Caracas, nuestra muy querida y amada Caracas está hoy cumpliendo 446 años de haber sido fundada por Diego de Lozada. En alguna oportunidad escribí que, si bien es grato viajar, lo más grato de viajar siempre es poder regresar y regresar a Caracas. Aunque, qué duda cabe, cada día la ciudad nos recibe peor. Uno llega en la noche a una ciudad oscura, lúgubre, peligrosa, que intimida, porque el número de muertos y asesinatos… en fin. (Hoy, por ejemplo, El Carabobeño en Valencia dice: “4.200 homicidios en apenas 100 días de Gobierno de Maduro”).
Claro, cuando amanece el día, y los días caraqueños suelen ser magníficos, con un clima extraordinario, el sol nos llena de luz, de optimismo y el panorama cambia. Pero, entonces, tenemos esta ciudad que pareciera está atascada: sus calles atascadas por el tráfico, aturdidas por el grito, el escándalo, la bulla. Hoy dice el titular del 2001: “Estamos enfermos de bulla”. Y esa quizá sea la metáfora. Una ciudad como capital de un país que pareciera atascado en el tráfico, entre gritos, insultos, cornetazos, motorizados arbitrarios que nada respetan y poco, poco se avanza.
De hecho uno sale del país unos días, regresa y todo está exactamente igual. La crisis universitaria sin solución. Diosdado Cabello insistiendo en un magnicidio que solo lo conoce él (se lo soplará José Vicente Rangel). Maduro sigue hablando de lo sobrenatural, así como habló con Chávez por el pajarito, el domingo le va a cantar el cumpleaños feliz. Dice El Correo del Orinoco: “El domingo cuando se arriba el cumpleaños 59 del Comandante Supremo en Jefe estaré en Sabaneta para rendirle cuentas y hacerle un justo homenaje en sus 59 años, le vamos a cantar el cumpleaños feliz”.
A ver, aquí tenemos que entrar en una precisión. La diferencia entre celebrar y conmemorar. Conmemorar es, como lo dice, hacer memoria; por ejemplo, ayer conmemoramos un nuevo aniversario, los 230 años del natalicio de Simón Bolívar, pero a nadie se le ocurrió picarle una torta y cantarle el cumpleaños feliz. Que, por lo visto, es lo que pretende Maduro en Sabaneta: picarle una torta a un muerto. Cuando uno celebra un cumpleaños celebra que la persona está viva y cuando uno dice “viva”, es viva de verdad, en carne hueso, no, digamos, el peso de una idea. Cantar el cumpleaños feliz en Sabaneta no es sino una estridencia más, como hablarle a un pajarito.
En fin, uno sale y cuando regresa poco ha cambiado, todo está igual, atascado. La única novedad: ayer, en Maracaibo, a unos militares los disfrazaron a la usanza decimonónica, pero el calor fue tanto que se dio lo nunca visto: un grumete (¿o será más bien cadete?) con su uniforme bolivariano a la usanza de la época, comiéndose un cepillado bajo el calorón del Zulia. La foto está en el diario La Verdad, es quizá la única novedad. En fin.