Está fresca la noticia, nos llega desde Estocolmo. La academia sueca ha decidido que el premio Nobel de Literatura de este año sea para la periodista Svetlana Alexievich. Es importante este premio -aunque quizá usted como yo se esté desayunando con este nombre extraño y desconocido- porque creo que es la primera vez que el Nobel se le da a una periodista. Alexievich es bielorrusa y se ha enfrentado al régimen de Lukashenko (tan aliado de los gobiernos chavistas, tan ponderado y aplaudido por la revolución vernácula). Ha escrito sobre la caída de la Unión Soviética y sobre el accidente de Chernóbil. En el 2000, por su enfrentamiento con el gobierno, abandonó Bielorusia y en la actualidad vive exilada.
Que se premie a una periodista con el Nobel de Literatura tiene una importancia singular para los venezolanos, especialmente los periodistas venezolanos. Periodistas perseguidos y acosados en su país como lo ha estado la señora Alexievich en el suyo. Que se le premie a ella es, sin duda, premiar también a todos los periodistas que en el mundo viven bajo el yugo de la censura y con la espada de Damocles gubernamental pendiendo sobre sus cabezas. Los periodistas venezolanos, pues, podemos de alguna manera sentirnos también reconocidos. Porque el periodismo es esto, esta lucha por la verdad, por la verdad siempre.
Pero en Venezuela la búsqueda se hace complicada, difícil y tortuosa. A manera de ejemplo reparemos en la primera página del diario La Voz, en Guarenas, en el día de hoy, 8 de octubrte. Aquí tenemos una muestra diáfana de cómo la verdad se nos hace cada día más elusiva en los medios. En esta primera página se lee: “300 mil neumáticos para transportistas”. Ese el gran titular en una ciudad que ya tiene tres días con disturbios graves, fuertes. Mas pequeño la página informa escuetamente: “Protestas por la falta de agua y luz”.
Resulta que en Guarenas, como ocurre en la mayor parte del territorio nacional, los apagones son la orden del día. Y los ánimos están caldeados. Muy caldeados. En Guarenas la población, harta, sale a la calle y estalla iracunda. Pero el diario regional, el de la localidad, no considera que esta sea la gran noticia. O a lo mejor sí lo considera pero la minimiza en su primera página por razones que podemos sospechar y, sin lugar a dudas, entender.
Pero ese es el detalle, el problema que tiene la verdad. Ella, a la larga, siempre se cuela. Como cantaba Serrat: “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”. A veces se trata de taparla, a veces se trata de bloquearla, esfuerzos inútiles porque ella siempre sale a la luz. Como reza el Evangelio de San Juan: “La verdad os hará libres”.
Felicitaciones, colega Alexievich. ¡Enhorabuena!