La oposición le sale barata al gobierno. Mucho se ha insistido en que hay que subirle el costo político a las acciones del régimen. No pocos opositores lo han declarado en el programa de radio. Pero no han dado con la manera de subirle el dicho costo político a los desmanes gubernamentales. Por ello, porque les sale barato hacer lo que hacen, porque no tienen ningún escrúpulo ni pudor, el régimen se va por la calle del medio, se quita la careta y declara la dictadura.
La actuación de Delcy Rodríguez y Samuel Moncada en la Organización de Estados Americanos (OEA) evidencia que muy poco les importa lo que ocurra en el escenario internacional. ¿Para qué sirve la OEA?, se preguntó Nicolás Maduro, advirtiendo que mejor salían de ahí. Y, sin duda, a este régimen inescrupuloso le va a resultar mucho más cómodo funcionar al margen de la OEA, aislarse, como en definitiva ha estado Cuba durante todas estas décadas. Así que la llamada presión internacional les importa un bledo, eso no existe. Y la situación interna menos les importa. Por eso, con esta sentencia 155 de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, han decretado oficialmente la muerte de la democracia. No solo le quitaron la inmunidad a los parlamentarios, es que de un plumazo acabaron con la Asamblea Nacional. Diario 2001: “El TSJ asume las funciones de la Asamblea”. Y citan de la sentencia: “Se advierte que mientras persista la situación de desacato y de invalidez de las actuaciones de la Asamblea Nacional, esta Sala Constitucional garantizará que las competencias parlamentarias sean ejercidas directamente por esta Sala o por el órgano que ella disponga, para velar por el Estado de Derecho”.
Pero no hay Estado de Derecho, no les interesa que exista. Ellos mismos lo han vuelto añicos. Así, lo de menos es la prisión de los diputados. Lo grave e imperdonable es que unos señores que nadie eligió, se colocan por encima de la voluntad del pueblo y eliminan la Asamblea Nacional.
Con esta sentencia Nicolás Maduro deja de ser presidente de la república para convertirse en una suerte de monarca que no le rendirá cuentas a nadie.
Hoy El Nacional cita al sociólogo, profesor emérito del IESA, Ramón Piñango: “Puede estarse gestando (con la sentencia) una gran maniobra para decretar el estado de conmoción y evadir la elección presidencial a año y medio de que ocurra. Las elecciones siempre han estado en peligro, ahora que no las pueden ganar están más”. Significa que no va haber elecciones, ni ahora ni en el 2018. Ni regionales, ni generales, ni presidenciales. Olvídense.
Ahora, ¿cómo ha reaccionado la oposición ante esta arremetida? El Impulso, en Barquisimeto, cita a Julio Borges: “Con la sentencia del TSJ el gobierno venezolano ha entrado en la etapa más débil, tanto que no aguanta una elección más”. Obvio, no aguanta una elección más. Pero a ellos qué les importa. También le citan en Versión Final, de Maracaibo: “Acelerarán el fin si arrestan a los diputados”. ¿Mas qué se entiende por FIN? El fin de la democracia ya esta decretado, y a ellos no les dolió ni el esfuerzo de un eructo. Otra gran victoria en la consolidación de la dictadura totalitaria y revolucionaria. Pero no tardarán voceros opositores en afirmar que semejante arremetida es porque se trata de un “gobierno débil que está acorralado”. La idea ha sido reiterada hasta el cansancio en el programa de radio, declarada infinidad de veces por todos los medios posibles. Pero ese ya no parece ser el discurso que hay que dar. ¿Débil y está acabando con el país? ¿Acorralado y están destruyendo lo poco que queda? Ayer el magistrado Román Duque Corredor declaró: “La clase política opositora debe mostrar más coherencia en el lenguaje político frente a esta adversidad”. Estamos hablando de algo sumamente grave. Lo más grave que hayamos enfrentado.
Es hora de que haya oposición de verdad.