un lado sale Capriles y por el otro viene la cadena. Me recuerda aquellas comiquitas de Pixie y Dixie, el gato Jinks -aquel que hablaba con acento andaluz- siempre pendiente de la cuevita por donde se metían los ratoncitos y sólo estaba atento a eso, de manera tal de ver cuando salían para él caerles encima. Pareciera que tenemos un Gobierno que no gobierna, que solo está pendiente de cuándo va hablar Capriles para lanzarse encima cual gato Jinks y poner su cadena. ¡Vaya manera más infantil de asumir la responsabilidad de Gobierno! ¿No se dan cuenta que este  proceder, a los ojos de los venezolanos y a los ojos del mundo, lo que evidencia es un temor impresionante a que Capriles hable? ¿Que lo que esto está evidenciando no es más que una inmensa debilidad?

  “El Matonismo de Maduro”, es el editorial que ayer publicó el muy influyente diario El País, Madrid. Me permito leer los párrafos finales de este editorial:

  Transformado en una caricatura de Chávez —como volvió a mostrar ayer en su extemporánea arremetida contra el ministro de Exteriores de España—, Maduro ha demostrado, hasta ahora, que no está a la altura del cargo. Por ningún lado asoma el pragmatismo que algunos le adjudicaban. Ha escogido el peor de los caminos posibles, porque enfrente no tiene a un candidato, sino a la mitad del país. Nada bueno puede salir de la confrontación.

  La comunidad internacional no puede seguir ignorando la situación de violencia y represión en Venezuela. Ante la grave situación que vive Venezuela, la OEA no debe seguir mirando hacia otro lado. Y las democracias latinoamericanas tampoco deben obviar o minimizar estos atropellos.

Sencillamente, Maduro “no está a la altura del cargo”, y mientras más pasan los días, más se evidencia esta -¡vaya paradoja!- terrible inmadurez. Veremos si hoy vuelve hablar Capriles o hace el intento, y entonces Maduro volverá a lanzar otra de sus cadenas.

  Por lo pronto se queja de ser invisible para los medios. “Me invisibilizan” es el verbo que se ha inventado. Yo invisibilizo, tú invisibilizas. Cuidado, que la conjugación puede terminar en una cacofonía parecida a la imbecilidad. Pero como dice hoy el diario El Nacional, cuando los periodistas acreditados fueron a cubrir los actos del señor Maduro, no les dejaron llegar. ¿Entonces como quiere usted que se le cubran sus actos?

 ¿Y qué dijo Capriles? Que se va a impugnar todo el proceso electoral. Todo. Ayer, el abogado Gerardo Fernández, a nombre de la MUD, introdujo el documento de 180 páginas ante la Sala Electoral del Tribunal Supremos de Justicia. Veremos…