El ‘madurazo’ – Jean Maninat

Publicado en El Comercio

Por: Jean Maninat

El presidente Nicolás Maduro ha pisado el acelerador de su destartalado metrobús y se ha lanzado al abismo, en una última jugada para intentar impedir lo que luce indetenible: el colapso del gobierno más inepto de la historia republicana de Venezuela. Y mire que la incapacidad crece como el sorgo, pero la del socialismo del siglo XXI no tiene parangón.

Si el año pasado la nomenclatura gobernante había logrado capear el vendaval gracias a unos traspiés presurosos de la oposición; los escasos tres meses que corren del año en curso anuncian un ‘annus horribilis’, cuyo primer  síntoma ha sido la agravación de la situación económica –con un default a la vista–, ilustrada por las imágenes que han recorrido el mundo para poner en evidencia su ignominia: el hambre peleándose los restos de basura en la calle, los niños convertidos en espectros famélicos que ven sin vista a la cámara, los enfermos que mueren de mengua antes de que los mate la enfermedad.

En un nuevo intento por impedir que el desafecto popular generalizado hacia el  primer mandatario y su gobierno se transformase en votos –le tienen pavor–, el Consejo Nacional Electoral (CNE) se sacó de su obsecuente chistera una decisión para que los partidos políticos revalidaran sus militantes, si querían participar en las elecciones regionales pautadas –ya retrasadas– para el primer semestre de este año. Lejos de amilanarse ante los impedimentos sembrados por el CNE, los principales partidos de la oposición dieron una contundente demostración de fuerza, revalidaron y dejaron al gobierno contra la pared.

Como si fuera poco, 20 países de la región avalaron la propuesta del secretario general, Luis Almagro, para que la situación en Venezuela fuera discutida en una sesión extraordinaria del Consejo Permanente de la OEA, a pesar de la intensa e intimidatoria campaña realizada por la cancillería venezolana, sobre todo con aquellos países todavía pegados al cordón umbilical petrolero. Otra vez, la comunidad internacional recibió una muestra gratis de la violencia verbal y el irrespeto con el que dirimen las diferencias sus voceros. Las iras de la “diplomacia” del régimen no lograron ocultar que está cada día más aislado.

Ante tantos avisos de que se iba por mal camino, el presidente Maduro, lejos de rectificar, ha decidido fracturar el ya debilitado orden constitucional mediante el autotraspaso (usurpación) de las competencias de la Asamblea Nacional (AN) al Tribunal Supremo de Justicia y el reforzamiento de los poderes especiales en materia económica, penal, militar, social y militar que ya él dispone.

(Si parece un golpe de Estado, avasalla como un golpe de Estado y usurpa como un golpe de Estado, entonces, sin duda alguna, es un golpe de Estado).

Es un nuevo punto de inflexión en la ya trágica situación venezolana y el pequeño latido en las sienes de los gobernantes en la región se ha convertido en una migraña aguda. El presidente del Perú, Pedro Pablo Kuczynski, reaccionó tajantemente rompiendo relaciones, mientras el secretario general de la OEA, Luis Almagro, volvió a convocar una sesión extraordinaria del Consejo Permanente de esa organización para discutir, esta vez, el golpe de Estado.

¿Qué pretende el régimen venezolano? ¿Que lo expulsen definitivamente de la OEA y convertirse en un Estado forajido, un papel que le calza al dedo? ¿Son los aspavientos de quienes saben que el sol les está quemando la nuca? Lo sabremos en los días por venir.

Mientras tanto, podemos apostar que el ‘madurazo’ no es un reggaetón, de los que tanto disfruta bailando en público el presidente venezolano, mientras el país se deshace.

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