Diarios del Asma – Irene Vallejo

Irene Vallejo

Publicado en: Heraldo de Aragón

Por: Irene Vallejo

 

Quien enferma, habita el mundo de otra forma. Aprende a depender, a que le cuiden, a tener cuidado, deja de pensar en singular. Cuando el contagio afecta a la sociedad, todos nos necesitamos.En una pandemia, las decisiones de cada persona repercuten en el prójimo: no somos islas sino hilos entretejidos.

El romano Séneca fue asmático desde la infancia en su Corduba natal. Vivió marcado por una salud débil: nunca se sintió fuerte ni esperó alcanzar una edad longeva. En una carta escribió: «Todas las incomodidades del cuerpo, todas sus angustias y borrascas han pasado por mí». Cuenta el historiador Dión Casio que, cuando Séneca rondaba los cuarenta, el emperador Calígula firmó una sentencia de muerte contra el filósofo, pero sus consejeros lo convencieron para anularla argumentando que, entre el asma y la tuberculosis, no tardaría en fallecer él solo. En realidad, sobrevivió a Calígula; paradójicamente, estar grave fue su salvación. La experiencia de la fragilidad modeló sus ideas.  En sus ´Epístolas a Lucilio` describió la convivencia como una arquitectura del cuidado: «Las manos han de estar dispuestas a ayudar. La sociedad se parece a una bóveda, que se desplomaría si unas piedras no sujetaran a otras, y solo se sostiene por el apoyo mutuo». Las reflexiones de Séneca nos recuerdan hoy que la libertad individual se conjuga en plural.

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