Publicado en El Nuevo Herald
La crisis política venezolana se está agravando rápidamente tras el impresionante plebiscito organizado por la oposición para votar en contra del plan del presidente Nicolás Maduro de imponer una Constitución como la de Cuba, y tras la amenaza del presidente Trump de tomar “acciones económicas fuertes y rápidas” contra el régimen venezolano.
Se cuentan unos 100 muertos en las recientes protestas contra el régimen de Maduro. Y el número podría aumentar si Maduro sigue adelante con su plan de convocar una Asamblea Constituyente con delegados elegidos a dedo el 30 de julio. Si Maduro lleva a cabo su plan, la nueva Constitución declararía clausurada la Asamblea Nacional, de mayoría opositora, que fue democráticamente electa en 2015.
¿Qué pasará ahora? Hay cuatro posibles escenarios:
– El escenario nicaragüense: una salida democrática, y relativamente pacífica. Tras la masiva consulta popular opositora del 16 de julio, en que más de 7 millones de venezolanos votaron en contra del plan de Maduro para cambiar la Constitución, la comunidad internacional intensifica su presión sobre el régimen venezolano.
Los países latinoamericanos, la Unión Europea y Estados Unidos hacen un anuncio conjunto de que no reconocerán a ningún gobierno venezolano que salga de una Asamblea Constituyente ilegítima, y que condicionarán todos sus futuros contratos petroleros con Venezuela a la aprobación de la actual Asamblea Nacional.
Maduro anuncia que cancelará la votación el 30 de julio para su Asamblea Constituyente, y que celebrará elecciones libres supervisadas internacionalmente el próximo año, tras recibir garantías de que ni él ni sus principales colaboradores irán a la cárcel.
Al igual que ocurrió en las elecciones de 1990 en Nicaragua, la oposición gana, y los altos funcionarios chavistas van a sus casas, o al exilio, sin más derramamiento de sangre.
– El escenario egipcio: un golpe militar. Maduro convoca su Asamblea Constituyente y cierra la Asamblea Nacional de mayoría opositora. Esta última nombra un gobierno “legítimo” paralelo al de Maduro, y pasa a la clandestinidad.
Hay una escalada de violencia. El ejército se niega a disparar contra los manifestantes opositores. Un comandante militar arresta a Maduro por violar la Constitución, anuncia la creación de un “gobierno provisional” y promete celebrar elecciones libres en seis meses.
Eso es lo que hizo el general Abdel Fattah el-Sisi en Egipto en 2013. Más tarde consolidó su poder militar, se presentó como candidato y fue electo presidente en unas elecciones muy cuestionadas.
Una variación de este escenario sería que un líder militar tome el poder y cumpla con su promesa de celebrar elecciones libres sin postularse él mismo a la presidencia. Sin embargo, hay pocos ejemplos de ese desenlace.
– El escenario cubano: la consolidación de una dictadura de Maduro. Maduro impone su Constitución al estilo cubano, el gobierno de Trump anuncia un embargo petrolero a Venezuela, el país desemboca en una crisis humanitaria y centenares de miles de refugiados venezolanos se escapan a Colombia, Brasil, Panamá y otros países.
Venezuela se convierte en una nueva Cuba, con una población cada vez más empobrecida y una élite gobernante apoyada por Rusia y China.
– Los escenarios de Libia o Siria: Maduro impone su Constitución totalitaria, y algunos comandantes militares regionales se levantan contra el gobierno central. Hay una fragmentación del país, y Venezuela se desliza hacia una guerra civil.
Mark Schneider, analista del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington DC, me dijo que el futuro de Venezuela dependerá mucho de si Maduro logra celebrar su farsa constituyente del 30 de julio, y cambia la Constitución.
Para evitar los peores escenarios, “es esencial que la comunidad internacional monte una campaña unificada, aclarándole a Maduro de que no reconocerán a ningún gobierno que salga de su Asamblea Constituyente ilegítima”, me dijo Schneider.
Mi opinión: Estoy de acuerdo. Todos los escenarios venezolanos son malos, pero el menos catastrófico sería uno que se asemeje a las elecciones de Nicaragua de 1990, en que Maduro se vea presionado para celebrar elecciones libres con autoridades electorales imparciales. En cambio, si la comunidad internacional le permite a Maduro seguir adelante con su plan e imponer una Constitución al estilo cubano, es probable que veamos un mayor deterioro, y muchos más muertos.