Que los militares enfrenten a los revendedores de alimentos en la
calle y se los lleven detenidos, sí es la verdadera guerra asimétrica.
No ponen orden ni hacen justicia porque en realidad quieren controlar el negocio. Así que es mejor pedirles que compitan sin armas. Sin nuestras armas. Porque son las armas de la República y los uniformados las usan para sus propios negocios.
Si revisan sus acciones durante estos años, los militares no han arreglado un solo problema ni han acabado ninguna mafia. Ni una.
Sólo las han sustituido.
Tienen el control absoluto de las armas y municiones, y justo por eso los delincuentes siguen obteniendo balas de Cavim para trabajar.
Sacaron a la DEA del país, asumieron la lucha contra el narcotráfico, detuvieron a capos colombianos y mexicanos en territorio venezolano… pero la cantidad de droga que va de aquí a Europa sólo ha aumentado. Así que sólo detienen los vuelos y embarcaciones de la competencia. Eso sólo es posible porque alguna autoridad los custodia y los protege. Revisen las últimas informaciones sobre cargas detectadas por otros cuerpos de seguridad y verán militares implicados.
Las aduanas y puertos eran espacios con ciertos niveles de corrupción. Es histórico. Pero desde que están en manos de militares, la corrupción es la norma. Nada se mueve si no paga. Y cobran cada vez más. Eso le aumenta mucho el costo a cualquier producto importado (de los pocos que entran), todos lo sabemos y nos hacemos los locos para reclamarle al comerciante porque las cosas son más costosas aquí que compradas afuera con dólares de mercado negro.
¿Sigo?
Militarizaron la seguridad ciudadana, con cuadrantes, tiendas de campaña, tanquetas en las calles, y aumentaron los delitos.
Militarizaron las cárceles, que deberían tener custodia civil entrenada, y empeoró el ingreso de granadas junto con la operación protegida de bandas de secuestradores.
Militarizaron la importación de alimentos y la gente está pasando hambre y haciendo colas. Se calcula en decenas de miles de millones de dólares la pérdida de dinero por importación de alimentos con estos años de ministros militares.
Fueron militares los encargados del Cadivi y ya ven: Todo para ellos, una mierda para ti. Muchas empresas beneficiadas por los dólares preferenciales son de sus testaferros y compañeros de promoción.
Cerraron las fronteras y así sólo frenaron el comercio formal. El contrabando se mantuvo, el contrabando grandote, con camiones custodiados.
Pero ahora el mayor general Padrino López es la autoridad con más poder en el país, más poder incluso que Nicolás Maduro, y te presenta la detención de unos cuantos revendedores de alimentos en Petare como si fuese un logro. Tú aplaudes, crees que se está haciendo algo, y mañana tendrás que arrodillarte y pedirle la bendición a un apadrinado para poder comer.
Entramos en un momento aún más oscuro de la historia, porque la represión militar también es populista. A falta de carisma, a falta de chequera de petróleo, la represión y entrega de bolsitas de comida te la presentan como la única acción posible en revolución. Es el momento feliz para los chavistas que querían mano dura, una bota en el cuello, dependencia del Estado y persecución contra la disidencia.
Los ves aplaudiendo las OLP, que siguen matando inocentes. Asumen la consigna “algo habrá hecho”, ante las detenciones y ejecuciones extrajudiciales, como ocurrió en la dictadura militar argentina. Le compran al poder expresiones como “bachaqueros”, “es que también abusan”, “es que los comerciantes se pasan”, y le dan un cheque en blanco al horror.
Esa es la parte que más preocupa del momento. Esta es una guerra asimétrica de los militares contra lo civil, contra la civilidad, que es donde nos hace falta densidad y fuerza porque ha sido golpeada, humillada y hambreada sin parar.
Padrino López, el nuevo hombre fuerte del chavismo, ha dicho que esto es un problema de “seguridad y defensa”, que no se trata de militarizar sino de “poner un poco de disciplina”, ha hablado de “mando centralizado” y “falta de gobernanza”. Es decir: es una suma de mentiras, metralla, regaños a Maduro y divorcio del desastre, como si hubiese llegado ayer al poder.
¿Quién se cree eso? Los que en su desespero ven buenas acciones en los tipos armados, y se entregan. Porque en revolución los civiles no somos considerados ciudadanos, sino rehenes.