Hay una gráfica elocuente de este fin de semana que obedece al ingenio de los del Chigüire Bipolar. El gobierno, a través del CNE, ha puesto tantas trabas para fastidiar a los millones de venezolanos que desean el revocatorio, que ahora los centros de validación son también un inconveniente. El Chigüire Bipolar lo resume con una pancarta en todo lo alto del Auyantepuy, allí mismo donde el Salto Ángel comienza su caída, donde vemos las siglas del CNE ubicándonos, en esa altura imposible, un centro de validación de firmas. Es una buena humorada, cargada de ironía y sarcasmo, contra lo que están haciendo estas señoras.
El editorial de hoy en El Impulso de Barquisimeto, bajo el titulo: “El CNE y violencia”, es elocuente en este sentido. Porque el tema de la violencia hay que traerlo a colación. Violencia, en primer lugar, es lo que han hecho contra los millones de firmantes, burlando todo lo establecido en las leyes y la Constitución. Y cuando la señora Tibisay Lucena advierte que al primer conato de violencia ella suspende el proceso de validación, también nos está violentando. Pareciera una maestra que, harta y superada por la muchachada, les dice, está bien, dejen el fastidio, voy a repartir los caramelos, pero eso sí, el primero que comience el relajito se acaba esto.
La señora Lucena y su suceptibilidad, ella y sus angustias, ella ahogada en sus tormentos. Últimamente se le ha acentuado un tic extraño: cuando habla, mueve los ojos nerviosamente hacia los lados, sin mover el rostro. Como si se sintiera perseguida, como si estuviese pendiente de alguien que, más allá, la está fiscalizando o le está girando instrucciones. Y uno se pregunta, ¿habla ella por voz propia? ¿Alguna vez lo ha hecho? En realidad no le conocemos ninguna frase brillante, para bien o para mal, que le sea original. ¿Entonces de quién recibe instrucciones? ¿Si ella hace esta amenaza de violencia es porque alguien se la ha ordenado? La violencia está ahí, sin duda, pero la violencia es el chantaje del gobierno. Por ejemplo, cuando ocurrieron los hechos sangrientos de la pasada semana, frente a la sede principal del CNE en Caracas, los delincuentes que agredieron al diputado Julio Borges no tardaron en ser perfectamente identificados. Resulta que estos fascinerosos son trabajadores de la Alcaldía de Caracas; ergo, son funcionarios que reciben órdenes de Jorge Rodríguez. Si esta es la relación, no habría que ser demasiado perspicaz, entonces, para entender por dónde viene la amenaza, el chantaje de la violencia asomado por Lucena.
Pero, más allá de esta violencia puntual, el país se está consumiendo por otra más desatada, ancha y terrible. En Runrunes.com la periodista Lorena Meléndez nos da un título brillante para una situación inaceptable: “La guerra del hambre. Tres muertos y 47 saqueos por comida en apenas 10 días del mes de junio. Los primeros 10 días de junio no dejaron una jornada libre de saqueos y conatos de saqueo de productos de la canasta básica en el país. Todo lo contrario (…) 29 saqueos consumados y 18 intentos. En total, durante los primeros 10 días de junio hubo 47 eventos violentos, lo que significa que por cada 24 horas ocurrieron, en promedio, al menos cuatro saqueos o conatos de estos.“ Y estamos hablando absolutamente de todo el país. La periodista nos da cuenta de hechos desde poblaciones pequeñas como de Boca de Uchire, hasta capitales como Maracaibo, Barcelona y San Juan de Los Morros. 3 muertos en 10 días, una cifra alarmante. La más reciente de las víctimas es del pasado fin de semana, en la población sucrense de Cariaco, donde resultó asesinado el joven Osmel Fuentes, de escasos 23 años. La situación es la misma, el patrón que no se agota: protestas por comida. Los videos de Cariaco son escalofriantes. Armas de fuego, pistolas, armas largas en manos de las supuestas autoridades (algunos visten de civil bajo sus chalecos antibala), y la gente que les grita desesperada “¡No disparen, no disparen!”. Pero estallan los disparos. Gritos de pánico de una población, además de hambrienta, además de humillada, asesinada y reprimida.
Pedro Benitez, en Konzapata.com, brinda un trabajo interesante: “La incompetencia económica del gobierno pone a prueba la resistencia de la Guardia Nacional Bolivariana y de la Policía Nacional Bolivariana. En el intento de mantener en el despacho presidencial de Miraflores a Nicolás Maduro, la Guardia Nacional viene haciendo el trabajo sucio de la represión intentando controlar los focos cada vez más numerosos e intensos de desordenes provocados por la crisis de desabastecimiento. Pero los encargados de resolver el origen del problema, el gabinete económico, no cumplen con su parte. Todo lo contrario, van de error en error. ¿En qué otro lugar de América Latina hay disturbios por falta de comida? Ni en Haití.”
Esa es la situación en la que estamos. De manera que la amenaza de Jorge Rodríguez, por voz interpuesta de la señora Lucena -si hay violencia se suspende el proceso de validación-, es, por decir lo menos, ridícula. La violencia real está allá afuera, y es provocada, única y exclusivamente, por estas nefastas políticas del gobierno nacional.