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Ayer lunes escuchábamos “Tengo ganas de un beso”, en la voz de María Victoria, una de las tantas composiciones famosísimas de Agustín Lara. La escuchábamos a propósito de lo que significaba el beso en la música de aquellas décadas.
Un beso servía para representar la totalidad del amor. Del amor erótico, el amor inclusive, la gran culminación coital, orgásmica.
Pero también, si así vamos, el beso podía representar todo lo malo. Así como había besos maravillosos, también hubo “Besos brujos”. Esta es la sin igual, la gran cubana, Celeste Mendoza.
Y entonces llego el que te conte y acabo cual barbarazo, con todo!