Psicólogos y sociólogos sociales han manejado el término de la “desesperanza aprendida”. Eso se parece demasiado a la resignación: usted se decae porque no encuentra salida, está en un túnel muy largo, agobiante y cada día es más oscuro. Otra manera de abordar el asunto es desde la idea del “pesimismo crónico”: una persona se vuelve definitivamente pesimista porque no encuentra opciones, no encuentra salidas. Pareciera que a la alegría y la euforia en la vasta mayoría de la población venezolana, luego de los resultados del 6 de diciembre, ha venido ahora un curioso manto de pesimismo. ¿A qué atribuirlo? En primer lugar, hay que tomar en cuenta que, al estar la gran mayoría de los medios controlados por el régimen, solo la voz de éste es la que suena. Y si esa voz que suena es estridente, histérica y destemplada, pues entonces es fácil que el país caiga en el desánimo.
Pero hay que saber entender las estridencias que vienen del régimen. Ocupémonos, por ejemplo, por un instante, de Nicolás Maduro. El gobierno está jugando tan sucio a la farsa que se inventa una cuenta falsa de Gustavo Rossen. En esa cuenta falsa se dice que se va a privatizar CANTV, y eso da pie para organizar una manifestación que va a Miraflores. Cuando llega este grupo de gente al palacio de gobierno, sale el presidente a dar una arenga. “No crean que esto se va a quedar así, nosotros vamos a cambiar la situación, no le vamos a permitir a la derecha que consolide su golpe electoral.” Esto es un disparate, un oxímoron, “golpe electoral” no existe. O es electoral la solución o es un golpe de estado. Pero así esta la cabeza del señor. “Vamos a defender la constitución en la calle con la movilización del pueblo de Venezuela. El pueblo se ha declarado en rebelión” ¿Cuál pueblo está en rebelión? Ninguno. “La oposición es la amenaza del desmantelamiento de la patria, asúmanse ustedes como pueblo rebelde” Es decir, un puñado de gente que fue llevado allí por unos tuits falsos, es ahora un pueblo rebelde en el imaginario delirante del presidente. Lamentable.
¿Recuerdan al Maduro que hablaba antes del 6 de diciembre de la masacre con sangre en las calles, que el pueblo iba a salir a la calle? Llegó el 6 de diciembre, la decisión fue abrumadora por parte del pueblo venezolano, y las calles siguen vacías y en paz. Está desesperado de llenar calles pero ya su voz, por más estridente que suene, tiene eco. Si no tuvo ningún efecto la fanfarronería antes del 6 de diciembre menos la puede tener después del 6 de diciembre.
Y por otra parte tenemos la situación del señor Cabello, que en sus últimos días como presidente de la Asamblea Nacional se asume dueño de ésta y de buena parte del país. Ahora asoma y amenaza con el “parlamento comunal”. Todos estos arrebatos no son más que desplantes. Todos estos chillidos desesperados son, evidentemente, fanfarronerías de ultima hora, estridencias.
El vocero al que han buscado es al doctor Herman Escarrá quien dice, citado en el diario Vea: “Cualquier iniciativa de la nueva Asamblea Nacional debe ser aceptada y refrendada por el pueblo venezolano en consulta como lo hizo en 1999”. Insólito. La Asamblea Nacional fue elegida por una abrumadora mayoría de venezolanos; no se está buscando ninguna consulta, ni ningún referéndum. El único referendo posible ya se dictaminó el 6 de diciembre.
Y es de destacar que solo Aristóbulo Istúriz, entre la alta dirigencia chavista, ha marcado distancia y, dignamente, ha dado la cara: “Asumo la responsabilidad de la derrota y pongo mi cargo a la orden. Los dirigentes estamos obligados a dar la cara al pueblo siempre, pero cuando hay una derrota nadie sale, me toca salir a mí. Yo asumo la responsabilidad plena de la derrota en el Estado Anzoátegui, y por eso como miembro de la Dirección Nacional del partido puse mi cargo a la orden.”
Un hombre, pues, con el valor para enfrentar la realidad a la que los demás le dan la espalda.
Pero lo importante no son los gritos, esos llamados desesperados a un pueblo que ya no está. Lo importante es lo que viene. Recomiendo leer la entrevista que Víctor Salmerón le hace al presidente de Cavidea, Manuel Larrazábal, en Prodavinci.com.
Destaco algunas líneas:
Desde el lunes de la semana pasada, Alimentos Polar está 100% parado porque se le terminó la avena en granos e Inproceca tiene avena hasta principios de enero. (…) Si hoy se aprobaran todos los permisos, tardaría 70 días en llegar al país. Otro sector es salsa de tomate. Por falta de pasta de tomate, que también es importada, las plantas de Polar se pararon la semana pasada y Heinz, que estuvo parada durante un mes y reanudó operaciones, tiene materia prima para apenas tres semanas. Y estas dos empresas absorben 80% del mercado.
También hay problemas con el trigo. Actualmente hay inventario para 23 días del trigo que se utiliza para hacer pasta
¿La cadena de suministro está seriamente averiada?
Lo que está pasando es que la cadena de suministro está rota, en un estado precario. ¿Eso significa que vamos a dejar de producir alimentos? No: lo que significa es que hoy produces y no sabes si mañana podrás hacerlo.
Esto es lo importante, en enero no vamos a tener qué comer. Lo de menos es el llanto de unos cuantos por haber perdido el poder que nunca supieron ejercer, digna y honestamente.
Yo espero, que esa unidad que logramos para ganar la asamblea nacional, sea la misma que enfrentará y apoyará las duras desiciones que en materia económica habrá que tomar para mantener a flote a Venezuela. El gobierno nacional, el desgobierno que nos asfixia con sus desaciertos, está siendo culpable absoluto de la crisis humanitaria que el país enfrenta ante la falta grave de alimentos que se vaticina. Quien le pone el cascabel al gato?