Juego trancado

  El juego está trancado. Esto no avanza. Se queda siempre en el mismo sitio. Que el juego esté trancado es la apuesta del gobierno, su manera de resistir ante la eventualidad de salir del poder. Lo más importante para el gobierno no es el país, es permanecer gobernando. Ayer tuvimos un nuevo round, con un desenlace esperado por demás. No hay noticias. El Tribunal Supremo de Justicia declaró que es inconstitucional la Ley de Amnistía. Uno puede entrar o no en los detalles de la sentencia. Pero, honestamente, ¿para qué? Los magistrados de este Tribunal Supremo Justicia, y en particular los de la Sala Constitucional, no son más que instrumentos de la voluntad del señor Maduro, de la voluntad del régimen. Igual, sin mayor distinción, es el caso de la señora Tibisay Lucena, quien, sin vergüenza alguna, procede inventando argumentos, argumentillos y trampillas para retrasar y darle largas a la concreción del Referéndum Revocatorio.

  Insistimos, tanto el Consejo Nacional Electoral como el Tribunal Supremo de Justicia, no son más que fichas, meros peones en la jugada del régimen para mantenerse en el poder. El poder que representa y encabeza Nicolás Maduro.

  Este se dirigió ayer a un grupo de venezolanos que fueron a saludarle allí, a las afueras de Miraflores. Ese es ahora el escenario del presidente, donde cabrán unas cuantas decenas de personas, no más. Les saludo de esta manera: “Camaradas y camarados”. Pasará a la historia, seguro no como él quiere sino, entre tantas otras vergüenzas, como un vulgar pateador del idioma castellano. Allí dijo cosas vagas, desarticuladas. Habló, por ejemplo, de la Comisión de la Verdad que se va a instalar para revisar los hechos de hace 14 años, aquel 11 de abril. En el acto estaban presentes “familiares de las víctimas”.

  Este régimen tiene una habilidad extraordinaria para, en ese juego macabro de hacer de la muerte una aritmética política, sumarse muertos. De los sucesos de abril recordamos muy clararamente a la primera victima que cae: es una militante de Primero Justicia. Se habló tanto de los francotiradores que nunca fueron perseguidos y jamás se investigó. Pero el grueso de las víctimas fue de manifestantes opositores, gentes que venían en la marcha y contra quienes vimos disparar desde Puente Llaguno a los pistoleros, los mismos que luego fueron considerados héroes por el gobierno. Los caídos, entonces, formaban parte de esa oposición civil que quería a Hugo Chávez fuera del gobierno. 14 años después el acto es para los caídos, y el gobierno asume que estos son solo sus víctimas, venezolanos rojitos dignos de homenaje y memoria, los demás no.

  Curioso, es el mismo caso del 2014 cuando, en discurso reiterado, el gobierno dice que no se puede proceder con la Ley de Amnistía, que no se puede liberar a un asesino como Lepoldo López. Le están atribuyendo a él los 43 fallecidos de los primeros meses del 2014. Sin embargo, el país no puede olvidar que las primeras víctimas, sobre todo las del primer día -Día de la Juventud-, fueron –y eso está perfectamente documentado en múltiples videos y reportajes- víctimas de los cuerpos de seguridad del estado. Recordarán el extraordinario trabajo que llevó adelante el equipo de investigación de Últimas Noticias, entonces dirigido por Tamoa Calzadilla. Pero ahora todas esas víctimas, según el discurso oficial, son víctimas del oficialismo. Es una estrategia propagandística demasiado mezquina y miserable, porque estamos hablando de venezolanos fallecidos, de venezolanos vilmente asesinados por la violencia política,  independientemente del bando o de la ideología. La vida, así, en esa aritmética macabra del gobierno, no tiene ningún valor. Los ciudadanos son simples granos de arena en un juego cruel e imperdonable para permanecer allí, al precio que sea y en contra de todos los venezolanos.

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