Busco en el diccionario la definición de la palabra diálogo: “Plática entre dos o más personas que alternativamente manifiestan sus ideas o afecto”. El verbo dialogar dice: “Hablar en diálogo”. Entonces busco la definición del verbo hablar: “Emitir palabras, tratar, convenir, concertar”.
Hablando se entiende la gente, dice un viejo refrán. Y hay que hablar, siempre es preferible llegar a un entendimiento por la palabra y no por la violencia. Pero en el confuso panorama político actual, tan erizado, tan lleno de espinas, incomprensiones, rencores, dialogar y hablar no son la misma cosa. Dialogar ha pasado a entenderse, después de tantas trampas y frustraciones en el terreno político, como traición. Dialogar pasa a ser una especie de rendición. Curiosa acepción de la palabra, sin duda. Hablar sería quizá un verbo más sano. En todo caso habrá que hablar en algún momento. El punto es ¿hablar de qué? ¿Para qué?
El Universal -un diario, como se sabe, afecto al oficialismo- titula hoy: “El Vaticano se incorpora al diálogo en Venezuela. Gobierno y oposición acordaron con Unasur y los ex presidentes que la primera reunión sea el 30 en Margarita”. La foto dice más que todo el texto. En ella, en un extremo de la mesa, vemos sentados a los representantes del oficialismo: Roy Chaderton -el mismo que estuvo en las mesas de diálogo después de los sucesos del 2002-, Elías Jaua y Jorge Rodríguez. En la parte central, los ex presidentes Torrijos, Fernández y Zapatero, más el enviado del Papa. Y en el otro extremo de la mesa Jesús “Chuo” Torrealba, solo él. Esta foto es delicada. Torrealba está sentado frente a Jorge Rodríguez, a quien El ,Universal en la misma nota cita: “El alcalde del municipio Libertador, en representación del Gobierno para el proceso de diálogo, hizo un llamado al reconocimiento de las instituciones del Estado y al abandono del lenguaje violento entre los sectores políticos”. Y aquí es donde usted exclama ¡cómo va a ser! ¿El mismo que invade con una partida de malandros el domingo en el Palacio Legislativo es el que pide respeto a las instituciones?
2001 resume la situación con un elocuente: “Arroz con mango”. En El Nacional Henrique Capriles dice: “Aquí no ha comenzado ningún diálogo. El gobernador de Miranda pidió ser cuidadosos: “Las palabras pueden confundir. Ojalá se hablara de la falta de medicinas, los presos políticos y el golpe que acaban de dar al revocatorio”. Y de Jesus Torrealba dicen: “Se expresó a favor del diálogo pero denunció ante el enviado papal la “operación secuestro” del referendum.”
La paradoja es cruel. El gobierno había dicho, no hay diálogo o para que haya dialogo no hay revocatorio. Bastante lo han cacareando desde hace meses: No hay revocatorio. Pero ahora, cumplida la exigencia, se sientan a dialogar. ¿Qué va a dialogar el sector opositor en este momento y ante quién? ¿Quiénes son los verdaderos portavoces del régimen?
Está pasando algo curioso. Que el liderazgo, de lado y lado, no pareciera representar consensuada y efectivamente a los sectores que dice supuestamente representar. Eso es una pena y también un engaño. Mientras, el país se desangra y la crisis cotidiana que aflige a los venezolanos se agrava con el paso de las horas.
Y un último detalle. El acuerdo número 8 en el comunicado del domingo de la Asamblea Nacional se refiere a la Fuerza Armada Nacional, que no bolivariana, sin apellido. Allí se le exige que respete la Constitución y que no permita ningún tipo de exceso por parte de los poderes en manos del chavismo, Ejecutivo, Judicial, Electoral y Moral. El General Padrino López ha respondido: “La Fuerza Armada Nacional Bolivariana (él sí le pone apellido) impedirá que la Asamblea Nacional infrinja la Constitución (…) Hay una gran manipulación en la Asamblea Nacional para confundir al pueblo al invocar el artículo 333 de la Constitución (…) La Fuerza Armada Nacional Bolivariana no le admite a nadie el incumplimiento de la Constitución, incluida la Asamblea Nacional (…) Ante atajos inconstitucionales la Fuerza Armada Nacional Bolivariana está llamada a respetar y defender con la vida la Constitución”. Ha hablado no el militar con más alta jerarquía o el Ministro de la Defensa, ha hablado, sencillamente, uno más del régimen.
Y, así, volvimos al mismo verbo: hablar, dialogar… Bla bla bla bla bla