Por: Juan Claudio Lechín
En Venezuela, otro juez infame ha declarado a Teodoro Petkoff “incapaz o entredicho de ejercer su defensa jurídica”. O sea, le ha dado “muerte civil”.
Teodoro es uno de los grandes hombres vivos en América Latina. Como muchos grandes, es poco conocido fuera de su país. Fue un radical en su juventud. Luego, superando el dogma de la lucha armada, fundó el primer partido democrático de izquierda en Venezuela. Fue candidato presidencial, diputado, ministro y solo tuvo una gran debilidad política: es un hombre sin dobleces. En 1998, su partido decidió apoyar a Hugo Chávez y él, obviamente, se apartó. Fundó Tal Cual, un periódico potente y paradigmático en la oposición a la dictadura Chávez/Maduro.
Ahora, ¿por qué es importante este escenario?
Porque no es la improvisación pérfida de la juez sino un método del manual castrista. Normalmente la maldad debe ser escondida. Aquí se la exhibe. Es el mismo principio de matar estudiantes con un tiro en pleno rostro, abrirle el corazón a un manifestante con un disparo de gas a quemarropa; acusar de asesinato al dirigente estudiantil Nixon Moreno, enjuiciar por difamación al escritor Ibsen Martinez y cientos de casos. En otros países con ocupación/influencia cubana se usa el mismo procedimiento: el “suicidio” del fiscal argentino Alberto Nisman; obligar a asistir en silla de ruedas y enfermo a La Paz, a 3 mil metros de altura, al general Prado Salmón (quien capturó al Che Guevara), y lo propio con José María Bakovic quien murió de infarto durante la audiencia. Deliberadamente muestran su falta de escrúpulos para informar que son capaces de todo con el fin de crear terror y, por lo tanto, obediencia absoluta.
Pero Teodoro Petkoff es invulnerable a esta vileza. Ya hace años demostró que es un héroe y los héroes no le temen a la canalla.