Uno puede tener la sensación de que si algo va lento, digamos gota a gota, su efecto puede ser imperceptible, puede pasar como más suavecito, como lubricado, el golpe va aceitado y no se va a sentir. Sin embargo, fíjense que en el mundo del cine el concepto de la cámara lenta produce un efecto exactamente al revés. Recuerdo Raging Bull, de Martin Scorsese, sobre la vida del boxeador Jake La Motta. Allí se empezó a utilizar la cámara lenta en las peleas, y cuando uno veía el derechazo que se estrellaba contra la nariz, se notaba hasta el detalle el impacto terrible de como se quebraba y se rompía esa nariz.
Es delicado esto de la cámara lenta, esto del gota a gota. Para el Gobierno la palabra devaluación es una palabra prohibida. Devaluar implica fracaso, implica haber mentido. Hugo Chávez hasta el último momento negaba la posibilidad de una devaluación, la posibilidad de un “paquete neoliberal”, como él le llama. Y resulta que su heredero lo está aplicando y de qué manera.
El miércoles de la semana pasada -miércoles 15- se presentó ante la Asamblea Nacional Nicolás Maduro para decir, casi como José Alfredo Jiménez en su ranchera “Pa todo el año”: dólar a 6,30 para todo el año. Una semana después -miércoles 22- su Vicepresidente para el Área Económica, Rafael Ramírez, le desmiente. Y nos presenta una serie de medidas que, se empeña en decir, no son una devaluación sino un “nuevo sistema cambiario”. Pero como todos los expertos lo han dicho, se trata de una devaluación gota a gota o una devaluación en cámara lenta.
Volviendo a la imagen del cine, al derechazo de Jake La Motta en Raging Bull, si el Gobierno lo que pretendía era que con el “gota a gota” fuese más lubricada la medida, más aceitado el golpe y no se sintiese, el efecto que están logrando es exactamente el contrario. Ahora el golpe es como el de Jake La Motta: muchísimo más fuerte. El país no sólo tiene una devaluación encima cruda y dura, sino que también se siente burlado y estafado porque le siguen tratando como si fuese imbécil. Está siendo realmente torpe el Gobierno a la hora de manejar el asunto. Además, el señor Ramírez con ese tono de voz melifluo, como quien no ha roto jamás ni siquiera un plato de cartón en una piñata, habla como que estuviese resolviendo, ordenando un entuerto que alguien dejó y del cual él no es responsable.
Leo algunas de las consideraciones. El Universal: El vicepresidente condicionó el pago de la deuda de 10 mil millones de dólares que mantiene Cadivi con el sector privado a una evaluación del uso que las empresas hayan hecho de las divisas y del precio que hayan fijado para vender sus productos. “Hay empresas que estuvieron defraudando al Estado”.
¿Y si es así por qué no las identifican y las denuncian? ¿Por qué no proceden con todo el peso de la ley?
Continua la cita de El Universal: El Vicepresidente aseguró que se gastaron 8.633 millones de dólares raspando el cupo de viajero, remesas y líneas áreas. Mafias que le han dado un uso atípico a las divisas.
Pero, a todas estas, Ramírez no dijo nada de las empresas de maletín, eso que Maduro llamó el Cadivismo. Fue Giordani, recordemos, el que dijo que en empresas de maletín se habían ido 20 mil millones de dólares. Pero ahora Ramírez nos hace ver que la culpa es de los viajeros, y suelta una frase inaceptable, por la carga demagógica que contiene: “O doy de comer o le doy a los que viajen”. Asumiendo, para seguir incitando la guerra y los odios de clases, que hay unos que tienen dinero y viajan a Miami y hay otros que no tienen ni siquiera para comer. Eso es una farsa, señor Ramírez.
En medio de todo esto, hablando de la comida, ayer Empresas Polar publicó un documento fuerte, contundente, donde habla de la deuda inmensa que tienen y de cómo no les han liquidado los dólares para saldarla. Y si Polar (la más grande empresa privada del país) dice que ya no tiene líneas de crédito y que puede no venir más producción, en qué iremos a parar. ¿Se imaginan si Polar baja la santamaría?
Ayer hicimos un foro sobre el concepto del “Bravo Pueblo” y nos preguntábamos si ese pueblo, al que alude nuestro Himno Nacional y del cual hemos presumido en todos estos años de República, es cierto o es una fantasía. Y lo decíamos a propósito de las colas: ¿cómo es que este venezolano de ahora se ha resignado hacer colas?
Resulta que ese Bravo Pueblo tuvo una participación muy destacada 56 años atrás: el 23 de Enero de 1958 cuando cayó la dictadura de Marcos Pérez Jiménez y el sátrapa huyó lleno de dólares en un avión militar desde la Carlota. ¿56 años después ese Bravo Pueblo existe?
Para hoy la oposición ha llamado -o al menos algunos diputados- a apagar la luz por 5 minutos.
¿Será eso de “apaga la luz y nos vamos”?
Ese Bravo Pueblo existe…cuando abra la mano…y le digan: Ya no hay más, pana.
Entonces sí es verdad que…