El temor y el desprecio

  Muere Juan Gabriel y cambian las cosas. Por lo menos cambia el ánimo. Por lo menos hay una pausa. Digo lo anterior porque la muerte del llamado Divo de Juarez se lleva mucho centimetraje en la prensa nacional y regional. Hasta un diario deportivo deja de lado el deporte para dedicarle su portada a Juan Gabriel y llorar su muerte. En nuestro país Juan Gabriel era un ídolo, quien lo duda. Y lo seguirá siendo.

  Cuando digo que Juan Gabriel es una pausa, una tregua, es porque su muerte le ha dejado menos centimetraje en la prensa al miedo, al pánico del gobierno. Hoy lunes 29 está comenzando la última semana de este mes de agosto. El mes termina el miércoles y el jueves comienza algo más que un nuevo mes. El jueves puede ser el comienzo de novedades importantes en el país. El jueves es la llamada “Toma de Caracas”. Se han publicado artículos extraordinarios que nos invitan a reflexionar sobre lo que esta fecha puede significar. Recomiendo en particular uno de Leonardo Padrón, “1S: La toma de conciencia”, y otro de Fernando Rodríguez, “1 de septiembre”.

  A medida que van restando días para acercarnos al jueves, en esa misma medida se va incrementando el pánico en el gobierno. José Vicente Rangel se lleva el titular de hoy en El Correo del Orinoco, y vuelve sobre esa penosa manía de hacerse pasar por una suerte de John Le Carré anacrónico y sin talento para las historias de espionaje: “Estados Unidos trabaja planes de desestabilización en la región desde bases en Colombia” Aja, muy bien. Después una de vaqueros. Pero también dice: “La movilización que prepara la derecha para el 1 de septiembre pudiera tener consecuencias muy graves”. Sin duda traerá consecuencias muy graves, pero para el gobierno. Afirma Rangel: “En la propia MUD hay quienes consideran temeraria la marcha”. Esa frase lo que encierra es un chantaje: no marche usted porque se las verá feas conmigo.

  Pero quien más miedo ha demostrado es Aristóbulo Istúriz. En Contrapunto.com le citan: “Chavismo marchará de martes a jueves para contrarrestar la movilización opositora. “El jueves vamos a movilizar toda la parte del centro del país y Caracas. Vamos a ver cómo es la cosa. No vamos a ser los mismos del 11 de abril”. Esto es pánico puro. Agrega el Vicepresidente: “Échenle pierna, que estamos dispuestos a enfrentar lo que venga”. ¿Qué está diciendo usted, Istúriz? ¿Se va a caer a golpes? ¿Se va caer a plomo? “Vamos a ver cuánto van a aguantar. Vamos a aplicar la misma que les aplicó Chávez: fuego lento”, remató.

  ¿Ustedes no creen que una frase como esta -digo, si se mantiene cierta coherencia y Leopoldo López está preso, supuestamente, por incitar a manifestaciones violentas en la calle- ameritaría que Aristóbulo Istúriz estuviese preso ya? Repito la frase: “Vamos a ver cuánto van a aguantar. Vamos a aplicar la misma que les aplicó Chávez: fuego lento”.

  Todo esto son tonterías, fanfarronadas. Todo esto no son más que palabras huecas, silbidos en la oscuridad, gritos para espantar fantasmas, para esconder el pavor. Ayer, en Prodavinci, Alberto Barrera publicó un artículo excelente a propósito de estos miedos: “Los ataques de pánico. Están muy asustados. Le tienen miedo a los votos, le tienen miedo a las manifestaciones, le tienen miedo al parlamento, le tienen miedo al dólar paralelo, le tienen miedo a las redes sociales y al precio de las cebollas. Es una alarma difícil de controlar, un temblor en el ánimo y en las certezas. La histeria se contagia más rápido que el zica. Y ahora el poder está histérico. No confía ni en sí mismo. Ingenua y lamentablemente, cree que su única seguridad está en la violencia”.

  Esto se contraresta con las fotos que vemos. Un grupo de gente en sillas de ruedas sale de Barquisimeto para llegar a Caracas, los indígenas que caminan desde Amazonas sin parar; un mar de voluntades espontáneas y entusiastas que se suman para el 1 de septiembre. Un pueblo anónimo y decidido que avanza para tomar Caracas. Porque es bueno que lo sepa Istúriz y que lo sepan todos los altos voceros del régimen: ustedes no meten miedo. No. A ustedes no se les teme, a ustedes se les desprecia.

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