Violencia, esa es la palabra. Somos un país al que el vendaval de la violencia se lo está llevando por delante en todos los órdenes. Ayer un grupo de venezolanos decide llevar ante la sede del Consejo Nacional Electoral un documento donde, de nuevo, le solicitan a la señora Tibisay Lucena que entregue la indicaciones pertinentes para recoger las firmas para el revocatorio del presidente Nicolás Maduro. No pudo ni llegar. Hordas de malandros estaban esperando. Entre las víctimas está nuestro productor Alejandro Hernández, a quien de paso le robaron el celular y sus pertenencias luego de haberle golpeado salvajemente. Hoy tenemos a Alejandro en el estudio, herido, con las dolorosas e indignantes cicatrices de la violencia de ayer.
Esa violencia se agrava porque hay que sumarle la actitud de la Guardia Nacional Bolivariana. Esta no hizo absolutamente nada. Y no hacer nada es inclinarse, evidentemente, del lado de los agresores. La violencia vino del lado chavista y la Guardia Nacional la apoyó con su pasividad. ¿Ese es el “honor militar” al que aludía el general Padrino López, días atrás en ese acto abiertamente inconstitucional donde habló contra la Ley de Amnistía en el Fuerte Tiuna? No sabemos. Pero esa pasividad de la Guardia Nacional Bolivariana también es violencia.
Violencia es que horas después, en el Palacio de Miraflores, Nicolás Maduro advirtiese que si la oposición llega a gobernar ellos se van a la rebelión. Violencia es que un individuo de muy escasa dignidad plantee que la Asamblea Nacional, que recién se instaló meses atrás, reduzca sus funciones a 60 días para despacharla. Este individuo de grueso volumen, el inventor de la iniciativa, dice que el presidente puede hacer una enmienda directamente através del Tribunal Supremo de Justicia. Esto es una malandrada. Esto es idéntico a que usted le asalten con un puñal o que le disparen a quemaropa. Este es el mismo individuo que planteó aquella famosa marcha sin retorno a Miraflores. Es el mismo que en el pasado, con su prosa ampulosa recargada de frases enrevesadas, cargara duro contra Hugo Chávez y todo lo que representaba el chavismo. Pero ahora saltó la talanquera -vaya un alarde dado su volumen- para mirar con ojos de embeleso a Nicolás Maduro y abrazarlo y refugiarse contra su pecho emocionado. Este individuo es el artífice del polémico artículo 350 de la Constitución (recordemos que fue integrante de la Constituyente), que respalda la rebeldía constitucional contra los gobiernos ilegítimos y tumultuarios. “Tumultuarios” esa es una de sus palabras. Pues bien, violencia tumultuaria es la que tenemos ahora.
Violencia en todos los órdenes, violencia en todas las esquinas. El gobierno es malandro, ya no hay manera de negarlo, y cual malandro acorralado apela al puñal y a la violencia, sus únicos recursos. Y lo de este individuo, Hermán Escarrá, no es más que una puñalada malandra.
En definitiva todo es por el poder. El poder es lo único que les interesa. Permanecerer aferrados a él por el mayor tiempo posible, al costo que sea sin importar las consecuencias. El poder, solo el poder. Usted, el pueblo, no importa para nada.
Completamente de acuerdo, excelente artículo
Excelente, sin hablar tanto, es la situación que vivimos los Venezolanos… La verdad, siempre, nos libera. La verdad liberará a Venezuela… Pasa siempre, amén…
La justicia Divina no falla.es tan verídico esto compatriota s venezolanos q solo deben darse cuenta q todo se les revierte a quienes tanto daño han hecho a este país.solo un ejemplo: donde están ahora parte de quienes profanaron los restos de nuestro libertador???