El país y la Vinotinto

  La noticia del día, si la medimos por el centimetraje desplegado en la prensa, es el anuncio del Ministro de la Defensa, General en Jefe Vladimir Padrino López, garantizando paz en el país. Una parte de su  declaración me llamó la atención: “No va haber golpe de estado, ni autogolpe ni junta cívico militar”.

  Eso pareciera que va directamente hacia el presidente de la República, quien ayer, en un acto reseñado por la Agencia France Press, volvió a insistir en que, de ganar la oposición la Asamblea, saldría a la calle. El titular es por demás curioso: “Yo no me voy a entregar bajo ninguna circunstancia”. ¿Es que acaso está requerido por la justicia el presidente? Lo que hay es una elección parlamentaria, que, en rigor, nada tiene que ver con él.

  Esa podría ser la noticia del día. Pero siento que la verdadera noticia nos lleva a otro territorio, al de la Vinotinto.

  Quince de las estrellas de nuestra selección nacional de fútbol han enviado una carta a los directivos de la Federación Venezolana de Fútbol para renunciar. Dicen que no aceptan las criticas del presidente interino de la Federación, Laureano González, y afirman: “No es negociable nuestra integridad y el daño que se nos ha hecho solo puede repararse renovando la dirigencia de la Federación Venezolana de Fútbol. No podemos continuar en una ambiente ya dañado por estos dirigentes”.

  ¿Por qué esta es la verdadera noticia del día? Porque  lo que ha ocurrido con la Vinotinto es un buen símil de lo que está ocurriendo y de lo puede ocurrir el próximo 6 de diciembre.

  La Federación Venezolana de Fútbol ha sido manejada desde hace 27 años por Rafael Esquivel, en este momento preso por corrupción en Suiza. En su lugar hay un presidente interino, Laureano González; afecto -dicen- a los dictámines del oficialismo. Circunstancias, pues, que algo se parecen: un gobierno largo y un breve  gobierno interino que le sigue.

  La Vinotinto ha sido el equipo donde todos los venezolanos han depositado sueños e ilusiones. Somos el único país de la Sur América hispanoparlante que nunca ha ido a un mundial de fútbol. Como para llorar de la pena. Cada cuatro años un sueño colectivo vuelto añicos. Y nos enteramos que, luego de los manejos corruptos de Esquivel, no todo ha sido cristalino y transparente en la conducción de la Vinotinto. Ahora, en el interinato de Laureano González, la fortuna tampoco nos ha sonreído y mucho menos al entrenador Chita San Vicente quien no ha pegado una, y, ya que de fútbol se trata, no ha dado pie con bola.

  Los jugadores manifiestan su inconformidad y desconcierto. La dirigencia, con declaraciones desafortunadas, reparte culpas donde no debe. Y vienen las renuncias. Amorebieta fue el primero, dijo: no. Y cuando dijo no, me vino a la memoria la entrevista que tuvimos con el escritor español Javier Cercas, quien dijo: Los cambios empiezan cuando alguien dice no, no voy a continuar, no me la voy a calar más. Amorebieta dijo no, vino una reacción destemplada de González. Y de allí en adelante, insultos y las quince estrellas de la Vinotinto se sumaron en un no colectivo. No me la calo más.

  Esto es un indicador extraordinario de lo que va a pasar el próximo domingo.

  La Vinotinto se parece demasiado a un país cansado, un país mal manejado, un país llevado sin coherencia, sin orden, sin prudencia. Bastó que uno se parase y dijese no, para que todos los demás se le uniesen. Pues bien, todos somos Vinotinto. Todos estamos cansados. El domingo todos diremos no.

  Los vientos de cambio no discriminan. Simplemente soplan y alebrestan todo a su paso. Esto que estamos viviendo es la lógica del vendaval.

  Lo de la Vinotinto ayer es apenas un indicador, ahora es cuando…

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