El falso dilema de los palitos chinos

¿Qué pasó? ¿Cómo es que a mediados del mes de octubre se sentía que el gobierno estaba completamente arrinconado, y a la fecha de hoy, cuando no termina la primera quincena de noviembre, parece que todo se ha esfumado? ¿Qué pasó? El 20 de octubre el régimen declaró abiertamente la dictadura. Así lo reconocieron desde las voces más moderadas hasta las más extremas. Así se dijo incluso en el exterior cuando el régimen desconoció la posibilidad de recoger el 20% de las manifestaciones de voluntad, amparándose el CNE en la decisión de un puñado de jueces penales de provincia. Así, lo afirmaron todos, se le quitaba la máscara a lo que quedaba de democracia. En ese momento la presión popular era inmensa y el régimen se sentía contra la pared. Más de uno llegó a sospechar que quizá por fin tendríamos navidades con un sabor distinto en la hallaca. Navidades sonrientes. Un año nuevo más promisorio. Quizá, por fin, habría otros rostros en el Palacio de Miraflores. Mas a la fecha -14 de noviembre- todo eso se volvió nada, pura nebulosa.

¿Qué pasó?

Responder la pregunta es complicado porque la confusión ha pasado a ser la orden del día. Frente a una cubertería amplia donde hay cucharas, cuchillos y tenedores de todo tipo, cubiertos para todas las posibilidades y necesidades, la oposición optó por la fragilidad de los palitos chinos. Dos palitos nada más: o diálogo o calle. Un falso dilema excluyente con el que –ya que estamos en la mesa- se atragantó por completo la dirigencia opositora (radicales y moderados). Esto, lamentablemente, habla mucho y mal de un liderazgo con el horizonte encima, demasiado cerca como para verlo y entenderlo debidamente, incapaz de otear más allá como se le exige a toda vanguardia que se precie de tal.

Y, como bien apuntaba ayer Alberto Barrera en su muy lúcido artículo en Prodavinci, todavía con mucho de amateurismo: “Una mesa de diálogo nunca produce victorias instantáneas. Una mesa de diálogo no es un campo de guerra. Creer que quienes negocian no cometen errores sino traiciones forma parte también de un moralismo fácil (…) La sensación general de que la mesa de diálogo es un retroceso que solo le da ventajas al gobierno no es un simple problema de comunicación (…) Tiene que ver con la falta de conexión con las angustias reales de los ciudadanos, con sus vivencias y con sus códigos y sus maneras de expresar el descontento y el anhelo de cambio.” Esto último viene muy bien a propósito de otro artículo publicado en la misma página por Wlly Mckey: “En una negociación un término como “presos políticos” no se sustituye por “personas detenidas” por corrección diplomática (…) En una negociación no se celebra la posibilidad de elegir a dos de esos rectores (del CNE), mientras se acepta repetir un proceso electoral en Amazonas al tiempo que se le niega a la gente el derecho a revocar al presidente.”

Voluntad Popular publicó un comunicado iracundo: “¿Donde quedó el derecho a elegir de los venezolanos que originó el diálogo. Debemos retomar la presión popular de calle para rescatarlo”. Y la prensa titula: “Coinciden Voluntad Popular y Henrique Capriles en regresar a la calle”. ¿Qué está pasando aquí? ¿Henrique Capriles es aliado de Voluntad Popular frente a Carlos Ocariz de su partido  Primero Justicia? ¿Qué es esto? ¿Quién entiende lo que está pasando?

Todo esto porque no hay mención en el acuerdo, producto de la segunda jornada de diálogo, al hecho electoral. Y ya Nicolás Maduro se ha cansado de decir que ni con votos ni con balas… etcétera, etcétera.

Ahora bien, mientras en la oposición se dan duros cabezazos, las reacciones en el régimen son curiosas: “Diosdado Cabello llama al contraataque en respuesta al diálogo”. Es decir, la oposición ve los resultados de la segunda jornada como un fracaso, pero Cabello, que no representa poca cosa en el régimen, los ve como una victoria opositora. Tanto así que llama al contraataque. Leo en Tal Cual: “Nadie crea que esto de la mesa de diálogo es la solución, no, no, ellos van a seguir conspirando; esta mesa de diálogo le sirve es a ellos, no al Gobierno, nosotros estamos ya listos para arrancar la fase del contraataque”. ¿Enloqueció el guionista?

Runrunes publica hoy una interesante infografía sobre lo que pedía la MUD y lo que el gobierno cedió:

La MUD pedía liberación de todos los presos políticos. Y se logró liberación de presos en las próximas horas. Aunque no se dicen los nombres ni cuantos serán.

La MUD pidió reconocimiento de la Asamblea Nacional, y ello lo reconoció el gobierno.

La MUD pedía las elecciones en Amazonas para destrancar el problema del desacato, y el gobierno cedió con las elecciones en Amazonas, y hasta inclusive lo anunció el propio Maduro.

La MUD pedía un nuevo CNE, y se acordó la elección en dos semanas de un CNE equilibrado.

La MUD pedía apertura del canal humanitario para garantizar alimentos y medicinas, y el gobierno cedió con el compromiso de permitir el ingreso al país de los alimentos y medicinas con urgencias.

No hubo acuerdo sobre dos puntos. La MUD pedía referendo revocatorio o elecciones generales para el 2017. Allí no se manifestó nada. Y un nuevo Tribunal Supremo de Justicia, allí tampoco se manifestó nada.

Y Carlos Ocariz insiste: el fin que tiene esta mesa de diálogo, más allá de lo que diga el gobierno, es llegar, en efecto, a una solución electoral.

Américo Martín, citado en El Impulso de Barquisimeto: “Quien tiene experiencia en conversaciones entre las partes involucradas, considera que es un éxito la realización de nuevas elecciones en Amazonas porque es posible que ya no sean tres los diputados indígenas que se obtengan sino cuatro, además de normalizar la relación institucional de la Asamblea Nacional. Nadie esperaba que se logrará ese acuerdo.”

Sin embargo, Liborio Guarulla se ha molestado con esto, y, citado en 2001, dice: “Es canalla repetir elecciones parlamentarias en el Estado después de lo que ha pasado”. Pero antes se advirtió que Guarulla estaba de acuerdo con la nueva elección. Repito, ¿quién entiende? ¿Quién dice y desdice? ¿Quién está en la verdad y quién no?

Mientras, en este pestilente y espeso mar de confusiones y medias verdades, es oportuno leer lo que escribe Alberto Barrera Tyzska: “Pienso que el liderazgo de la oposición ha cometido grandes errores en el manejo político de la crisis. Pero no por eso creo que haya que sumarse al pensamiento mágico de aquellos que denuncian que ese liderazgo se ha rendido, ha claudicado, es desleal, entreguista, y pacta en secreto con el enemigo. Pienso, más bien, que es muy cómodo ser un héroe invisible y actuar como si el país fuera un videojuego. Los guerreros del twitter llaman a la calle pero no se mudan de sus teclados. Los devotos de la peregrinación a Miraflores deberían dejar de quejarse y comenzar a marchar: ¿por qué no van?, ¿por qué no se lanzan de una vez con sus pies y con furia hasta el Palacio de gobierno?, ¿por qué no van y sacan a patadas a Nicolás Maduro?, ¿qué los detiene?”

Si algunos piensan que es ingenuo resolver los problemas del país en una mesa de diálogo, quizá también ingenuo sea pensar que una marcha a Miraflores hará que cambie el gobierno.

La cubertería es amplia, insisto. Hay cuchillos de todos los tamaños y de todos los tipos. Para todas las necesidades y exigencias. ¿Por qué limitarse a un par de muy frágiles palitos chinos?

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